La Presidente “no se irá en un helicóptero”, es lo que ha prometido Julio Alak, Ministro de Justicia de la Argentina en octubre 2014. Recordando un Presidente anterior, Fernando de la Rúa, que precisamente hizo eso en 2001, cuando se percató que toda otra manera de huir del palacio presidencial estaba bloqueado por gran cantidad de ciudadanos que protestaban batiendo sus cacerolas. En Octubre 2014, al igual que en 2001, Argentina estaba al borde de una crisis económica muy parecida a la del año 2001, aunque no tan grave. Efectivamente, estaba con su deuda externa en default. Las reservas de moneda extranjera habían caído a su más bajo nivel de los últimos ocho años; la inflación estaba en el orden del 40%; los pesos valían apenas la mitad del valor en el mercado paralelo o “blue” del dólar comparado con el valor oficial del tipo de cambio para el dólar. Todo hacía pensar en que la presidente Cristina Fernández de Kirchner estaba liquidada.

Pero desde entonces las cosas se han calmado. Las reservas se han recuperado, de 28 billones a 33 billones de dólares US. La inflación se ha frenado y ahora parecería estar en el orden del 29% anual. La diferencia en la cotización del dólar “blue” y el oficial se ha achicado. Pero esto no significa que la economía está bien: se calcula que la misma perderá otro 0.3% en lo que resta del año. El pasado 9 de Junio los principales sindicatos declararon una huelga de transporte en demanda de aumento de salarios y rebaja de impuestos. Sin embargo, hoy por hoy son pocos los Argentinos que piensan que la Sra. Fernández deba abandonar la Casa Rosada antes de completar su mandato en diciembre próximo.

Ha logrado insuflar a los Argentinos algo de tranquilidad, principalmente porque ha logrado ingresar más dólares a las arcas nacionales. Se han restringido todo lo posible las importaciones desde 2012 y al mismo tiempo se ha frenado la venta/ salida de dólares billete, y toda otra moneda extranjera. Pese a que se han defaulteado los bonos en moneda extranjera, el gobierno ha logrado juntar fondos en el exterior. Logró cerrar un acuerdo de swap con China en Octubre 2013 que le proporcionó 5 billones de dólares. En Abril 2015 el gobierno logró otro 1.5 billones de dólares al emitir bonos en dólares bajo la ley Argentina. La Provincia de Buenos Aires, también, logró colocar 500 millones de dólares bajo la ley de New York, por los que acordó pagar un interés anual de casi el 10%. Todas estas medidas forman parte del “Plan Aguantar” ideado por la Sra. Fernández, según nos ha dicho Fausto Spotorno, consultor de la firma Orlando Ferreres y Asociados.

Es así que en un país muy desconfiado de su propia moneda, la llegada de todo este dinero en efectivo, ha logrado que les mejore el humor. El gobierno ha utilizado gran parte de estos dólares para recomprar pesos y frenar su depreciación y en cierto modo frenar o ralentizar la inflación. Es así que ahora está de moda un sistema que suena más a una locura que cualquier otra cosa, por el cual los argentinos que cobran un sueldo equivalente a U$S 1.000/mes pueden utilizar hasta el 20% de su salario para la compra de dólares al cambio oficial. La cadena consta de que los beneficiarios suertudos compran pesos en el mercado “blue” pagándolos con un descuento del 40%; a esta práctica se la llama “hacer puré” (posiblemente porque los pesos sobrevaluados son convertidos en lotes mucho más baratos). Esto costará muy caro: según el Sr. Spotorno calcula que este operativo solo, habrá de costar por lo menos 6 billones de dólares este año solamente. Aunque servirá al propósito de revaluar el mercado del peso “blue”, y así alejar los miedos de una devaluación importante.

Con menos inflación y más dólares en circulación, se ha logrado que mejore la confianza. Y pese a la recesión los consumidores están lentamente empezando a gastar más.

Es probable que la Sra. Fernández haya hecho lo mínimo necesario como para impedir que estalle una crisis justo antes de dejar su gobierno (pues la Constitución ya no le permite un tercer mandato). Pero no ha resuelto los graves problemas económicos subyacentes. La sobrevaluación del peso ha dejado a la industria Argentina fuera de competencia; las restricciones a las importaciones han dejado a las fábricas sin suministros. Los gastos desenfrenados en subsidios (como por ejemplo los aplicados a los precios de la energía) han empujado el déficit fiscal al 5% del PBI. Y para cuando la Sra. Fernández deje de ser presidente, es casi seguro que las reservas habrán vuelto a caer a los mismos niveles en que estaban en octubre 2014.

Quien la reemplace, tendrá que tratar de arreglar este enorme desorden. Que no significa otra cosa que permitir la devaluación que la Sra. Fernández resistió fieramente, porque será la forma de lograr que el comercio vuelva a funcionar con normalidad. El próximo presidente del país tendrá que llegar a un acuerdo con los tenedores de bonos, si es que el país piensa obtener prestamos a tasas de interés razonables. Los Argentinos tendrán que aceptar una mayor inflación y una gran dosis de austeridad. Es así que la mayoría de los economistas bromean diciendo que “ninguno de ellos querrá ser el primer ministro de economía del nuevo presidente. Si él (o ella) se equivoca, el futuro nuevo presidente quizá tenga que contar con un helicóptero con su motor en marcha y listo para alzar vuelo… (The Economist)

* Traducción de Irene Stancanelli para el Informador Público

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