Por Mario Cadenas Madariaga.-

El vuelco de las tendencias internacionales.

En el mercado internacional es un hecho de toda evidencia, que las tendencias son desfavorables para los países exportadores -en una importante proporción- de materias primas o “commodities, por la baja de los precios de sus exportaciones y la contracción del crecimiento de la economía china.

En Iberoamérica se registra el fenómeno sin excepciones desde México a Chile, comprendiendo a Brasil con toda intensidad. La baja del petróleo, el cobre, el hierro, el café, la soja y demás exportaciones regionales sumado a las nuevas preferencias de las inversiones financieras por los EEUU, completan el panorama. La caída abrupta de las tasas de crecimiento y la constante devaluación de sus monedas, confirman este escenario de contracción.

La excepcionalidad del caso argentino

La Argentina actualmente no es una excepción, sino que registra una situación notoriamente más grave, por responsabilidad del modelo kirchnerista. Pero puede serlo a partir del 10 de diciembre próximo.

No es que se vayan a modificar los precios de nuestras exportaciones, sino que se pueden y deben modificarse los beneficiarios de los precios internacionales, por la modificación de la política cambiaria y del tratamiento fiscal de las exportaciones. En el futuro si se quiere crecer, no obstante la baja de los precios de nuestras exportaciones, se debe quitar el descuento a favor del Estado y el consumo, que se encuentra en la sobrevaluación del peso y los impuestos a las exportaciones.

Es decir debe derogarse la ilusión disparatada que la Argentina puede desenvolverse con un esquema de precios internos diferentes a los del mercado internacional. Esta disparidad, además de otras negaciones de la economía ortodoxa, es un invento argentino “flor de ceibo”, que la experiencia ha demostrado que lleva al atraso y la pobreza.

Sin embargo, de cara al futuro puede tener el efecto favorable de que podamos crecer en el siguiente período -a pesar de la caída ya producida del mercado internacional-, por los efectos favorables del cambio con la nueva política económica.

En el Brasil, por ejemplo, como en los demás países de la región, desde hace muchos años que sus precios internos se han ajustado al nivel internacional -salvo para las industrias protegidas-, por lo que ahora al deprimirse los precios externos se deprimen los internos, paralelamente. Y en el orden financiero el Brasil va a perder gran parte de los 60.000 millones de dólares de inversiones extranjeras anuales que tuvieron en los últimos años, sucediendo lo mismo en los demás países, excepto México por reflejo del mejoramiento de la economía de los EEUU.

La Argentina por el contrario puede incrementar sus precios internos, percibido por sus sectores exportadores, y consecuentemente aumentar su producción y ventas al exterior, pero sin la quita de las retenciones ni la sobrevaluación del peso. Además por las perspectivas de mejoramiento económico vamos a multiplicar los míseros 7 mil millones de inversiones extranjeras que recibíamos y revertir la fuga de dólares.

También la Argentina por salir del default de su deuda externa, tendrá el beneficio de la apertura del mercado financiero internacional en condiciones mucho más convenientes.

Por eso podemos proyectar un crecimiento al 10% anual

Para crecer al 10% anual Argentina necesita primero aumentar las exportaciones en un 4% de su PBI por año, las que se proyectarán sobre la economía en general, originando un aumento del 10% del PBI. Al comenzar las exportaciones serán mayoritariamente materias agrarias, y agroindustriales, más los productos industriales de los sectores más competitivos. Pero a medida que se modernicen, se incrementaran los productos industriales y los servicios. Los precios de los sectores no transables bajaran proporcionalmente por que no podrán aumentar al ritmo de los transables, por efecto de la competencia.

Los consumidores, deberán ser compensadas por los efectos del aumento de los precios de los productos transables -exportables e importados- en los índices de los precios al consumidor. Y los trabajadores en el transcurso del año deberán negociar con las empresas el aumento que les corresponda por el incremento del PBI por habitante.

Es decir los beneficios derivados del aumento del PBI se distribuirán entre todos los sectores de la población. Pero los sectores de la exportación tendrán un reajuste mayor por la eliminación de la confiscación que se les practica a través de la sobrevaluación monetaria y los impuestos a las exportaciones. El equilibrio de la balanza de pagos se habrá logrado por estas dos medidas.

Y el sector que disminuirá sustancialmente su participación en el PBI será el Estado -nacional, provincial y municipal-, cumpliendo mejor sus funciones, por obra de un aumento sustancial de su productividad, como sucede en los países bien administrados como Australia por ejemplo. Sumado a la eliminación del déficit fiscal.

Solamente en el capitulo de las inversiones estatales habrá un aumento sustancial para modernizar la infraestructura al nivel del 5% del PBI para tener un a red troncal de autopistas, y las rutas complementarias, un nuevo ferrocarril que cubra todas las regiones del país, puertos de aguas profundas que disminuyan los fletes internacionales y puertos y aeropuertos, marítimos y fluviales y aéreos, debidamente equipados, a costos internacionales, y la cobertura completa del déficit de la vivienda, en su mayor parte a través del préstamo bancario como sucede en todos los países que han resuelto este problema.

Deben evaluarse correctamente dos reformas más. La monetización de la economía a través del incremento del crédito bancario al sector privado no financiero y la eliminación de la inflación.

En definitiva, la Argentina puede enfrentar el período que se inicia políticamente el 10 de diciembre próximo, con la seguridad de encontrar en él una ocasión para alcanzar un alto crecimiento, y tener en 12 años el ingreso propio de los países desarrollados, con todas las notas sociales y culturales propia de esa condición, si cambia abruptamente del modelo kirchnerista, responsable del estado actual de grave decadencia de las instituciones republicanas, un bajo ingreso por habitante y una gran desigualdad social.

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