Por Guillermo Cherashny.-

Ya escribimos sobre la maniobra del viernes 9 pasado, cuando Marcos Peña, con el aval del presidente, instaló en la opinión pública y en los mercados que habría un empate técnico el domingo 11 en las PASO y se explicaba de la siguiente manera: desde los primeros días de mayo, cuando Dujovne y Sandleris, el presidente del BCRA, decidieron aplicar la autorización del Fondo Monetario Internacional para vender reservas si el dólar seguía su carrera hacia arriba. Con este respaldo del FMI, el mercado se asustó y decidió no jugar más con los intentos de devaluar la moneda, al interpretar que el BCRA tenía la artillería necesaria para asustar al intento de dolarización y subir las tasas de LELIQs al 64%. Y así lograron el dólar estabilizado, a pesar que en los meses de mayo, junio y julio la inflación seguía arriba del 3% para bajar en junio y julio al 2,5 y 2,2% respectivamente, lo que produjo el atraso cambiario que señaló Alberto Fernández. Pero el gobierno hizo caso omiso, con la ayuda de encuestadores y especialistas en consumo, que señalaban que el presidente levantaba en forma persistente su imagen e intención de voto, a tal punto que sólo el 2% separaba al presidente de los Fernández. Y también Marcos Peña, el jefe de gabinete, se jugó más, y decía que había empate y en algunos casos una pequeña diferencia a favor del presidente.

El viernes 9, Macri y Peña, con la ayuda de los banqueros Gabriel Martino, presidente del HSBC, Enrique Cristofani, CEO del Santander Río, y Facundo Pérez Minujin, del JP Morgan, produjeron una suba artificial de bonos de la deuda externa y las acciones que cotizan en Wall Street subieron mucho y el sábado a la mañana los matutinos Clarín, La Nación y Perfil pusieron como titular que los mercados daban por hecho que Macri ganaría en la primera vuelta después de un empate en las PASO.

El domingo a la noche, en las operaciones de home banking, con la paliza en favor de Todos, se registró una suba importante del dólar y el lunes, según Martín Redrado, el presidente le ordenó a Guido Sandleris, el presidente del BCRA, que no interviniera en el mercado y que dejara que el dólar llegara hasta cualquier nivel, porque preparaba una conferencia de prensa donde culparía a los votantes de su derrota diciendo que, con el triunfo de los Fernández, el dólar no tenía techo. Y lo mismo pasó el martes y miércoles, pero ya con el miedo instalado, el Central vendió 250 millones de dólares por día, hizo que el jueves Sandleris emitiera una circular obligatoria para que los bancos se desprendan del 5% de sus tenencias en dólares, que antes de ese día era el 10% de su patrimonio. Esa medida calmó a los mercados y el dólar, que había llegado a los $ 63, bajó a 60 el jueves y a 57 el minorista el viernes y el mayorista a $ 55, pero con una pérdida de 3.900 millones de dólares de las reservas disponibles del Central. Ese drenaje trajo una gran pérdida de valor de empresas y bancos de Argentina. No sólo se perdieron esas reservas sino que, mediante la ley de abastecimiento, impuso un congelamiento de los combustibles por 90 días, que produjo una gran molestia en las petroleras y refinadoras, y la completó con medidas populistas como congelar cuotas de los créditos UVA, eliminación del IVA de los alimentos básicos por 90 días también, dejando una bomba económica para Alberto Fernández, el casi seguro ganador, o a él mismo, si logra revertir el resultado, lo que es muy difícil.

La irresponsabilidad de Macri-Peña y sus banqueros amigos provocó un daño irreparable en los activos argentinos, lo que motivó una baja de la calificación del país por Standard & Poor’s y Ficht, con un riesgo país de 1658 puntos, el doble que el del viernes 9 antes de las PASO.

Así las cosas, el gobierno está grogui como un boxeador noqueado y encima Elisa Carrió afirmó que los sacarían muertos de Olivos ante el aplauso generalizado del gabinete ampliado, donde estaban cerca de 1000 funcionarios en una escena tragicómica.

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