Por Guillermo Cherashny.-

A la vuelta de las vacaciones, Marcos Peña, el jefe de gabinete, anunció que la intención gubernamental es que el aumento salarial no pase del 15%, sin cláusula gatillo, como quieren los sindicatos. No le falta razón al Gobierno, ya que Chile e Israel también tenían inflación muy alta y, en base a la inflación esperada y no la pasada, en algunos años la redujeron a un dígito. El problema es que en el 2017 el Gobierno esperaba una inflación de entre 12 y 17% que al final fue del 24,8%. Ahora el Gobierno espera el 15%, pero los aumentos de luz, gas, agua, inmobiliario urbano, transporte, es del 70% promedio, por lo cual es muy probable que este 2018 se repita el 25% del 2017, ya que además hay que agregar que el dólar a $ 19,25 entre diciembre y enero subió el 10% y el petróleo el 15%, por cual es necesario un aumento de los combustibles de entre 15 y 17%, lo que pone un piso de 7 u 8% para el primer trimestre del 2018. Es decir, en tres meses se produce la mitad de la pauta esperada para todo el año.

Ayer se renovaron 400.000 millones de pesos en LEBACs y la tasa bajó del 28,75% al 27,24%, como esperaba el mercado, por lo cual vuelve la bicicleta financiera para este año y la bicicleta produce el crecimiento de los agregados monetarios, es decir, la emisión para comprar las divisas que provienen del endeudamiento externo, que será este año del orden de los 30.000 millones de pesos.

Entre los economistas se espera entre el 19 y 20%, pero el año pasado, cuando la pauta máxima era del 17%, se esperaba 20/21%, y se equivocaron porque llegó al 25%, de modo que los sindicatos no aceptarán lo que exige el Gobierno y muchos revelarán negociados para que los gremios hociquen y acepten la reforma laboral.

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