Por Guillermo Cherashny.-

Poco más de 10 días de la asunción de Alberto Fernández, día a día se registran subas de los bonos de la deuda externa Argentina desde que se conoció el contenido de la ley de emergencia que se mandó al congreso para su aprobación. En efecto, si bien son aumentos de impuestos, éstos equivalen a entre el 1,5 y 1,8% del PBI, lo que garantiza un equilibrio de las cuentas públicas. Si bien Guzmán anticipó que no espera superávit fiscal para el 2020, dado el fuerte incremento de impuestos, da como resultado un posible balance favorable del 1%, aunque todo depende si los incentivos al consumo permiten una reactivación, no sólo para el verano sino para todo el año. La solvencia fiscal es muy buena noticia para el FMI y los bonistas del exterior y una mala para los afectados por la presión impositiva pero garantiza una buena negociación para salir del default virtual que dejó el gobierno de Mauricio Macri.

Guzmán se fijó un tiempo límite para el reperfilamiento que no va más allá del mes de marzo y la decisión de suspender el índice de actualización de las jubilaciones apunta a la desindexación de la economía que es lo que reclama el FMI y los acreedores externos con los cuales se intenta negociar dos o tres años sin pagar capital e intereses y quizás con una quita del 20%. También el ministro Guzmán le dará una prueba al mercado con la emisión de letras de tesorería que fueron suspendidas por el gobierno de Macri porque nadie le quería financiar y que generó ese reperfilamiento sin sentido antes de fijar un cepo al tipo de cambio y ahora Martín Guzmán quiere recuperar el crédito local.

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