Por Guillermo Cherashny.-

Pese a que en los 21 integrantes del gabinete de Alberto Fernández hay áreas independientes del Ministro de Economía, como Transporte, Obras Públicas, Producción, donde se encuentran la Secretaría de Energía e YPF, está todo coordinado por Martín Guzmán, el ministro de Economía, a tal punto que se supo que el aumento de las naftas conversado entre el presidente y Guillermo Nielsen el que lo impidió fue el ministro de Economía, porque no quiere que se den aumentos de tarifas, combustibles, salarios públicos y privados, jubilaciones y obras de transporte, viales y de infraestructura, que sean por coordinadas por una sola cabeza como es el Ministerio de Hacienda.

En los gobiernos de Néstor y Cristina, Julio de Vido y Ricardo Jaime tomaban decisiones de gastos que eran autorizados por el presidente o por la presidente, que no pasaban por Economía. Y en el gobierno de Macri, por ejemplo, Alfonso Prat Gay no era consultado cuando Juan José Aranguren decidía un aumento exponencial de luz y gas, que era aprobado por el presidente, por lo cual el que recaudaba no era el que gastaba. Así sucedió con varios ministerios y sólo al final del mandato había cierta conducción de Nicolás Dujovne, aunque sujeta a lo que decidían Marcos Peña y Mauricio Macri.

En cambio ahora todo pasa por Guzmán quien, como relatamos, impidió al presidente aumentar las naftas, y el motivo es lograr el equilibrio fiscal para una rápida negociación con el FMI y los acreedores, a los cuales antes de sentarse hay que mostrarles que se puede lograr el equilibrio primario, de ahí la desindexación de jubilaciones y salarios.

Estas centralizaciones de las decisiones en Martín Guzmán, quien habla poco y toma muchas medidas -aun por encima del presidente-, es el requisito imprescindible para una exitosa negociación de la deuda externa con bonistas y el FMI y en ese sentido también se cuenta de la decisión del ministro de no auxiliar al gobierno de la provincia de Buenos Aires en la negociación de su deuda.

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