Informe del Banco de la Ciudad de Buenos Aires.

Esta semana se conocieron los datos de la recaudación tributaria de abril, los cuales dejan entrever con bastante claridad los problemas que enfrenta actualmente la economía argentina. A corto plazo, la información proveniente de AFIP refleja los inconvenientes vigentes para generar dólares comerciales, lo que ha llevado al gobierno a continuar con las trabas a las importaciones, resultando los flujos de comercio exterior un verdadero lastre para la recuperación de la actividad agregada, toda vez que los datos vinculados al consumo comienzan a mostrar una incipiente mejora, asociada a la recomposición de los salarios reales derivada del uso (y abuso) del ancla cambiaria y tarifaria. Asimismo, los datos de la recaudación ponen en blanco sobre negro uno de los problemas de fondo: la creciente brecha entre los ingresos y gastos del fisco, financiados mayoritariamente vía emisión y, más recientemente, a través de endeudamiento interno y externo, con el doble objetivo de quitar presión a la inyección de pesos del Banco Central y reforzar las reservas internacionales, con el fin de llegar al 10 de diciembre sin sobresaltos en materia cambiaria.

En concreto, la recaudación tributaria experimentó un fuerte freno en abril, registrando un crecimiento de tan sólo 21,5%, el más bajo en los últimos 18 meses. Esto marca una desaceleración sustantiva respecto al ritmo de crecimiento del primer trimestre del año (32%) y del 2014 (36%), mientras que en términos reales (ajustada por la inflación relevante) presentó una caída interanual de casi el 5%.

Este pobre comportamiento se explica, primordialmente, por la pésima evolución de los tributos vinculados al comercio exterior, los cuales cayeron en conjunto un 25% anual en abril, justamente en un mes en el que tienden a tener un mayor peso, producto de la estacionalidad propia de los envíos al exterior del complejo agroexportador. En este sentido, la caída más pronunciada se dio en lo recaudado por derechos de exportación, con un descenso del 36% anual, seguido por el del IVA aduanero (-12%) y los derechos de importación (-11%).

En el caso de los derechos de exportación, la baja fue particularmente importante (-42% medida en dólares), explicada tanto por el descenso de la cotización internacional de la soja (-35% anual), como por los menores volúmenes exportados (los ROE verdes totales cayeron un 10%), en un contexto de retención de la producción por parte de los productores. En tanto, el descenso de los tributos que graban las importaciones estaría vinculado, básicamente, a la continuidad de las restricciones comerciales, con el fin de cuidar las reservas internacionales.

Por el contrario, los impuestos ligados al nivel de actividad mostraron una evolución positiva en abril, con un alza del IVA-DGI del 40% anual y del 39% de las contribuciones a la seguridad social, lo cual deja en claro las dos distintas velocidades a las cuales se vienen moviendo las variables vinculadas al comercio exterior y al nivel de actividad y los salarios nominales. En relación con esto, el refuerzo que recibieron recientemente las reservas internacionales (por unos USD 2.500 millones) luego de las colocaciones de deuda que realizaron el gobierno nacional y la petrolera YPF, debería habilitar a partir de mayo una mayor liberalización de las importaciones si se busca evitar que la recuperación del consumo que acompañe los acuerdos salariales de las paritarias se traduzca, mayormente, en un repunte del nivel general de precios.

Por otro lado, como mencionamos previamente, en el fondo, lo que muestran los datos de la recaudación de abril es cómo se ha vuelto a ampliar la brecha entre el crecimiento del gasto, que hasta febrero crecía un 37,4% interanual, y los ingresos, con un alza del 28,9% en el primer cuatrimestre, lo cual confirma nuestra previsión de un deterioro de la situación fiscal en el año electoral, con un déficit financiero “ajustado” (neto de utilidades del BCRA y del FGS de la ANSES) superior al 6% del Producto.

Finalmente, esta semana el gobierno anunció un cambio en el impuesto a las ganancias para aquellos trabajadores que entre enero y agosto de 2013 recibían un sueldo bruto de entre $15.000 y $25.000. Ahora bien, pese a que la medida representa un ligero paliativo frente a lo que deberían haber tributado este grupo de trabajadores en ausencia de cambios, no les implicará una menor presión tributaria en relación a años previos, sino más bien todo lo contrario, con lo cual pese a la movida del gobierno no vemos una reducción de la conflictividad laboral a corto plazo que ayude a destrabar las negociaciones salariales en curso, ni que potencie la recomposición de los salarios reales prevista para el corriente año.

BC-8515-01

• Informe completo en: Informe Económico Semanal N° 330

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