Por Víctor Beker.-

En ediciones anteriores advertíamos sobre el retraso cambiario generado por el estancamiento en la cotización del dólar en el mercado de cambios y el incremento en el precio de los bienes no transables.

Como señalamos en dicha ocasión, el objetivo de la devaluación fue promover un cambio de precios relativos a favor de los bienes transables (aquellos que son objeto del comercio exterior). De este modo, se procuraba incentivar las exportaciones y encarecer las importaciones.

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Por otra parte, no se avizoran perspectivas de corrección por parte del mercado. Por el contrario, el masivo ingreso de dólares financieros mantendrá deprimida la cotización de la divisa americana. Si bien son de esperar menores niveles de inflación en los próximos meses, no parece plausible confiar en una recuperación de la paridad real. Antes bien, parece más razonable prever un mayor deterioro, aunque a una velocidad menor que la registrada hasta ahora.

Ello implica que habrá sectores de las exportaciones no tradicionales que enfrentarán dificultades crecientes para exportar y sectores que compiten con las importaciones que hallarán una creciente competencia del producto importado.

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Mercado de trabajo: un 60% tiene problemas de empleo

A partir de que el INDEC reinició la publicación de estadísticas veraces, los argentinos fuimos invadidos por una avalancha de malas noticias. Los datos, que permanecieron ocultos durante una década, ven ahora la luz a borbotones y muestran la realidad tal cual es.

La pobreza alcanza a un tercio de la población del país, es decir a más de 13 millones de habitantes. Por otro lado, el relevamiento realizado por la Encuesta Permanente de Hogares detecta que un 37,7% de la población económicamente activa no completó la escuela secundaria. Esto totaliza unos 7 millones de habitantes.

Pero hay otros datos que describen un panorama nada auspicioso en el mercado de trabajo.

La desocupación en el segundo trimestre del año ascendió a un 9,3%, con un pico del 11,2% en los partidos del Gran Buenos Aires, la zona más densamente poblada del país. Para los jóvenes menores de 29 años de edad, el desempleo a escala nacional trepa al 18,9%: 22,3% en el caso de las mujeres y 16,6% para los varones. En este segmento se concentran los llamados “ni ni” -ni estudian ni trabajan-, muchos de los cuales carecen de una cultura del trabajo, ya que no vieron trabajar ni a sus padres o madres ni a sus abuelos. En el Gran Buenos Aires, la desocupación entre las mujeres menores de 29 años de edad alcanza un pico de 25%.

A la desocupación se agrega un 11,2% de subocupados -trabajan menos de 35 horas semanales por causas involuntarias- y un 26,6% de sobreocupados, que trabajan más de 45 horas semanales.

A su vez, los ocupados y subocupados que demandan empleo alcanzan a un total del 23,4% de la PEA.

Si sumamos los desempleados, los subocupados y ocupados que buscan trabajo más los sobreocupados[1], se concluye que un 59,3% de la población económicamente activa presenta problemas de empleo y que sólo un 37,2% tendría un empleo “normal”. Es decir, sobre un total de 20 millones de integrantes de la PEA, sólo 7,4 millones estarían en esta última condición.

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Por otro lado, del total de 14 millones de asalariados, un 33,4% no está registrado, es decir que carece de descuento jubilatorio y obra social. Esto totaliza unos 4,7 millones de trabajadores que, además, ganan entre un 30 y un 50% menos que lo que obtendrían por igual empleo en blanco.

Esa informalidad cae al 7,8% en Tierra del Fuego, pero trepa al 44,8% en Salta y al 42,3% en Tucumán.

Esta radiografía plantea un enorme desafío. Es preciso crear empleo, pero sobre todo empleo de calidad, que permita no sólo reducir la desocupación y la subocupación, sino también disminuir drásticamente el empleo informal y precario. Para ello, se requiere un verdadero shock de inversiones productivas que dinamice el crecimiento económico y la demanda de trabajo.

Evolución de la deuda pública

De acuerdo con la información suministrada por la Secretaría de Finanzas, la deuda del sector público nacional ascendía al cierre del 2º trimestre a 258.892 millones de dólares. Esto implica un incremento del 68% respecto del nivel de fines de 2005 y del 7,6% con relación a fines de 2015 (ver Gráfico).

Durante la década del supuesto “desendeudamiento”, las obligaciones del sector público crecieron casi un 70% y en los primeros 6 meses de este año se registró un nuevo incremento, esta vez de casi 8%.

El total de la deuda pública representa un 55% del PIB, es decir menos de la mitad del 120% que totalizaba antes de la reestructuración de 2005, pero mucho más que el 39% alcanzado en 2011. Por otra parte, la mitad tiene por acreedores a agencias del propio sector público, cuando en 2005 este componente alcanzaba apenas el 6% del total. Es decir, el proceso de “desendeudamiento” consistió básicamente en reemplazar a los acreedores privados por agencias del sector público como ANSES, PAMI, Banco Central, etc. Esto significa asegurar una renovación virtualmente automática a cada vencimiento y trasladar el riesgo de incumplimiento a dichos organismos del Estado.

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En cambio, la deuda con el sector privado alcanza apenas al 19% del PIB, cuando trepaba al 91% en 2004.

Este cuadro de situación implica que la deuda pública argentina se encuentra en una cuarta etapa de su evolución. Hasta los años 70, los principales acreedores eran los organismos financieros internacionales; a partir de entonces pasaron a ser los grandes bancos del exterior; en los 90 fueron los inversores en bonos, y a partir de 2008 cobraron relevancia los organismos del propio Estado argentino. Hoy, son los mayores tenedores de títulos del gobierno nacional y, por lo tanto, los más expuestos al “riesgo argentino”.

El perfil de vencimientos de la deuda con el sector privado muestra un pico en 2017, con más de 15.000 millones de dólares, entre capital e intereses, lo cual seguramente será refinanciado, teniendo en cuenta la actual buena disposición del mercado internacional de capitales hacia la Argentina y el hecho señalado de que los principales acreedores actuales forman parte del sector público nacional.

Índices de inflación

Publicamos a continuación las variaciones mensuales y anuales disponibles de índices de precios al consumidor del INDEC y de las provincias de Córdoba, Mendoza, y San Luis así como de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La provincia de Neuquén interrumpió la publicación de dicho dato a partir de julio pasado.

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Calcula tu inflación

Con esta denominación, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires pone al alcance de los consumidores de este distrito un programa que les da la posibilidad de calcular cómo la inflación los afecta personalmente.

En el sitio https://www.estadisticaciudad.gob.ar/tuinflacion/ se puede cargar la estructura de consumo del grupo familiar y calcular la inflación registrada.

Es habitual que los ciudadanos tengan la sensación de que el incremento de precios que registra el índice oficial no coincide con el que le indica su bolsillo. Muchas veces, ello tiene que ver con la particular estructura de su gasto, que puede diferir significativamente de la canasta promedio tomada en cuenta en el cálculo de los índices oficiales. Por ejemplo, un vegetariano tendrá una percepción de la inflación que dependerá mucho más de la evolución del precio de las frutas y verduras y poco o nada del precio de la carne. En un mes en el cual subieron de precio aquellos productos, el incremento en el costo de su canasta de consumo excederá el que registra la canasta promedio y que se refleja en el índice oficial.

Muchos institutos de estadística en el mundo pusieron en marcha programas similares al implementado por la Ciudad de Buenos Aires. Buscaron de esa manera posibilitar a cada ciudadano encontrar una explicación a la discrepancia entre su percepción de la inflación y la que arroja el índice oficial. Ello también ayuda a planificar mejor el gasto de consumo, detectando las causas de su aumento.

Tras los diez años que duró el apagón estadístico del INDEC, se asiste hoy a un renacimiento de la información que permaneció oculta o fue manipulada durante aquel período.

Mientras tanto, en el mundo se registraron importantes avances en la materia. Uno de ellos fue el suministro de aplicaciones como la que acaba de poner en funcionamiento el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Esperemos que su ejemplo sea imitado por el INDEC y otras direcciones de estadísticas locales.

Índice de Equilibrio Fiscal

En septiembre se registró una leve desmejora en el equilibrio fiscal. El índice respectivo tuvo un retroceso de 0,7% respecto de agosto. Recordamos que el índice se calcula como el cociente entre los gastos primarios corrientes y de capital y los ingresos tanto corrientes como de capital. El valor 100 indica una situación equilibrada (ingresos iguales a los gastos). Por encima de dicho valor denota superávit, y por debajo, déficit.

La caída experimentada en septiembre se debió mayormente al incremento en los gastos de la seguridad social y, en menor medida, a los pagos de subsidios a las empresas de energía. Cabe recordar que, en agosto último, se modificó el presupuesto para incrementar en 11.500 millones de pesos el monto anual destinado a subsidiar la luz y el gas. Si bien los ingresos totales del mes registraron un aumento del 2%, los gastos lo hicieron en un 2,6%, siempre con relación a agosto.

Desde el punto de vista interanual, los ingresos primarios crecieron un 27,4%, pero los gastos lo hicieron en un 36,7%.

Índice de Equilibrio Fiscal

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Nueva baja en el Índice de Capacidad de Pago

El ICPA registró en septiembre un retroceso con relación al mes anterior, cayendo un 34,7% respecto del nivel alcanzado en agosto.

En septiembre no sólo creció el déficit fiscal primario, sino que también cayó el nivel de reservas del Banco Central y se deterioró el balance comercial. Este último resultado fue producto de una caída en las exportaciones que no fue compensada por la merma registrada en las importaciones.

Recordemos que el ICPA se elabora en base a un promedio ponderado de cuatro indicadores: resultado fiscal primario medido en dólares oficiales, tipo de cambio real, reservas del Banco Central y saldo de la balanza comercial.

Si bien se registró una leve mejora en el tipo de cambio real, ello no fue óbice para que el resultado fuera el que destaca el título de esta nota.

Índice de la Capacidad de Pago de Argentina

(Base junio 2001=100)

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NOTA:

[1] Se adopta el supuesto de que los sobreocupados no están buscando empleo.

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