Por José M. García Rozado.-

Las reglas del “palacio” son tan inflexibles como las de la era CFK, todo aquel que desafíe la línea de mando tiene totalmente picado el boleto de salida. Alfonso Prat-Gay, Carlos Melconian, Martín Lousteau dan fe de ello más allá de su acompañamiento en los momentos difíciles y de cuasi soledad. Emilio Monzó se encuentra entre los posibles candidatos al “abismo macrista”. El dólar minorista pierde 5 centavos y retrocede así 16 desde el pasado viernes. La especulación de una suba de tasas en pesos, más la liquidación de exportadores fortalecieron la oferta y empujan a la divisa a su menor nivel desde noviembre 2016. Asimismo es una rareza más del “sistema de gestión macrista” que un experto en política tributaria, ocupado nada menos que de articular una reforma impositiva nacional -reclamada por sindicatos y empresarios-, haya sido desplazado y sustituido de la mañana a la noche por un especialista en “¿políticas laborales y sociales?”

Las reglas del “palacio” son tan inflexibles como las de la era CFK, todo aquel que desafíe la línea de mando tiene totalmente picado el boleto de salida. Alfonso Prat-Gay, Carlos Melconian, Martín Lousteau dan fe de ello. El dólar minorista volvía a retroceder fuerte y comenzaba la rueda con una caída de 5 centavos, con lo que se vendía a 15,50 pesos, según el promedio que realiza el Banco Central (BCRA). De esta forma, la divisa alcanza su menor nivel en cinco meses y su mínimo anual, además de arrastrar una caída de 16 centavos desde el pasado viernes. El dólar mayorista pierde 2 centavos y se vende a $ 15,19 en el MULC. El dólar Banco Nación (BNA) opera a $ 15,40 y el dólar blue $ 15,63. Hasta ahora la única voz de la Unión Industrial Argentina (UIA) que se pronuncia contra la suba de tasas del Banco Central: José Urtubey, vocal de la institución advirtió este miércoles (12/4) que el Gobierno nacional le está poniendo «freno de mano a la economía» en su «combate» contra la inflación y cuestionó especialmente la estrategia de Federico Sturzenegger (titular del BCRA).

«Cómo encaran el combate contra la inflación genera dos cuestiones negativas: por un lado, el mercado interno sigue deprimiéndose, porque da lugar a la inversión financiera más que productiva», se quejó Urtubey.»Y por otro, seca la plaza, es poner freno de mano a la economía. Esto muestra claramente que no les ha ido bien por ese rumbo», enfatizó. En declaraciones a Radio 10, Urtubey consideró que la suba de tasas de referencia dispuesta ayer por el Banco Central «no es la forma en la que se debe combatir la inflación». A su criterio, «de no aplicarse un plan de desarrollo, la industria no va a poder reaccionar y volver a un círculo virtuoso». «El mercado interno sigue comprimiéndose», al tiempo que agregó que «no va a haber soluciones mágicas». «Yo no veo que haya una reactivación de ninguna naturaleza», concluyó el empresario.

Llueven dólares y la economía no termina de arrancar. Esta paradoja, difícil de encontrar en la historia argentina, es consecuencia de una definición de política que -en un contexto donde la demanda de pesos está anclada por el aluvión de dólares financieros, del blanqueo y en los próximos dos meses de la cosecha-, prioriza la inflación por sobre el crecimiento del consumo y la normalización de inventarios. Es que en una economía donde el consumo representa 72% del PBI, crecer sólo vía inversión (mucha obra pública y algo de privada, asociada a sectores que recibieron fuertes señales de precio) en un contexto donde el sector externo contribuye en forma negativa al PBI, no alcanza. Pero con tarifas que vuelven a agregar entre 3 y 4% a la dinámica de los precios en los primeros meses del año, las expectativas de inflación se escapan de una meta que no tuvo en cuenta el impacto directo de estas correcciones, y el BCRA se ve obligado a reaccionar en consecuencia subiendo la tasa de interés para frenar una inflación de costos, en un contexto donde, además, las paritarias empiezan a cerrar también por encima de los objetivos consistentes con la meta.

A diferencia de otras economías de la región donde la caída en la inflación resultante de la apreciación en el tipo de cambio brinda margen a los bancos centrales para bajar la tasa de interés, en Argentina el impacto directo de las tarifas presiona a un BCRA que no distingue inflación de demanda de inflación de costos, a subir las tasas de interés vendiendo Lebacs -unos US$ 857 mil millones- en el mercado secundario y convirtiendo a la Argentina en el campeón mundial (transitoriamente) del carry trade, en un contexto donde el ingreso de capitales de corto plazo que llegan para especular transformándose en pesos y ganando un 2% mensual y con un dólar planchado, y un BCRA que sólo compra una parte del excedente de dólares por sobre la enorme formación de activos externos y demanda por turismo, brindan una especie de seguro de cambio implícito por los próximos dos meses.

En efecto, si bien recién ayer el BCRA movió 150 pbs la tasa de política monetaria, la tasa implícita en la Lebac más corta ya venía aumentando en los últimos 20 días más de 300 pbs, llevando el rendimiento en el mercado secundario a la zona de 24% anual y agregando presión bajista a un dólar que vale 5% menos que el pico de febrero de un año atrás. Y acá entra en juego el nuevo discurso oficial, que debemos aclarar es un discurso sin modelo ni plan económico, solo “relato y medidas contraproducentes e inconexas”: dado que las paritarias privadas ya están empezando a cerrarse, por lo que lo más reactivante es bajar la inflación para maximizar el aumento del salario real. Es cierto que el atraso cambiario implícito en el esquema de tasas altas de interés con aumento en las reservas apuntala al crecimiento de la demanda interna ya que contribuiría a asegurar la recuperación del salario real, aunque esto como veremos no es así.

Aunque con mecanismos de ahorro disponibles, tasas cada vez más altas, y la posibilidad de consumir en el exterior (importaciones de servicios y/o de bienes en Shile, Paraguay o Miami), el impacto sobre el consumo doméstico de la recuperación en los ingresos, que desde mediados del año pasado se empezó a dar en la economía respecto al piso de junio 2016, no es inmediato ni mucho menos, particularmente en los sectores formales de la economía. Por un lado, la dinámica del Turismo al exterior (se gastaron US$ 8.500 millones en 2016 y ya van US$ 2.300 millones en el primer bimestre de 2017) y una apertura modesta, aunque significativa especialmente desde China (calzado, ropa y elementos de consumo tecnológico y de servicio) y Brasil (automotores), en la importación de bienes de consumo frente a un mercado en caída. Por otro lado, el intento directo de frenar la dinámica de los precios por encima de la meta, asegurando que no vendan aquellos que se pasaron de largo en las remarcaciones.

En un modelo de equilibrio general, esta última dinámica es cierta, pero con precios inflexibles a la baja sino por el contrario con un trimestre con un 6,7% de aumentos generales (INPC) y más de 15% de aumento en alimentos, empresarios que no están dispuestos a fijar precios por debajo de la dinámica de sus costos y sindicatos presionados por sus bases e hiperactivos, el modelo puede fallar en la realidad, como ocurrió en 2016 cuando se argumentaba que los precios ya estaban fijados a un dólar de $15 -veamos que hemos vuelto a aquel valor casi 15 meses después- y las tarifas no eran inflacionarias, sino deflacionarias. “Si bien es loable que, por una vez en la historia, la agenda larga se ubique por sobre el cortoplacismo que caracterizó a la Argentina, no es tan lineal el argumento. Por un lado, si en el corto plazo la gobernabilidad no ayuda, el largo plazo bien puede no llegar”, explica muy optimista Marina dal Poggetto.

Pero por otro lado, en el largo plazo, el esquema de cambiar financiamiento monetario por deuda con una carga de intereses que empieza a escalar, sólo es consistente si se reduce nítidamente el desequilibrio fiscal primario (o sea el déficit interno que aumenta progresivamente de año en año). Y con casi la mitad del gasto público indexado al pasado y sin ingresos del blanqueo a partir de 2018, la trayectoria de reducción del déficit hacia adelante, que dependerá mucho del Congreso porque como explica Alcadio Oña: impuestos a fuego lento y con interna en el propio gobierno no alientan dicha baja, dista de ser una apuesta segura. Más aún cuando el escenario de desinflación incorporado en las metas para 2018 (8% a 12%) y 2019 (3,5% a 6,5%) no incluye el desagio en los contratos (indexación al pasado de la mitad del gasto público) y, en simultáneo, se requiere bajar la presión impositiva sobre los sectores formales de la economía. Finalmente, el problema que está progresando no es la baja en la inflación, sino lo exigente de meta en un contexto de déficit fiscal abultado. O, dicho de otro modo, si la meta original en vez de 12 a 17% viniendo de una inflación del 40% en 2016 hubiera sido del 17% más tarifas, probablemente el año concluiría con más crecimiento y una inflación no mucho más alta, como está pasando hasta ahora con una meta realista de cerca del 24/26%.

El presidente del Banco Nación, Javier González Fraga, desde hace unos días, dejó de asistir a las reuniones del gabinete económico. No caían bien sus críticas a la política de tasas del Banco Central. Argumentaba, según su parecer, el impacto regresivo de esta sobre la actividad y la inversión. González Fraga dijo en esos encuentros no sólo lo que él mismo decía cuando estaba fuera del Gobierno (y que lo hacía de manera pública). También lo que muchos allí presentes piensan pero no se animan a plantear. Ayer, por ejemplo, luego de que se conociera el alto índice de inflación de marzo (2,4%), en dos ministerios claves del área económica, contaban su disconformidad con la movida del BCRA. De vuelta, no lo dirán públicamente. Y en todo caso se escucharán definiciones en línea con como las que la semana pasada dijo Nicolás Dujovne: “Nada es más reactivante que bajar la inflación”. Pero por debajo, de manera subterránea, aparecen matices.

Un funcionario importante lo ponía del siguiente modo anoche. “Nos parece bien la independencia del banco -cosa que como explicáramos en esta misma nota no es verdad- y no opinaremos. Pero nos tomó por sorpresa que el BCRA suba la tasa 150 puntos básicos. Es una exageración”. En otra cartera se hacían la siguiente pregunta: “¿Qué ven en la inflación de marzo para justificar un aumento de 150 puntos básicos?”. En la autoridad monetaria no ven la hora que el proceso de recomposición tarifaria termine. Y creen que la inflación acumulada del primer trimestre también estuvo explicada porque muchos sectores aplicaron un importante remarque en sus precios ya que saben que la inflación caerá en la segunda mitad. Para Miguel Bein en junio la tasa daría 1%. La actividad económica en marzo mostró ciertas mejoras respecto a febrero. Y si encima baja la inflación en los próximos meses cosa que no ocurrirá en abril y casi con seguridad tampoco en mayo, sumado a las paritarias, el consumo privado ayudará al Gobierno de cara al segundo semestre. En la economía argentina hoy no hay ni plan B, es más “no hay ni existe un plan”, como dijo el Presidente Mauricio Macri, ni un superministro de Economía. Lo que sí parece haber es un “superpresidente del Banco Central”. Y esto es relevante porque el Presidente confía en que la inflación sea domada desde Reconquista y exhiba ese logro en octubre. El desplazado Alfonso Prat-Gay sabe de qué se está hablando.

Por más que en el gabinete económico no todos crean que esa estrategia sea la más reactivante en el corto plazo. Hoy por hoy, pareciera que la elección la gana Sturzenegger o la pierde Sturzenegger, lo que puede ser un verdadero problema si se transforma en descalabro electoral. Por otra parte el secretario de Recursos Hidrocarburíferos, José Luis Sureda, renunció a su cargo, y apuntó muy fuerte contra el ministro de Energía. «Con el paso del tiempo fui sintiendo que cada vez estábamos más lejos. Fui entiendo que la diversidad de opiniones es para usted un problema muy difícil de resolver». Con esas palabras, José Luis Sureda, número dos del ministro de Energía, Juan José Aranguren, renunció a su cargo, El secretario de Recursos Hidrocarburíferos acusó al titular de la cartera de ejercer «autoritarismo», y argumentó que debido a sus «convicciones» abandonaba su cargo. La noticia de la renuncia se supo ayer, pero la carta se conoció hoy. Era uno de los funcionarios de mayor confianza del ministro de Energía. Fuentes oficiales confirmaron la noticia, pero no hicieron comentarios. En la Casa Rosada se mostraron sorprendidos. «¿Quién es?», preguntó un alto funcionario con despacho en Balcarce 50.

Sureda contó cuál fue el hecho que lo empujó a tomar la decisión: «La balanza se inclinó hoy [por ayer] por la tarde, señor ministro, cuando Taos Turner, periodista, pero por sobre todas las cosas mi amigo, vino a visitarme para hacerme algunas preguntas totalmente técnicas sobre hidrocarburos no convencionales y, por intermedio de su hombre de prensa, usted no le permitió su ingreso», sostuvo Sureda. El periodista es corresponsal argentino del diario The Wall Street Journal. ¡Esto nos hace acordar a ex funcionarios cristinistas del más puro estilo Guillermo Moreno pero con mejores modales! «Inicié este camino en el último tramo de mi vida, pensando en los que vendrán. No tengo otro interés. Ya es tarde para dar rienda suelta al ego o al bolsillo. Pero mucho más tarde aún para torcer mis convicciones que, poco a poco, fui descubriendo que no son las suyas», explica el ahora ex secretario en la carta. «Las decisiones que pensábamos tomar iban quedando en el camino víctimas de la coyuntura de cortísimo plazo que pasaban a ser los nuevos objetivos, fijados extra muros», sostiene en otro de los pasajes del documento.

«Las distancia entre mis convicciones y su estilo de gestión llegó a ser tan grande que me enfrenté a un dilema de hierro. O mis convicciones o su autoritarismo», apuntó Sureda, categórico, contra el expresidente de Shell Argentina. Sureda había ocupado diferentes cargos en áreas provinciales de Gas del Estado entra 1973 y durante toda la dictadura, según consta en su currículum cargado en el sitio oficial del ministerio. Además había sido gerente Comercial en Asia Central (1993-1997) y Gerente en operaciones de exploración y producción en gasoductos (1993-1998) de Bridas S.A., propiedad de los hermanos Bulgheroni. Dentro de ese grupo llegó a ser vicepresidente comercial de Pan American Energy. Elisa Carrió -¿Cuándo no?- lo había llegado a denunciar penalmente junto a otros dos funcionarios de Energía por «negociaciones incompatibles con la función pública». Por otra parte De Mendiguren, ex Ministro de Industria y diputado nacional fue muy crítico: «Es el trípode de la muerte: dólar bajo, inflación alta, suba de tasas».

Según el empresario, ex Ministro y diputado, «una inflación de 2,4% para marzo es un porcentaje alto». Por su parte, el vice de la UIA, José Urtubey, dijo que con un 6,3% de inflación en el primer trimestre, lo pautado en el Presupuesto es «de casi imposible cumplimiento». Los últimos datos de la economía despertaron el alerta y también críticas desde sectores empresarios y de la oposición. Esta mañana, el diputado y dirigente industrial José Ignacio De Mendiguren, dijo que «nosotros creemos que la inflación anual estará entre el 22 y el 25%». Por Radio El Mundo, el industrial afirmó que «una inflación de 2,4% para marzo es un porcentaje alto». Y aseveró: «Es el trípode de la muerte: dólar bajo, inflación alta, suba de tasas». «Esto trae intranquilidad, pero nosotros nunca creímos que ese sería el límite de la inflación, nosotros creemos que estará entre el 22 y el 25 por ciento. La Argentina está quedando muy cara para producir. La economía real no cierra y esto terminará con los capitales que se asustan y se quieren ir. Frente a esa situación, hay que aumentar la tasa y terminamos en un espiral con la economía ahogada”, afirmó el empresario y diputado en radio El Mundo. Debemos aclarar que esta postura no es exclusiva del diputado y ex Ministro sino que es compartida por economistas de diferente origen como Miguel Bein, Marina Dal Poggetto, Daniel Muchnick, Alcadio Oña, Martín Redrado, Domingo Cavallo, Pedro Pou y Aldo Pignanelli quien ve como única salida a la encerrona que plantea este seudo modelo (que no es tal) luego de octubre y pase lo que pase en las elecciones de medio término “un Gobierno de Salvación Nacional”, pues así con un gobierno en absoluta minoría -cosa que aunque ganase Cambiemos-PRO en octubre no cambiará- no se puede solucionar y por lo tanto la nación se verá irremediablemente arrastrada a una situación similar (no igual obvio) a la crisis de 2001.

Y esto es así porque a la parálisis del consumo y sin crecimiento o con un crecimiento mínimo del 2% anual, y con un endeudamiento progresivo que ya alcanza a casi el 30% del PBI y que aumentará por las tomas de créditos externos y por la exagerada emisión de LEBACs, más la fuga de capitales que solo en los primeros tres meses de 2017 ya configuran una foto de US$ 2 mil millones mensuales que terminarán esterilizando lo ingresado y a ingresar por el exitoso blanqueo que acaba de terminar, y sin poder dominar el déficit de las balanzas externas e internas, muestran un panorama muy poco alentador.

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