Por Mario Cadenas Madariaga.-

Desde Jujuy a Tierra del Fuego y desde la Cordillera de los Andes hasta el límite con Paraguay, Brasil, Uruguay y toda la costa Atlántica, la economía agroindustrial argentina ha comenzado a vivir una recuperación económica extraordinaria debido a la eliminación del cepo cambiario y de los impuestos a las exportaciones.

Lo ha hecho porque tales medidas significaron la recuperación de sus ingresos legítimos, como sucede en todos los países occidentales (v.g. EEUU, Canadá, o Australia). En el caso argentino tienen una importancia particular por que forman la mayor parte de sus exportaciones, es decir una condición sine qua non, para el equilibrio de nuestro comercio exterior, o sea para pagar las importaciones de la industria y de la energía.

En el sector agrario de los EEUU sólo vive el 2% de la población, pero jamás en ese país, se les ha ocurrido negar su derecho al nivel de los precios internacionales -primero, porque ello significaría negar el derecho de propiedad, y segundo, porque comprometería el equilibrio de la economía internacional norteamericana, dada la importancia de sus exportaciones agrarias y agroindustriales.

En el sector rural de la Argentina reside y trabaja entre el15 y el 20% de su población, bien estimada y ocupa el 85% de su territorio continental y para éste es que se han abierto inmensas posibilidades, que a su vez repararán grandes desequilibrios de la economía populista del kirchnerismo.

Lo cual no quiere decir que no subsistan problemas heredados como el las peras y manzanas del valle Río Negro, en particular porque la derogación del cepo y los impuestos a las exportaciones le llegaron tarde.

La diferente distancia de los puertos hace que los costos no sean iguales, pero esta es una diferencia impuesta por la naturaleza que no impide la producción, de cada región, cada una a su nivel. Este problema solamente puede reducirse con las obras de infraestructura. Cada zona debe encontrar la producción que más le convenga de acuerdo a su posición geográfica.

Entretanto, toda la sociedad argentina debe celebrar que el interior haya recuperado su capacidad de producción porque ello posibilitará las importaciones que necesita la industria y la energía y la propia población para su bienestar.

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