Por Guillermo Cherashny.-

Cumplidos seis meses del mandato de Sergio Massa, se puede hacer un balance del 1 de agosto a fin de enero pasado y se puede decir, como señala Domingo Cavallo: «Massa ha logrado estabilizar las variantes», lo que parece un objetivo reducido para quien cuando asumió fue llamado «superministro». Al sentarse en el palacio de hacienda, las tasas de interés eran muy inferiores a la inflación, con lo cual se financiaba la corrida en dólares que estaban disparados sin techo, las tarifas de gas, luz, agua se aumentaban al 10% anual -muy por debajo de la inflación-, los precios de telefonía celular, internet y televisión por cable, dólar atrasado, déficit fiscal cerca del 4% del PBI, incumpliendo el acuerdo con el FMI que se había firmado en marzo del 22.

Es decir que el gobierno de Alberto Fernández estaba con un ritmo seguro de colisión y a las puertas de una elección anticipada, porque el kirchnerismo, el sector mayoritario de la coalición, quería la cabeza de Guzmán, el entonces ministro de economía, y el presidente, empecinado en mantenerlo hasta que el ministro renunció, y entonces AF designó -sin consultar- a Silvina Batakis como ministra, que anunció el cumplimiento del acuerdo con el FMI pero si poder tomar las medidas para cumplirlo. Esa gravísima situación motivó un encuentro entre AF y CFK y se acordó la llegada de Massa al ministerio de economía, con el apoyo total de la coalición, y también se decidió cumplir con los organismos internacionales de crédito, porque de otro modo el país explotaba. Entonces, la primera medida fue aumentar la tasa de interés por encima de la inflación y tratar de parar la fiebre por el dólar. Pero el atraso cambiario no se podía recuperar con una devaluación, porque el índice precios de julio fue del 7,4%, por tanto, si se devaluaba, el índice mensual se iba al 15/20 mensual.

Se comenzó a reducir el gasto público, que crecía al 10% encima de la inflación, y se redujo al 6% por debajo de la inflación, cumpliendo la meta del 2,4% del PBI con el FMI, el BCRA dejó de emitir para financiar al tesoro. Se decidió un aumento de tarifas segmentado, que reduce el déficit fiscal pero a la vez produce inflación, al mismo tiempo, la cámara contencioso administrativa liberó las tarifas de celulares, internet y cable. Y al fin de la primavera se confirmó que se venía una sequía peor que la del 2018 y ese fenómeno climático produce aumentos en frutas y verduras.

Así las cosas, el 6% de enero es con varios precios de la economía que antes estaban congelados y ahora normalizados en parte y con la posibilidad de reducir la inflación a partir de abril entre el 4 y el 5% y esperar un ritmo descendente, aunque en un camino muy difícil pero dentro del programa comprometido con el FMI y terminar el mandato con una inflación cercana a la mitad de ese fatídico 7,3% de julio del 22, siempre con la reducción del gasto público y la no emisión para financiar al tesoro.

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