Por Jorge Ingaramo.-

Se presenta un Plan de metas inflacionarias, que requiere de una clara reducción del déficit fiscal y una mejora en su financiamiento. Los objetivos son normalizar la tasa de inflación argentina en 2017, equilibrando al sector público de manera gradual y conseguir una mejora en el Tipo de Cambio real. Como se verá, no hay shock; pero tampoco un gradualismo que haga perder la paciencia.

Metas inflacionarias.

Se parte del supuesto que el Tipo de Cambio libre rondará los $/U$S 14 y se mantendrá cuasi-fijo hasta conocer el balance cambiario, luego del ingreso de la cosecha gruesa. En el segundo semestre, se acomodará ligeramente hasta alcanzar los $/U$S 15 a fin de año.

La inflación acumulada de enero a noviembre de 2015 fue prácticamente similar al crecimiento de la Base Monetaria, es decir 26,4%. El efecto de la reciente devaluación se transmitiría a los precios, con subas del 4% para diciembre de 2015 y de 3%, por mes, para enero y febrero de 2016. Es menester el mantenimiento de una política monetaria consistente con el logro de este objetivo.

Las nuevas metas inflacionarias implican un crecimiento de los precios de 1% mensual entre marzo y junio; 0,5% entre julio y septiembre y 0,4% entre octubre y diciembre.

El objetivo inflacionario, entonces, es un crecimiento de los precios del 13,4% en 2016; una sustancial reducción con respecto al 31,4% (provisorio) del año anterior. La inflación estimada para 2017 sería del 5%.

Nota: se manejan sólo cinco variables, para facilitar la comprensión de esta propuesta.

El Plan fiscal.

Hasta ahora, se unificó el mercado cambiario, se estableció una tasa de interés que estimula la demanda de pesos, se consolidó (en parte) el Balance del Banco Central y se promovió una política cambiaria de flotación sucia. Pero no se enunció un plan fiscal, no hay programa monetario cuantitativo, no hay metas de inflación y no se conoce aún el set de precios relativos (ni hablar del caso de las tarifas públicas) que provocaría el incremento de las inversiones, así como la certidumbre (o previsibilidad) a la hora de discutir la política de ingresos.

Para que las metas planteadas en el acápite anterior sean viables, corresponde enunciar un Plan Fiscal creíble y, en caso de permanecer un déficit fiscal remanente, definir cómo será financiado.

Descontada la “fiesta de fin de ciclo”, que evidentemente no podrá reproducirse, la situación fiscal es muy seria: un déficit previo de aproximadamente M$ 320.000, de los cuales unos 234.000 son subsidios económicos, principalmente a empresas de servicio públicos (fuente: ASAP), que se distribuyen un 84% en transferencias corrientes y un 16% en transferencias de capital.

Se fija como objetivo, en este trabajo, un déficit de 3% del PBI para 2016, aproximadamente unos M$ 140.000 (a valores de noviembre de 2015, para poder comparar), que podrían ser financiados un 57% con deuda pública y un 43% con emisión monetaria. Esta emisión, de apenas unos M$ 60.000, acompañaría durante el año el logro de las metas antiinflacionarias.

-Como se dijo, el grueso del déficit público proviene de los subsidios económicos. Es posible bajarlo de M$ 234.000 a 120.000. La secuencia propuesta es la siguiente:

a) En febrero y marzo, se reducen un 40% las transferencias corrientes al sector energético y a las empresas públicas, manteniéndose el gasto de capital.

b) Entre abril y junio se avanza otro 20% de rebaja en las transferencias corrientes a energía y empresas y se reducen en un 40% las transferencias a transporte y otros subsidios a privados. Simultáneamente, se reducen en un 40% las transferencias de capital, a todos los sub-sectores. Se trataría de financiar inversiones, con recursos del mercado (no del Tesoro)

c) Entre julio y diciembre, las transferencias por todos los conceptos alcanzan a los M$ 6.800 mensuales, que son suficientes para subsidiar a 4 millones de familias, con $ 1.700 por mes, en lo que hace a sus consumos de servicios públicos. Los destinados a privados, pasan al área de gestión (y financiamiento) del Ministerio que corresponda.

-Es por todos conocido el uso y abuso del empleo público nacional, por lo que se requiere al menos un ajuste de la cuenta Remuneraciones (y contratos) de, por lo menos, un 8%. Con ello, es posible obtener un ahorro de M$ 18.000 por año.

-Finalmente, en base a la Caja del Tesoro, del tercer trimestre de 2015 (dato disponible), se puede establecer que el Gasto Corriente en Bienes y Servicios, más las Transferencias Corrientes a Universidades y Provincias, más todas las Transferencias de Capital, rondaban los M$ 26.000 por mes. Es posible estimar un ahorro, en el corriente año, por mejoras en las compras y por reducción de transferencias innecesarias (o políticas), de un 15%, que se traduce en una baja de M$ 46.000 en el gasto anual.

Sumando los tres grandes rubros detallados y agregándole un sistema de financiamiento público (canjes de Títulos y Letras) que prevea -en el corriente año- una baja en el costo del endeudamiento, por menor riesgo país, se pueden conseguir los ahorros suficientes para bajar el déficit financiero de M$ 320.000 a 140.000; de los cuales -como se dijo- un 57% se financiará con endeudamiento y el resto con emisión monetaria.

Por eso se enuncian las siguientes metas mensuales:

a) El endeudamiento público entre enero y febrero será de M$ 19.000 por mes; de 6.300 entre marzo y junio; 3.100 entre julio y septiembre y 2.500 entre octubre y diciembre. Total: M$ 80.000.

b) La Base Monetaria -promedio diario- de enero, debería rondar los M$ 600.000 y crecer suavemente, a 617.000 en abril; 642.000 en julio; 652.000 en octubre y 660.000 en diciembre. Las nuevas reservas podrían ser compradas en operaciones de mercado abierto, para lo cual el Central cuenta con los MU$S 16000, de reciente canje. Esta meta puede reprogramarse, en base a las variables M1 o M2, una vez estabilizados los portafolios demandados por el público (multiplicadores bancarios más estables).

El Tipo de Cambio Real.

La pauta de un Tipo de Cambio nominal de $/U$S 15 -a fines de 2016- significa, si se cumple el plan de metas antiinflacionarias, una mejora del Tipo de Cambio real del 29,7% con respecto a noviembre de 2015 (el peor momento del atraso) y del 17,5% en relación a diciembre de 2014. Algunos la pueden considerar una mejora insuficiente, pero no debe olvidarse que, con un plan exitoso que produzca un desahorro de los dólares acumulados y un aumento en la demanda de pesos, resulta inevitable una baja del Tipo de Cambio Real de equilibrio. Ni hablar si se produce un shock inversor importante.

Conclusión.

Se expusieron a grandes rasgos las líneas de un Plan de metas inflacionarias, que tiene cierto gradualismo, pero que produce una disminución sustantiva en el crecimiento de los precios, hasta alcanzar la normalidad macro de la economía argentina en 2017, cuando sólo quede un pequeño déficit fiscal remanente, que sería financiable si aumentara la demanda real de pesos, sin perjudicar demasiado a los sectores más dinámicos de la exportación, que requerirán -por un par de años- un Tipo de Cambio superior al de equilibrio de largo plazo.

El Modelo presentado no contempla los beneficios del incremento en la demanda de pesos (confianza), así como los que surgen del desatesoramiento de los dólares -en poder de titulares argentinos-, variables cuyo efecto es muy difícil estimar.

Lo que se ofreció es un modelo puro y duro de plan fiscal (lo que falta), consistente con el establecimiento de un set de precios relativos previsible para los inversores, que deberán financiar la mejora en la inversión y en el Producto Bruto Interno, que se empezará a registrar desde el segundo trimestre del corriente año, toda vez que las expectativas se adecuen al Plan de metas enunciado. Los que deciden lo deberían aceptar como consistente y viable.

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