Por Raúl Cuello.-

La familia era tan pobre que no nos podíamos dar el lujo de tener algo más que lo indispensable y lo único que nos pertenecía era el guardapolvo del colegio. Con mi hermano, el segundo de cuatro varones recuerdo que compartíamos dos camisas y las medias. A éstas últimas de tanto usarlas pronto se les aparecían “papas” que mi madre remendaba una y otra vez. La recuerdo usando un mate a tales efectos, pero era el caso que los hilos de tanto coserlas, “se apelotonaban” y nos hacían doler los talones y los dedos. No era nada confortable “vivir en crisis” y tener que racionar las medias caminando con zapatillas y el pie desnudo. Nuestras protestas no servían de nada ante la carencia de recursos. La resignación estaba institucionalizada y el mate seguía cumpliendo una doble función.

Este recuerdo me llevo a cavilar respecto del reciente Coloquio de IDEA en Mar del Plata. Una reunión empresaria que se viene repitiendo desde hace años sin resultados prácticos para la suerte del país, en todo caso diría que lo son negativos, ya que sirve para reunir a ejecutivos de grandes empresas que invitan a profesionales de la economía, encuestadores, analistas políticos y periodistas, todo para decir y escuchar lo que les resulta más agradable. En realidad es un inmenso lobby con la finalidad de influir sobre decisiones políticas a favor de sus propios intereses, cosa nada criticable, en la medida que se compatibilicen con los del conjunto social, lo cual naturalmente raras veces se produce, si alguna.

Este año, como rasgo distintivo realizaron una suerte de “acto de introspección” del que surgió el reconocimiento de la docilidad con que fueron avasallados por parte de las autoridades salientes, los derechos de libertad y propiedad consagrados por la Constitución Nacional. Hubo además un justo reconocimiento a los Señores Aranguren Y Coto, quienes en su momento se alzaron contra las arbitrariedades de quien ejercía el Poder Ejecutivo, sin detenerse a medir las consecuencias sobre sus empresas. Fueron voces en el desierto que no merecieron el apoyo de sus pares. Tanto el uno como el otro, tuvieron lo que hay que tener cuando los derechos se avasallan sin razón.

Los reclamos de la última reunión, se centraron en el atraso cambiario y las regulaciones sobre exportaciones, importaciones y movimientos de capitales. El cepo fue el eje central de las disputas. Una visión justa, pero parcial y no olvido que hubo otras cuestiones marginales que fueron motivo de tratamiento. Como lobistas perfectos y a favor de las luces de marquesinas y equipos de comunicación (radios y TV), además del espacio concedido por los periódicos, no perdieron la oportunidad de invitar a los candidatos presidenciales, que sin dudar ocuparon el atril, para desgranar generalidades con aplausos no demasiado entusiastas.

En realidad, cuesta creer que aspirantes a “Estadistas”, hayan expresado cosas tan triviales como estas:

MACRI: “Todos vamos a confiar para que saquemos lo poco o mucho que tengamos en el colchón para invertirlo en el país con un gobierno previsible”. “Eliminaremos las retenciones desde el 10 de diciembre”.

MASSA: “Eliminaremos las retenciones al trigo, maíz y girasol”. “A las de soja le reconoceremos un 5% como anticipo de impuesto a las ganancias”. “La Argentina tiene que bajar en cuatro años un 30% la presión tributaria”. “Vamos a permitir actualizar balances por inflación”.

SCIOLI: “No hay desarrollo sin empresarios”. “Vamos a tomar todas las medidas fiscales y productivas para que puedan sembrar y producir y tener rentabilidad en sus emprendimientos”. “Vamos a generar un inmejorable clima de inversión”.

No es lo único que dijeron, pero “para muestra basta un botón”. Los comentarios huelgan, aún concediendo la natural resistencia de los políticos a expresar con lealtad sus ideas como testimonio de respeto a los votantes. Esto no es otra cosa que una muestra de falta de valentía, como ha sido la de quienes no se presentaron a debatir posiciones. Y las que se apuntan más arriba no son precisamente ideas (¿?). Al menos podrían haber expresado que reducirían el gasto público, que están en contra del nepotismo, del amiguismo y del clientelismo político. Hubiera sido mucho que arriesgaran que reducirían en un 50% el sueldo y los gastos de los funcionarios surgidos por elección, tal como ha hecho la Presidente de Brasil. No se dan cuenta que reducir impuestos sin mencionar el gasto es ahondar la crisis.

Ideas son las que tienen que ver con el proyecto de país consagrado en la Constitución de 1853-60. Idea es retomar el Federalismo abandonado en la década de 1930 con la Ley de Coparticipación Federal que ha convertido al país en Unitario, donde la lealtad de los Gobernadores no está puesta en el interés sus comprovincianos, sino en quien desde el Poder Ejecutivo se ha abrogado desde entonces de la suma del poder. A nadie puede llamarle la atención que las Finanzas Públicas se manejen desde el Puerto. No sólo esto, ya que los Gobernadores le abren la puerta del Poder Legislativo al Ejecutivo, dado el control que ejercen para la elección de Diputados y Senadores. Así la Ley de Coparticipación manejada por el Presidente, convierte al Congreso de la Nación en una escribanía que legitima todas sus iniciativas. Y a la democracia en una verdadera ilusión.

Y tampoco nadie se expresa y menos se hará desde las entidades empresarias industriales, de la política de sustitución de importaciones, que ha servido para cerrar nuestra economía, producir un mercado cautivo para los empresarios que naturalmente le temen a la competencia y sólo buscan apoyo en el Estado para conseguir desgravaciones moratorias y blanqueos, tipos de cambio y créditos entre otras cosas, para mantener sus privilegios. Y esto no quiere decir que se deba ser incauto como para desprotegernos ante el mundo. Implica seguir las reglas de las instituciones internacionales a las cuales adherimos. Eso es en el interés de los consumidores y del progreso nacional.

En resumen: Recuerdo a mi madre con el mate, la media y la aguja. Si el país se trata como una media se hará necesario seguir remendándolo. Pero la crisis aparecerá cuando los pies se queden desnudos. Y no faltará mucho. Ninguno de los presidenciables parece garantizar lo contrario.

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