Por Guillermo Cherashny.-

En estos días, en Miami, el importante banco de inversión JP Morgan, con sede en Wall Street y en las capitales financieras del mundo, reunió a personalidades de los países emergentes -donde nuestro país no ocupa un lugar de relevancia, pero lo suficiente para que el banco haga un pronóstico del año electoral, donde señala que Macri tiene un 65% de las posibilidades de ganar un ballotage y se basa en los estudios electorales de la consultora Poliarquía y su preocupación es muy interesada, porque es el principal inversor en dólares convertidos a pesos en el carry trade que hay en la Argentina. Por ese banco de Wall Street pasaron Alfonso Prat Gay y Miguel Gutiérrez, actual presidente de YPF, y para sus inversores sería una catástrofe que ganara Cristina, por su antecedentes populistas, aunque, si la ex presidente se pone competitiva, el 22 de junio seguramente dará el consejo a sus inversores que dolaricen y compren dólares, lo que provocaría una fuga de capitales muy parecida a la del 2018 y pondría entre las cuerdas al plan económico y la estabilidad cambiaria y bancaria. Pero en el JP Morgan confían en lo que le dicen Dujovne y Sandleris, además del board del FMI, que sostiene que hasta noviembre el gobierno tendrá una tablita cambiaria o bien retrasará el tipo de cambio aún con altas tasas de interés, por lo cual creen que a partir de mayo la inflación puede bajar al 2% mensual o un poco menos. La historia argentina, desde la nefasta época de Martínez de Hoz, pasando por otras experiencias en donde la tasa alta retrasaba el tipo de cambio, siempre terminaba con una explosión cambiaria y fuga de capitales y el interrogante es saber cuándo puede pasar. Evidentemente el JP Morgan cree que recién se dará esa situación después de las elecciones, como muestra la historia argentina, aunque hay cisnes negros que dinamitan la explosión en medio del proceso electoral.

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