Por Guillermo Sandler.-

En el Newsletter de RC & Asociados de ayer, se publicó un artículo del Lic. Javier Milei: “Inflación: el arte de discutir lo indiscutible” que comparto plenamente. Pero quisiera agregar algunos conceptos. La inflación -diría yo- no es un fenómeno monetario, sino es el termómetro que le dice al paciente o al médico: “usted está enfermo y haga las cosas que le correspondan o le indique el médico para recuperar su salud.”

La estabilidad monetaria es como el metro lineal que usan los arquitectos, ingenieros o cualquier ser racional y la moneda es el metro monetario. Lo que pasa es que a todos aquellos que les gusta la inflación (aunque lo nieguen) es que con ella se tiene la ilusión que se vive bien y que cuando el dinero vuelve a ser estable mide la escasez de las mercancías y servicios, quedando mucha gente fuera de la posibilidad de adquirir ciertos bienes, originando una sensación de injusticia.

Los economistas deberían conocer más microeconomía (ciencia del comportamiento humano) y no hablar tanto de técnicas macroeconómicas. La inflación denota desarticulación de los mercados. En Argentina, el número uno es el gasto público que no puede ser financiado mediante el actual régimen tributario caótico y esquilmador, que no alcanza para su financiación.

En la medida que los economistas argentinos no asuman que las 10 crisis institucionales del país (2057/2015) se han debido a que no se encaró con seriedad académica la problemática pública, que atribuyo con seguridad a la poca o nula formación profesional en finanzas públicas de los colegas. Vaya a manera de ejemplo: el actual Ministerio de Economía se llama de Hacienda y Finanzas Públicas como si Hacienda y Finanzas Públicas no fuese exactamente el mismo concepto en comprensión y extensión de la rama de la economía moderna.

Que no se ofendan los colegas, yo pondría un aviso en el diario La Nación: “se necesitan economistas fiscales”.

Share