Por Hernán Andrés Kruse.-

En su edición del 7 de agosto, Página 12 publicó un artículo de Alfredo Zaiat titulado “Pan para hoy”, en el que analiza el impresionante y rápido endeudamiento en dólares de las provincias.

Las provincias han sufrido una feroz caída de sus ingresos por la coparticipación que ha ocasionado una profunda grieta en sus cuentas. La recesión que la población está padeciendo y la caída de la recaudación han ocasionado esa disminución del dinero que las provincias reciben del Estado nacional. La semana pasada el gobierno nacional presentó un nuevo pacto fiscal que se muestra impotente a la hora de cubrir el dinero que la mayoría de las provincias-excepto Santa Fe, San Luis y Córdoba, además de la CABA-viene perdiendo debido a la recesión económica. Algunos cálculos privados han situado la disminución de esos recursos en el orden del 6 al 14 por ciento. Pero ese nuevo pacto fiscal lejos está de ser una obra de caridad: en efecto, el gobierno nacional exige que las provincias beneficiadas ajusten sus cuentas fiscales para bajar el déficit, lo que finalmente no hace más que alimentar el endeudamiento. Vale decir que el gobierno nacional obliga a las provincias a aplicar la misma política de endeudamiento que la que él mismo ejecuta. Conscientes de la necesidad de endeudarse, las provincias comenzaron a colocar títulos de deuda en pesos y en dólares con el objetivo de cubrir gastos corrientes de sus presupuestos, o lo que es lo mismo, los cráteres de sus cuentas públicas provocados por el excesivo incremento del gasto público. Ahora bien, también podrán endeudarse a través del Foro de Garantía de Sustentabilidad de la Anses a una tasa subsidiada del 15% anual. Cuando una familia se endeuda pierde su autonomía, queda a merced de sus acreedores. Idéntico razonamiento cabe aplicar en relación con las provincias. Aplicando esta política de endeudamiento los actuales gobernadores están hipotecando el futuro de las nuevas generaciones. La “ayuda” del macrismo a las provincias lejos está de ser inocente porque de ese modo maquilla con deuda la ausencia de dinero provocada por una recesión autoinfligida, con lo cual crea las condiciones para que las cuentas provinciales entren en crisis afectando seriamente el sistema jubilatorio.

Marcos Peña, jefe de Gabinete, dijo que la crisis que había en el país no se podía ver, era latente, y todas las medidas que tomó el gobierno nacional tuvieron como objetivo evitar que la sociedad fuera sacudida por crisis como las de 1989 y 2001. Según el oficialismo, como los argentinos no percibíamos una crisis que era real el presidente de la nación se vio obligado a aplicar una cirugía sin anestesia para evitar el cataclismo. Es cierto que ahora hay una crisis bastante complicada pero de no ser por las medidas económicas que se tomaron la crisis sería mucho más grave. La presente crisis, sostiene Zaiat, es consecuencia directa del tarifazo, la recesión y el deterioro de las cuentas públicas que, además de provocar los actuales cimbronazos, están incubando otras crisis de grandes proporciones, como la de las deudas de las provincias. Si bien hacia fines del año pasado el país no era una panacea, la economía de Cristina Kirchner no hubiera conducido necesariamente a una crisis como la provocada por el macrismo. Lo que hizo el gobierno nacional fue sencillamente construir una crisis donde no la había. Tal el caso de la deuda externa de las provincias, cuyos gobernadores no se valen ni de pesos ni de dólares para pagarla. El presidente mucho tuvo que ver en el endeudamiento de las provincias. En otros términos: Macri les originó a los gobernadores la deuda de sus provincias y es el mismo Macri quien les señala cómo se debe solucionar el problema. Al asfixiar financieramente a los gobernadores para disciplinarlos políticamente (práctica habitual del presidente de turno), Macri se presenta como el gran salvador acercándoles los recursos que necesitan desesperadamente para aliviar sus cuentas fiscales. Esos dólares, además, han hecho posible el incremento del stock de reservas del Banco Central y que le han permitido a su titular, Federico Sturzenegger, disimular la caída de reservas ocasionada por la fuga de divisas. Según lo informado por el balance Cambiario dado a conocer por el Central, desde que se liberalizó el mercado hasta finales de junio se fugaron 8010 millones de dólares.

Según la consultora Economía&Regiones las transferencias automáticas a las provincias crecieron durante julio 32,5% interanual, lo que implica una caída de 5,6% en términos reales-lo cual incluye el cumplimiento de los fallos de la Corte Suprema y el incremento del coeficiente de participación de CABA-. Las transferencias únicamente crecieron, si se eliminan tales efectos, el 23,9% interanual. Durante los primeros 7 meses de este año las provincias recibieron en concepto de coparticipación 302.128 millones de pesos que comparados con los giros recibidos durante el mismo período del año anterior, implican un aumento del 35,4 por ciento. Según Zaiat la caída en términos reales es más pronunciada ya que según todas las mediciones la inflación anual se sitúa entre el 42 y el 45 por ciento. A raíz de ello, las provincias deberían haber recibido más dinero (entre 20 mil y 30 mil millones de pesos) en caso de que los ingresos por coparticipación hubieran acompañado la evolución de los precios. La recesión y los menores recursos que perciben en concepto de coparticipación han provocado en muchas provincias un fuerte deterioro fiscal, lo que ha provocado una señal de alerta que por ahora es disimulada con el festival de deuda interna y externa. En un documento titulado “Los desafíos de las deudas provinciales” publicado por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento, Walter Agosto advierte que “la salida de varias jurisdicciones a los mercados internacionales para obtener financiamiento en una situación de desequilibrio fiscal generalizado, renueva la necesidad de establecer mecanismos y procedimientos explícitos para la gestión de la deuda y la autorización de nuevo endeudamiento”. Lo que ha hecho el gobierno de Macri es autorizar a las provincias a endeudarse en dólares sin límite alguno. Estamos cerca de una tormenta perfecta. Así lo explica Zaiat: “Las provincias, a diferencia de la Nación, no emiten pesos para cancelar intereses y capital de la deuda, dependiendo de los ingresos propios y de los recursos de coparticipación. Esos pasivos en moneda nacional pueden ser refinanciados por la Nación, como sucedió en ocasiones pasadas. Con los nominados en dólares la situación es más complicada. La Nación puede acumular reservas en el Banco Central vía dólares provenientes del comercio internacional y también por endeudamiento. Las provincias en cambio no reciben dólares por exportaciones, y dependen exclusivamente de otras colocaciones de deuda en dólares para cancelar pasivos en esa moneda. Como se trata de provincias, los bancos internacionales exigen tasas más elevadas que las pedidas a la Nación, y si el deterioro económico avanza, la tasa de interés reclamada será aún más elevada. Es un camino conocido que derivará en un salvataje de la Nación, en caso de contar con esos dólares en el Banco Central, o la declaración de insolvencia”.

En la misma edición, Página 12 publicó la entrevista que el dirigente gremial Juan Carlos Schmid, enrolado en el moyanismo, le concedió a Martín Granovsky. El dirigente fue tajante al afirmar que de ninguna manera el poder sindical buscaba un estallido: “No, ni el movimiento obrero ni los compañeros que se van a movilizar de San Cayetano a Plaza de Mayo quieren que la caldera estalle: cuando la caldera estalla se hunde el barco. Nadie busca eso. Pero aparte del foguista y del maquinista también el que está al mando tiene que hacer lo posible por evitarlo. La responsabilidad mayor es la suya”. El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, dijo que no había motivo alguno para la reapertura de las paritarias. Sobre el particular señaló el dirigente sindical: “Es el ministro de Trabajo y dio una opinión de manual. Pero él sabe que más allá de las declaraciones y los ruidos, si la escalada inflacionaria tiene este voltaje los pedidos de aumento serán inevitables”. Luego se refirió al paro y la marcha de San Cayetano a la Plaza de Mayo: “Tanto el paro como la movilización son medidas de acción directa. Para las dos se requiere el cese de actividades” (…) “No solo les hice llegar mi adhesión cálida a los compañeros por una iniciativa tan importante. Quiero entrar en un análisis más a fondo del tema. Cuando nosotros decimos que hay un problema de empleo no nos referimos solo a los despidos recientes de los trabajadores en blanco. Hablamos del derecho de todos al empleo al que aspiramos: registrado, con calidad y con derechos. Es un problema central que preocupa tanto a los compañeros que convocaron a la movilización como a los que estamos en el sector registrado” (…) “Cambió mucho la cancha en las formas de producción y fueron apareciendo nuevos métodos de precarización. Si nosotros pensamos que a pesar de que en la gestión del kirchnerismo se creó una cantidad importantísima de puestos de trabajo y aún así esa precarización se mantuvo, debemos sacar una conclusión: la falta de estrategias para superar el problema no es solo responsabilidad de los sindicatos sino especialmente del Estado. Se crearon muchos puestos de trabajo frágiles” (…) “Hay una nueva composición de la clase trabajadora. Nosotros no dimos cuenta de ese fenómeno. Y el Estado confundió trabajo con empleo”. Así explicó Schmid la diferencia: “un compañero que está en la vereda vendiendo naranjas se gana el sustento. Tiene trabajo. Pero empleo significa trabajo permanente con calificación, con acceso a la seguridad social, con vacaciones y con sindicato. Es un desafío de la Argentina y del mundo”. Respecto a las pymes, remarcó: “Las pymes están definidas por la matriz productiva. Si el Estado arma un fuerte núcleo de producción asentado en las multinacionales o en los grandes grupos nacionales, esto va a signar el comportamiento de las pymes. Si el Estado desalienta a las pymes, las pymes no podrán sobrevivir” (…) “Hay que tener en cuenta que los emprendimientos de pequeñas y mediana escala generan trabajo pero cuando la economía se derrumba terminan muy rápido en la cuneta”. Consideró más adelante que “lo central es discutir la matriz productiva. Y si me pide un ejemplo el tema energético es central. Ningún desarrollo industrial es posible sin abordar el problema en serio. Primero hay que reconocer que tenemos un problema. Es mentira que alguna vez llegamos a la soberanía energética. Hay que llegar a una perspectiva seria sobre plazos, condiciones de inversión y uso de recursos naturales para hacerle frente”. Afirmó que hay que resetear la economía: “Tiene que haber un nuevo abordaje en lo territorial. Los compatriotas no tienen por qué agolparse en cinturones de pobreza alrededor de las ciudades. Y para evitarlo hay que frenar las fábricas de pobreza del interior”. Respecto a los tarifazos fue claro y contundente: “En los servicios públicos es preciso establecer un cuadro tarifario que la gente esté en condiciones de pagar. Supongamos, como una hipótesis, que la Justicia sentencia que está bien lo que aumentó el gobierno. Y que después el gobierno establece que las tarifas adeudadas pueden pagarse en dos cuotas. Igual no lo va a poder pagar nadie. En esto ya no hay ni audiencia pública que valga. Hay que frenar, revisar todo y empezar de nuevo”. Finalmente, aludió a la unidad del sindicalismo: “la potencia de una central obrera de alguna forma también responde al grado de desarrollo político y de interlocución social. Para tomar un ejemplo lejano, la central obrera alemana es muy potente y participa de las decisiones industriales. Tiene sombras, claro, pero quién puede dudar de su voz poderosa al momento de discutir el impacto de las medidas económicas. Y los obreros alemanes son los mejor pagos del mundo. No creo que nos parezcamos a Alemania, aclaro. Hablo de un ejemplo de interlocución para lograr un ejercicio político y un desarrollo económico de construcción de una industria y una sociedad”.

Difícil lograr esos objetivos si al frente del movimiento obrero están Hugo Moyano, Antonio Caló y Luis Barrionuevo…

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