Por Hernán Andrés Kruse.-

Durante una entrevista radial el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, reconoció la pérdida del poder adquisitivo del salario de los trabajadores aunque prometió que con la desaceleración de la inflación en lo que resta del año el gobierno logrará amortiguar el impacto. “No creo que la gente esté mejor que cuando asumimos pero podría estar mucho peor si no hubiéramos cambiado el rumbo, es lo que se pudo. Muchos de los que han perdido el trabajo conocen que este era el único camino”, remarcó el ministro. “No sería beneficioso reabrir las partidarias”, agregó. “Hay que reconocer la fuerte baja en la inflación, el poder adquisitivo del salario va a mejorar en el segundo semestre”, sentenció. Respecto a la desocupación consideró que “la tasa de desempleo de 9,3 por ciento es alta sin ninguna duda, pero no estamos seguros si es mayor que la del año pasado porque el INDEC truchaba los datos”. Sin embargo, admitió que existen “sectores con dificultades como la construcción y aquellos asociados a la demanda de Brasil”. Para Prat Gay “la inflación ya no es un tema”. Temeraria afirmación desmentida a diario por la realidad. Cualquier ama de casa que concurre diariamente al supermercado sale espantada por los precios en las góndolas. La plata vale cada vez menos por efecto de una inflación que destruye el poder adquisitivo del salario. Lejos de lo que afirma el ministro, la inflación continúa siendo “el tema económico” para la inmensa mayoría de la población. Aseguró que al suspenderse el tarifazo en agosto los aumentos de precios se situarán por debajo del 1 por ciento. Confió en que la inflación no superará este año el 45 por ciento: “hace dos meses la inflación era el tema más importante pero ahora no tiene asidero la discusión por la reapertura de paritarias. Estamos retomando el ritmo de la obra pública, hay mucho dinamismo en el interior, en la agroindustria y señales de recuperación de Brasil”. Para Cifra-CTA el panorama económico se presenta sombrío. Según sus estimaciones un incremento de precios del 45 por ciento provocaría una caída del poder adquisitivo del orden del 7 por ciento. Si este escenario se confirma se estaría en presencia del mayor retroceso de la capacidad de compra desde la crisis de 2002 cuando el salario real cayó 30 por ciento. Matías Kulfas, director de la consultora Idear Desarrollo, advirtió que “es preocupante pensar que la inflación “dejó de ser un tema”. Antes de asumir decían que los precios no iban a aumentar con la devaluación y la salida del “cepo”. Estaban totalmente equivocados, como sucedió a lo largo de la historia argentina, un salto cambiario impacta sobre los precios. Fue un pésimo diagnóstico. Si piensan que le ganaron a la inflación se equivocan, la apreciación del tipo de cambio por la inflación observada en el año hará que reaparezcan las expectativas devaluatorias”. El desempleo y la caída en el salario real “no representan una consecuencia indeseada sino que constituye un elemento necesario para generar un clima de inversiones”, enfatizó. En la citada conferencia radial el ministro dio su versión del famoso dogma menemista “estamos mal pero vamos bien”: “estamos haciéndonos cargo del desastre que nos dejaron. El régimen anterior era insostenible. Se gastaron 100 mil millones de dólares con la corrupción y el derroche. Les agradezco el voto y la confianza. Sé que muchos de los que han perdido el trabajo conocen que este era el único camino. El año que viene vamos a tener el crecimiento que no hubo en cinco años. Estamos sentando las bases para que la economía se recupere el año que viene”. Para Manzanelli (Cifra-CTA) “si bien puede existir un repunte después de la fuerte caída de este año, no hay elementos genuinos que permitan esperar un cambio de tendencia en la actividad económica en 2017. Es improbable que lleguen inversiones extranjeras si no hay demanda. La única herramienta disponible para reactivar la economía es la inversión pública pero desde la perspectiva del equipo económico si aumenta el nivel del gasto sube la inflación”. Para Kulfas “la economía en 2017 va a ser mejor que este año ya que va a recuperar terreno después de la caída que generó el propio gobierno” (fuente: Tomás Lukin, “La felicidad del desocupado”, Página 12, 30/8/016).

La Dirección General de Estadísticas y Censos porteña confirmó que el desempleo en la Ciudad de Buenos Aires trepó al 10,5 por ciento al finalizar el primer semestre de este año, cuando era de 6,8 por ciento en diciembre de 2015 y de 8,6 por ciento hace un año. Estos números no hacen más que corroborar las últimas estadísticas del Indec que sitúan el desempleo a nivel nacional en el 9,3 por ciento, cuando en el tercer trimestre del año pasado alcanzó el 5,9 por ciento. Ante esta situación el gobierno manifestó que en realidad durante su gestión no se produjeron pérdidas de puestos de trabajo sino que el INDEC no medía el desempleo con eficacia; ahora, enfatiza, se “transparentó” el indicador. Lo cierto es que en la Capital durante el primer semestre de 2016 se perdieron 60.553 puestos de trabajo (en diciembre los desocupados ascendían a 115.667 mientras que ahora ascienden a 177.555). A finales de abril el ministro de Hacienda, emulando a Aníbal Fernández, decía que “los despidos son una sensación térmica. Que no nos hagan creer que estamos teniendo pérdidas notables de empleo. A la discusión hay que darla con un poquito más de datos y de conceptos de la realidad. Es muy fácil decir que por una empresa que cerró despidieron 100 empleados pero hay que ver toda la película”. En aquel entonces el INDEC no brindaba información alguna sobre el desempleo, con lo cual la población no sabía exactamente desde octubre del año pasado a cuántos ascendían los desempleados. Cuando el INDEC volvió a funcionar el gobierno dejó de hablar de la sensación térmica para destacar la subestimación del desempleo en la que incurrían los indicadores en 2015. En este sentido, el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, llegó a decir que “es muy importante que Argentina tenga cifras confiables y el INDEC diga la verdad. La desocupación es una situación grave, pero viene desde hace mucho. Lo que pasa es que los porcentajes que difundían antes no se constataban con la realidad”. Las estadísticas indican que en La Capital en 2015 se registró una merma del desempleo pero que durante los primeros meses de este año aumentó abruptamente. En efecto, durante el segundo trimestre de 2015 la tasa de desocupación alcanzaba el 8,6 por ciento, mientras que durante el tercer trimestre fue del 7,2 por ciento y durante el cuarto trimestre fue del 6,8 por ciento. Durante el primer trimestre de este año, en cambio, la tasa de desocupación trepó al 8,6 por ciento y durante el segundo trimestre, al 10,5 por ciento. Ana Gárriz, investigadora del Centro de Innovación de los Trabajadores (Citra-UMET) expresó que “las tensiones en el mercado de trabajo son muy grandes. Los datos de la Capital reflejan sólo una parte de lo que ocurre en los principales centros urbanos del país, donde se concentra la producción industrial y otras actividades como la construcción, es decir la economía real”. Agregó que “la tasa de desempleo en los principales polos productivos de la Argentina saltó hasta los dos dígitos. En Gran Rosario, donde pesa la industria automotriz y la metalmecánica, se ubicó en 11,7 por ciento. En Mar del Plata, con ramas fuertes como la industria pesquera y el turismo, marcó 11,6 por ciento. En Gran Córdoba, 11,5 por ciento, y en Gran Buenos Aires, el principal centro productivo del país, 11,2. En todos estos centros urbanos las tasas de desocupación eran de un dígito en 2015, con la excepción de Gran Córdoba, que concentra su actividad en autos, un sector que hace mucho viene en descenso por la baja de ventas al mercado brasileño” (fuente: Federico Kucher, “Hay crisis de empleo, mida quien la mida”, Página 12, 30/8/016).

El Observatorio del Derecho Social de la CTA acaba de elaborar un informe en el que advierte que los rezongos del presidente de la nación y los dueños del capital sobre el ausentismo laboral constituyen “un recurso retórico” para avanzar en el proceso de flexibilización del mercado laboral. El Observatorio indicó que “las ausencias imputables a los trabajadores se encuentran en niveles muy marginales”. Mauricio Macri, al visitar en las últimas horas la fábrica de gaseosas Manaos, no se privó de criticar a los gremios docentes: “nos cuesta creer que los gremios decidan caer en paros, que lo único que hacen es afectar más ese compromiso de crearles herramientas a nuestros chicos”. Luis Campos, director del equipo de profesionales que elaboró el documento, señaló que “hay un proyecto de flexibilización y medidas concretas en las que el gobierno ya avanzó, como el convenio con McDonald’s, que flexibilizó porque generó una modalidad contractual que no tiene consecuencias indemnizatorias. En el mismo sentido de recortar derechos va el proyecto del Primer Empleo. El discurso que ahora escuchamos sobre el ausentismo no se basa en la realidad; junto con el argumento de que hay que mejorar la productividad para atraer inversiones, apunta a crear un terreno propicio para seguir avanzando en esta línea flexibilizadora”. El estudio del Observatorio arriba a las siguientes conclusiones: a) “las ausencias por razones imputables a los trabajadores afectaron, entre los años 2013 y 2015, al 0,66 por ciento del total de empleados. Esto es que se ausentó diariamente, sin causa, uno de cada 151 trabajadores”; b) “los principales motivos de las ausencias son las enfermedades y los accidentes (muchos de ellos originados o agravados por las condiciones de trabajo), que explican el 68 por ciento de las inasistencias”; c) otros motivos son el uso de licencias reconocidas en la legislación o los convenios colectivos de trabajo, como la licencia por maternidad, por estudios, por motivos gremiales, nacimiento, matrimonio o fallecimiento”. Según el Observatorio “resulta más que evidente que las faltas no imputables al trabajador no pueden considerarse como “ausentismo laboral”. Si el objetivo de la política laboral del gobierno nacional es reducir el ausentismo fundado en alguna de estas causas, ello solo podría lograrse a partir de que los trabajadores concurran a sus lugares de trabajo a pesar de estar enfermos o incapacitados por accidente, que no hagan uso de la licencia por estudios, que no utilicen las licencias gremiales previstas en los convenios colectivos, que no hagan uso de las licencias por maternidad, nacimiento, por matrimonio o por defunción”. Lo que el gobierno pretende, reconocen en la CTA, es barrer con los derechos laborales: “no va a poder modificar las licencias reconocidas por la ley, pero sí va a buscar bajar más en general los costos laborales modificando el sistema de negociación colectiva. Por eso busca reemplazar la negociación nacional por convenios regionales, y defiende la idea de negociación por empresa en detrimento de la negociación por actividad” (fuente: “Una excusa para flexibilizar”, Página 12, 30/8/016).

Según un sondeo de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) la producción de las pymes industriales cayó en julio un 7,8 por ciento en comparación con igual mes del año anterior, lo que significa que durante los primeros siete meses de 2016 acumuló una caída de 4,9 por ciento interanual. Según el informe “es el décimo mes consecutivo de caída interanual en el sector pyme” y advirtió que “creció fuerte la cantidad de empresas con problemas para pagar a sus proveedores”. Para CAME el 22,8 por ciento de los industriales pymes entrevistados reconoció que se vio obligado a renegociar condiciones y plazos de pago mientras que otro 13,9 por ciento reconoció tener problemas para efectivizar los desembolsos. El informe destacó que “40 por ciento de los industriales consultados reconoció haber tenido dificultades para cobrar cheques de clientes, quienes le estiraron los plazos de pagos o entregaron valores sin fondos”. Los 11 rubros analizados verificaron en julio bajas interanuales en sus niveles productivos. Según CAMER las ramas más afectadas en julio fueron las siguientes: a) material de transporte (-12,5 por ciento); b) productos de metal, maquinaria y equipo (-11,4 por ciento); c) productos de caucho y plástico (-9,3 por ciento); d) productos electro-mecánicos e informática (-8,9 por ciento); e) papel, cartón, edición e impresión (-8,5 por ciento); f) productos químicos (-8 por ciento); y g) minerales no metálicos (-7,7 por ciento). Respecto a las perspectivas, sólo el 30,4 por ciento de los industriales pymes consultados se mostró optimista, mientras que el 17,7 por ciento se mostró pesimista, el 46,8 por ciento prevé un equilibrio de la actividad en los niveles actuales y el 5,1 por ciento restante reconoce no saber qué sucederá más adelante (fuente: “Las pymes siguen en picada”, Página 12, 29/8/016).

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