Por Luis Alejandro Rizzi.-

Arthur Nussbaum decía que “en el fenómeno de la moneda, la actitud de la sociedad, diferenciada de la del Estado, es de fundamental importancia…” y esto es bien conocido por la sociedad argentina, que ha hecho del dólar estadounidense su medida de valor para establecer sus prioridades económicas.

Esa actitud de la gente se explica fácilmente en el hecho de que nuestra moneda de curso legal ha perdido trece ceros en poco más de 40 años y hoy un billete de $ 100,00 equivale a U$S 6,65 cuando hace solo catorce años la relación, artificial por cierto, era de $ 1,00= U$S 1,00, hoy esa relación sería $ 1,00 = U$S 0,06, es decir un 1500% menos.

Es obvio que en la Argentina no hay moneda dado que nuestro “peso” no cumple con ninguna de las tres funciones clásicas de la moneda: instrumento o medio común da cambios, denominador común de valores y patrón de cambios diferidos.

El gobierno “k” con la moneda hizo lo mismo que hizo con el sistema estadístico, la destruyó; y así como el INDEC nos brinda índices que nada tienen que ver con la realidad, nuestra moneda no tiene “valor”, por ese motivo la gente gasta su dinero y lleva su velocidad de circulación a un nivel que envidia la Formula 1, no hay motor que la puede superar.

Lo gracioso o trágico es que a Kristina la enorgullece que se hayan gastado más de U$S 11.000 millones en viajes al exterior o el llamado “dólar ahorro”

Este solo hecho que el propio gobierno venda dólares a un precio irrisorio para ahorro es la confesión más patética del fracaso de la política económica y de la falta de idoneidad de quienes son responsables de su expresión y ejecución.

Este tremendo desorden de las variables y el desajuste de los precios relativos expresan groseramente la falta de una estética económica que facilite la comprensión de nuestros problemas.

Por ejemplo 324.549 mil millones son los pesos invertidos en las llamadas “LEBAC”, más de $ 500 mil millones de pesos existentes en plazos fijos, obviamente constituyen una cuestión ya que si ese dinero se volcara al mercado, sería imposible no solo fijarle un valor a la moneda estadounidense sino a todos los bienes y servicios disponibles.

El exceso de pesos en relación a la oferta de bienes y servicios desde ya constituye un “desajuste” que según la RAE significa: “Desigualar, desconcertar una cosa de otra”.

Por lo tanto ajustar que significa: “Conformar, acomodar algo a otra cosa, de suerte que no haya discrepancia entre ellas” es una consecuencia lógica del desorden que está dejando el gobierno “Kristinista”, con la participación necesaria de lo que Jorge Asís llama “peronismo vegetal”.

Aníbal Fernández dijo que si ganara Macri el peso se devaluará un 67% ya que el precio del dólar se iría a los $ 16,00 y agregó que “se acabarían los viajes al exterior”, justo cuando el Banco Central el pasado 27 de octubre disminuyó las ventas de dólares sin autorización previa a todas las empresas de US$ 150.000 a US$ 75.000 diarios, hecho que ya impactó negativamente en el turismo emisivo.

Los precios de servicios turísticos como el alquiler de automóviles, pago de estadías hoteleras, excursiones se debe hacer al cierre de la operación es decir inmediatamente previo a la salida o hacerlo una vez que llegue al destino. “Si hoy hago una venta para viajar en enero, febrero o junio próximos el comprador deberá pagar cuando llegue a destino, en efectivo o con tarjeta de crédito, al tipo de cambio de ese momento”, como me decía un mayorista de viajes antes de escribir esta nota.

Como vemos el país carece de moneda por lo tanto es imposible fiarle un precio al dólar o las cosas.

Empezábamos la nota oca la cita de Nussbaum y hoy no solo el dólar los bienes y servicios valen lo que la gente esté dispuesta a pagar, por eso la tarea esencial es restablecer el valor de nuestra moneda y recién a partir de ese momento sabremos cuánto valen las cosas y donde estamos parados.

Claro está, esta tarea será compleja ya que hay que ver como se financia el 8% del déficit fiscal y el déficit cuasi fiscal generando por el Banco Central ya que si bien hay decisiones que se deben tomar inmediatamente de haber Asumido el gobierno, la gran cuestión será el modo de ejecución.

Algunas decisiones se podrán ejecutar en forma de “shock” y otras no.

Por ejemplo la administración de Aerolíneas Argentinas y Austral insumen U$S 1,8 millones por día. Este subsidio es intolerable ya que lo único que nos muestra es que ambas empresas serían inviables.

Pues bien el esfuerzo -dado que las empresas se mantendrán en funcionamiento- será para hacerlas sustentables y ello solo se puede lograr con la participación activa de su personal.

Por lo tanto habrá que crear un programa que como mínimo debería implementarse en un plazo de tres años.

Este programa deberá estar abierto a todo el personal, por medio de los gremios que lo representan, deberá elaborarse de común acuerdo y una vez que se haya cumplido con el necesario programa de capacitación comenzará la incorporación a puestos de dirección, previo un sistema transparente de selección.

Entre tanto los representantes gremiales deberían asistir a las reuniones de directorio sin voto pero con voz.

En simultáneo habría que proponerse metas para que en ese mismo lapso, el subsidio del estado se reduzca a “cero” y si este objetivo no se lograra habría que admitir que las empresas son inviables.

Las empresas del estado, en principio no deben ser extractivas de recursos ni destinatarias de las rentas de la nación, por el contrario deben generar recursos que se deben destinar a los programas de asistencia social de las clases sociales más necesitadas y desprotegidas, por eso salvo excepciones muy contadas, quizás los servicios ferroviarios, los resultados de las empresas del estado nos deben preocupar.

Para no extender en demasía nos quedaría la cuestión del cepo.

El cepo tiene un objetivo fiscal, dado que no altera el precio del llamado “dólar oficial”, sino por medio de la compra de dólares para turismo o ahorro, el fisco recauda anticipadamente impuestos que se imputan a ganancias o bienes personales.

Quizás esta percepción, de eso se trata, deba fijarse por ley por un tiempo limitado porque es obvio que el nuevo gobierno asumirá en estado de emergencia generada por los “desajustes” Kristinistas”.

La cuestión, si la referimos exclusivamente, al precio del dólar es abstracta ya que en estas condiciones, y como dijo el mismo Macri, sólo Dios sabrá cuál es su precio en la Argentina.

El cepo se derogo solo, salvo por las percepciones fiscales, pero como tal se esfumó ya que el Banco Central se quedó en Pampa y la vía… sin dólares y me pregunto cuánto vale lo que no hay… la repuesta ya la dimos.

Lo que la gente se le ocurra pagar, pero los precios no se debe fijar así.

¿No le parece? Como decía Américo Barrios.

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