Por Raúl Cuello.-

Si alguien hubiera planeado el verdadero desastre económico que heredará la próxima administración del país con el Ing. Mauricio Macri a la cabeza, no podría haberlo hecho mejor. Porque de eso se trata, un verdadero desastre pasar de contar con superávits gemelos hasta el 2007, a un déficit fiscal que bien medido alcanzará en 2015 al 8% del PBI y prácticamente sin reservas internacionales con un BCRA quebrado y con ventas a futuro que podrían calificarse de delictuosas, algo que está investigando la justicia. No podría alegarse mala praxis, vender a marzo U$S 16.000 MM a $ 10,60 por dólar cuando en la plaza neoyorquina se pactaba a $ 14 la divisa americana. Algo muy parecido a contar con el diario del lunes el domingo a la mañana, es una decisión incomprensible de la autoridad económica, sólo por anclar un tipo de cambio que cualquiera sabe, es insostenible y debe ser reactualizado.

Yendo al tipo de cambio específicamente, para tener una idea de magnitudes, los precios y servicios (los no administrados por el gobierno) medidos en promedio a mayo de 2003 crecieron hasta ahora diez veces, mientras que el dólar lo hizo 4,5 veces si lo medimos por el blue a $ 14,80. Es decir que el tipo real de cambio es mayor que el vigente en la convertibilidad. Solo a partir de esta distorsión de los precios relativos, la economía debe ser necesariamente ajustada.

El exceso de dinero y su pérdida de valor, se justifica porque el gasto público no puede seguir siendo financiado con emisión y alquimias del BCRA cuyo stock de Lebacs y Nobacs alcanza al 70% de la masa monetaria y devenga una tasa de interés cercana al 30% anual. Dicho en otros términos al déficit de presupuesto hay que sumarle el déficit cuasi fiscal originado por decisiones de quien se supone es la “autoridad monetaria”, pero que dejó de serlo a partir de la modificación de su Carta Orgánica, que la constituyó en un apéndice del Ministerio de Economía.

Pero la estrategia para bajar el gasto público implica tiempo. Mientras tanto hay que operar sobre los precios relativos y de ellos comenzar por el más atrasado: el del dólar. Indudablemente las expectativas han cambiado y son más optimistas tan pronto como se advierta el curso seguido por la cotización de los bonos, soberanos, provinciales o corporativos. Al bajar la tasa de interés se ha producido un descenso en el riesgo país y un acrecentamiento de los valores reales de títulos y acciones. Pero son expectativas que implican también la certeza que el tipo de cambio va a ser modificado y no sólo el tipo de cambio, sino la estructura del mercado cambiario, comenzando con el famoso cepo. Pero y esto debe advertirse, por cada peso de devaluación por encima de los $ 10,60 citados, el BCRA ha de perder $ 15 MM por la venta de contratos futuros. Dicho de otro modo, si devalúa $ 5 por dólar perderá $ 80 MM sólo por esta vía.

Si hoy se tomara el cálculo del dólar de cobertura, (dinero en circulación/reservas), habría que tomar un circulante de casi $ 570.000 dividido el monto de las reservas. Si las reservas son negativas el tipo de cambio es irreal. Pero si se tomaran U$S 32 MM, que se conseguirían de adelanto de exportadores, préstamos de corto plazo de USA, México y Brasil, mientras se negocia con organismos internacionales, (7MM + 25MM), a los cuales se podrían sumar U$S 5 MM de reservas netas, se conseguirían en total entre U$S 37 MM y U$S 40 MM, lo cual permitiría liberar el cepo y administrar un tipo de cambio de mas o menos $ 15 por dólar. Pero enfatizo que sólo se puede administrar el tipo de cambio si hay reservas, ya que si no se dispusiera de ellas “la administración a la baja” sería imposible por falta de dólares.

Y esto es lo que están anticipando quienes han producido subas de precios luego del ballotage. Por eso la tasa de inflación esperada para el mes de diciembre es del 3%. Y si esto es así, como que lo es, podemos afirmar que el tipo de cambio de equilibrio, es decir aquel que se inserta en la estructura de precios relativos reflejando la productividad y competitividad de la economía, punto en el cual se igualan la oferta y demanda de divisas, no puede analizarse de manera estática en una realidad como es la de nuestro país, que no crece desde hace cuatro años y tiene una tasa de inflación que para 2016 se estima entre el 35 y 3l 40%. Dicho con simpleza, no tenemos la posibilidad de tener un tipo de cambio de equilibrio de corto plazo.

Esto implica que debe “buscarse” el tipo de cambio de equilibrio bajo un análisis dinámico en el que la alteración de un precio (en ausencia de precios administrados) se refleja automáticamente en todos los que sean alcanzados por el efecto circular del sistema, dada la interrelación que existe entre los que están cruzados por otros. Por eso el precio que muchos estimaban para el ajuste a $ 11, $ 12 o lo que fuera hace 30 días, no tenían validez antes y menos ahora. Ciertamente, para el equilibrio se requiere ausencia de déficit fiscal y cero emisión, salvo que haya crecimiento y el circulante creciera por la mayor demanda de dinero.

Lo peor que podría pasar en las presentes circunstancias sería que el gobierno volviera a utilizar a la paridad cambiaria como variable de anclaje en la lucha anti inflacionaria. Una tentación que siempre está a la vuelta de la esquina. Y claro está, la respuesta al interrogante del encabezamiento no tiene respuesta: no creo que ni siquiera los más altos funcionarios sepan cual será el precio del dólar después del 10 de diciembre. Voy a arriesgar un pronóstico, personalmente no creo que baje de $ 15 por dólar. Y no por mucho tiempo. El tiempo lo establecerá la velocidad del ajuste de las finanzas públicas (por el lado del gasto), lo cual será el tiempo de llegada de la estabilidad de precios. Entonces y sólo entonces las alteraciones del tipo de cambio serán recuerdos del pasado.

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