Por Raúl Cuello.-

Ya antes del recuento de votos que consagraron Presidente al Ing. Macri, era relativamente fácil anticipar que debería enfrentar dos importantes problemas en su función de gobierno, habida cuenta del clima de sobre optimismo que rodeaba a sus partidarios. Clima que era la consecuencia del cambio político que se produciría en el país y además de dejar atrás males endémicos como la inflación, la pobreza, la corrupción, el narcotráfico, y tantas otras perversidades que en modo alguno estaban en línea con el “relato facilista” de CFK y sus seguidores. Era fácil entonces predecir que lloverían dólares. Esos dos problemas eran: ampliar la base de gobernabilidad y armar un equipo de colaboradores con capacidad de gestionar en tiempos tormentosos.

Esos importantes problemas se han potenciado, al no ser resueltos de la manera querida según se percibe en el clima que trasciende de la Casa Rosada y han hecho que sus moradores canten algunas estrofas de un conocido tango, familiar a los de la década de los treintas y que nos conmovieran tantas veces. Decían algunas de sus estrofas: “¡si me vieran estoy tan triste!, ¡tengo blanca la cabeza!, será acaso la tristeza de mi negra soledad! ¡O será porque me cruzan tan fuleros berretines! ¡Qué voy por los cafetines a buscar felicidad!!! [i]

Es que junto con las alegrías de los primeros momentos y los logros obtenidos, el tiempo comenzó a dejar sus huellas en los aires juveniles iniciales. Y entonces nos empezamos a dar cuenta, actores y espectadores, que la gestión gubernamental no es un Don que provenga del voluntarismo traído de manos amigas. Gestionar puede hacerlo cualquiera, pero gestionar bien es una cosa distinta. Como principio, se requiere conocimiento de los estamentos que componen el Estado y tener un adecuado enfoque filosófico en relación a la función que les compete en la sociedad moderna. Por lo demás tener sobrados conocimientos respecto de objetivos e instrumentos de gobierno, partiendo del supuesto que hay una relación matemática entre unos y otros. De otro modo no hay política económica posible.

Esto con parecer fácil requiere una cuota de humildad que generalmente no es patrimonio de los CEO de las empresas privadas, quienes tienen al Estado como un enemigo del orden político que con poca carga de objetividad les es propio: el neoliberalismo tan común en estos tiempos de “economía facilista”, pero tan alejado de los fundamentos económicos propios del capitalismo les es un tanto ajeno. Difícil es realizar una “prueba contra fáctica” en relación a si se pudo evitar y en qué medida, el costo político que Macri está pagando por los ajustes tarifarios. El error ya está hecho. La falta de gestión eficiente impidió que se pasara por alto aquello que la Ley exige para modificar tarifas públicas: la convocatoria a Audiencias.

Que el Ministro de Energía haya demostrado en su momento tener agallas para enfrentar a un Presidente arrogante e irrespetuoso como lo era NK no implica que tenga los atributos y los conocimientos que requiere su cargo. Repetir una y otra vez que obedeció órdenes del Presidente en modo alguno le confiere méritos. Porque si tales órdenes son arbitrarias o contrarias a derecho, la renuncia debe ser la puerta de salida digna. La obsecuencia no es mérito que otorgue medalla de oro a nadie y menos cuando se producen los males que se producen por ausencia de gestión meritocrática. El caso del Ministro JFA es uno de mala praxis.

Los problemas de gestión que pueden mencionarse no se limitan solo a la impronta tarifaria, Hay otras y aparecerán más en la medida que se conjugue solo en futuro pensando que con voluntarismo se ha de bajar la inflación y aumentar el PBI, borrar el desorden callejero propio del gobierno K, creer que modificando escalas impositivas puede mejorarse la distribución del ingreso, desconociendo que Argentina carece de Sistema Financiero y solo tiene un Régimen Fiscal, caótico y anárquico, que está a años luz del Sistema Alberdiano. Pero ¿Alberdi, quién es? Alguien se preocupa de leer la C.N. de 1853/60? ACA Y NO EN OTRA PARTE ESTA EL MANUAL DE GESTION QUE NO SE APLICA EN ARGENTINA.

En el área política, el gobierno de Macri sobrestimó la capacidad política de los restos del Kirschnerismo y de allí la alianza “onerosa con los Gobernadores, Senadores y Sindicalistas del grupo tradicional” que le permitieron aumentar la débil gobernabilidad inicial, pero el hecho que la gestión aludida haya sido débil, y en consecuencia los resultados económicos no fueren los esperados, produjo una subestimación de la capacidad de movilización callejera de los grupos sociales liderados por Máximo, D’elía y otros que devenidos en voceros de CFK, convirtieron en letra muerta al “Pro tocólogo de Patricia Bullrich”. Y cuando menos gestión haya, más deterioro social habrá, menos durará la gobernabilidad, y más dudoso el triunfo gubernamental en las elecciones de 2017 debido a la pérdida de la calle por parte de Macri que quedará en poder de las Organizaciones Sociales Combativas y el Sindicalismo de Izquierda.

¿Es posible recuperar el tiempo perdido y retomar la senda virtuosa que nos aleje del populismo sin caer en planteos ideológicos ya transitados sin éxito en el pasado? Definitivamente sí. Pero para eso no basta con tener la valentía de reconocer errores, ¡hay que barajar y dar de nuevo! Y aludiendo al tango referido, NO HAY QUE DEJARSE AMURAR PARA BUSCAR DESPUES LA FELICIDAD PERDIDA EN CAFETINES DE BARRIOS.(II)

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[i] Tango de 1927 (Pedro Laurenz, Pedro Mafia y letra de José De Grandis.

[ii] Diccionario del Lunfardo: abandonar, dejar sin protección.

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