Por Jorge Ingaramo.-

La institucionalización de las PASO persigue como objetivo la elección de candidatos por Partido o Frente electoral y la selección de los Partidos que participarán en la verdadera elección, cuya primera vuelta -en este año 2015- se registrará el 25 de octubre. Quiere decir que para la verdadera elección faltan 12 semanas y lo que viviremos el próximo domingo será, ahora que los encuestadores están de capa caída, una verdadera pre-selección, con un resultado muy abierto, por lo visto, en el principal distrito electoral, es decir la Provincia de Buenos Aires.

Mucho se especuló sobre la incidencia de la economía en la decisión del público a la hora de votar. La economía no está bien, pero tampoco estamos en medio de una catástrofe, según el punto de vista de la mayoría de los electores. Puede colaborar a ello que los principales candidatos son, en general, tipos sensatos que hablan muy poco de economía, esconden lo que probablemente vayan a hacer (les guste o no) o, al menos, no están dispuestos a arriesgar un voto, en las PASO, pronunciándose sobre cuestiones que pueden cambiar (y mucho) en las próximas 12 semanas.

La Presidenta decidió una única fórmula oficialista nacional, es decir que la encuesta tuvo un solo encuestado. Es probable que la ¿racionalidad? de su decisión provenga de tres datos:

a) Si iba con dos candidatos a las PASO, es probable que estos salieran segundo y cuarto, en cambio yendo con uno solo es previsible que las gane o que las pueda presentar como un triunfo.

b) Tenía que soportar al candidato menos deseado, en la cabeza de la lista, porque es el único con ciertas chances de un triunfo en Primera vuelta, si es que puede captar votos más allá del kirchnerismo duro y, a la vez, representar “el voto útil” para todos aquellos que no quieren un triunfo de la “derecha”. Sería algo así como el Lousteau, para todo el voto de izquierda y centro-izquierda, como éste lo fuera frente a Rodríguez Larreta.

c) Se notaban ya un amesetamiento en el crecimiento de Macri y las tremendas dificultades, para recuperarse, de Massa. Por eso, al decidir por Scioli, mantiene la pata peronista y bloquea el crecimiento del Frente Renovador, para así concentrar toda la munición de campaña, en impedir el avance del candidato de Cambiemos.

Como el Círculo rojo fue desoído por su principal candidato, (y seguramente uno de sus integrantes), la cuestión para el poder económico -que tiene paradas inversiones y necesita conocer el nuevo set de precios relativos que instaurará el próximo gobierno- es: si Macri no nos hace caso, por qué no hablar con Scioli y/o ayudarlo a que se mantenga en la franja moderada o que incursione en la misma, entre las Paso y la Primera vuelta.

De allí el discurso de la izquierda, diciendo que Macri y Scioli son el establishment. También de allí proviene el reciente revival del camporismo, propugnando el rápido regreso de Cristina o el acortamiento del “período de luna de miel”, que se le brindaría a Scioli, (amén de la larvada discusión -todavía no resuelta pero que seguramente dejará muchas heridas- sobre “quién se come” los ajustes de precios relativos y cuándo).

También la Presidenta decidió que hubiera dos candidatos en la Provincia de Buenos Aires, o más bien dos fórmulas. Hay al menos tres razones para interpretar su decisión:

a) En la Provincia, no hay un enemigo sino dos: Vidal tiene dificultades para crecer y probablemente pierda en primera vuelta pero -en las PASO- puede hacer una buena elección, siempre que Solá no le quite votos. Es difícil creer que la candidata del PRO le reste votantes a las dos fórmulas oficialistas.

b) Las dos fórmulas oficialistas pueden pelear mucho, en las PASO, entre ellas, pero en la primera vuelta probablemente se sumarán los votos del perdedor a los del candidato triunfante, en su interna, siempre que Solá no haga una buena elección en las PASO; y

c) Solá es un candidato conocido, fue un gobernador “probado” y le puede sacar votos tanto al PRO -si aparece como alternativa de voto útil, incluso en las PASO- como a las dos fórmulas oficialistas. Tiene la contra de que el candidato presidencial no lo arrastra a él sino más bien todo lo contrario, con lo cual el esfuerzo de Felipe es descomunal (si bien, como se dijo, está probado, tiene casi todo en contra). Lo que nadie duda es que va a molestar, hasta último momento, si es que no les pega un susto a todos, el mismo que produjo Lousteau en la Capital.

Para concluir, el supuesto de que hay demasiados indecisos para la Primera vuelta y que éstos estarían primordialmente en la Provincia de Buenos Aires, no hace más que confirmar dos cosas: a) el escaso interés que demuestra un tercio del electorado por estas elecciones y b) que la aplicación del “voto útil” o la selección por el menos malo, queda definitivamente pospuesta para el 25 de octubre y no debería extrañarnos que finalmente se concrete recién en noviembre.

LA INFLUENCIA DE LA ECONOMÍA

El momento económico es peliagudo: hay escasez de divisas y dificultades para importar, se deterioraron los Términos del Intercambio externo, la actividad económica repunta apenas levemente y sólo en algunos sectores, la rentabilidad del agro y las economías regionales desapareció, el déficit fiscal es casi in-financiable y la emisión de dinero no va a la reactivación ni a la generación de crédito, sino a la compra de dólares, tanto del dólar ahorro como del blue.

Uno podría pensar que, ante este panorama, las chances del oficialismo no sólo que no pintan bien sino que además tendrían fuertes probabilidades de empeorar. La corrida de los últimos días, que no sólo fue hacia el Dólar, revelaría tanto -el desconcierto de los pudientes sobre el resultado electoral como -el desmanejo absoluto de las finanzas públicas y, sobre todo, -la desorientación y la falta de sentido de oportunidad en materia de financiamiento del déficit del Tesoro.

Veamos algunos detalles acerca de la situación económica:

En el primer semestre, las exportaciones cayeron 18%, en dólares (interanual), en tanto que las impo lo hicieron en un 13%, gracias a lo cual se mantuvo un pálido superávit comercial externo, que es apenas un 37% del logrado en 2014.

Las cantidades vendidas cayeron un 1% por más que, clima mediante, tuvimos un cosechón que expandió los volúmenes de primarios (soja y maíz, sobre todo) y los de manufacturas de origen agropecuario (MOA) en 23 y 2%, respectivamente. Las cantidades de MOI o manufacturas de origen industrial, bajaron la friolera del 16%. Por su parte, los volúmenes importados cayeron 3% con hitos tales como caídas del 21 y 18% en Vehículos automotores y Partes y accesorios para bienes de capital, respectivamente. A raíz de la crisis política y de la devaluación en Brasil, estas complicaciones pueden acrecentarse en las próximas 12 semanas.

En la semana cerrada el 24 de julio, los aceiteros declararon MU$S 556, un 13% menos que en igual período de 2014. En lo que va del año, la baja es del 15,5%; fiel reflejo de la renuencia a vender por parte de los productores y de la caída de los precios mundiales de las commodities.

El Índice de Actividad del Estudio Ferreres, da un 1% de crecimiento, en junio y un 0,4%; en el segundo trimestre, claro que siempre comparándolos con los peores meses de 2014. El acumulado del primer semestre da una caída del 0,2%, aunque junio -desestacionalizado- muestre una suba del 3% con respecto al peor mes de 2014 (agosto). Este repunte tiene “efecto urna”. Es notable que Intermediación Financiera haya caído 7,1% en el semestre, mientras la Industria lo hacía al 0,9%. La Construcción creció al 4,4% y el agro pampeano salvaba la ropa (no para todos) gracias a los rendimientos por hectárea. Las cosas andan muy mal en Maquinarias y Equipos y Metalmecánica (9,6 y 9,3% de merma). Se registran mejoras del 4,9 y del 2,2% en Alimentos y Bebidas, respectivamente (esto ayuda electoralmente). También el sector de Refinerías crece 4,6%. La estrella son los Minerales no metálicos (9,3%), gracias a la citada mejora en la Construcción. Una vez más, comparando junio con el peor mes de 2014, el Sector Industrial, en su conjunto, crece el 4,5%, otro dato relevante a la hora de la decisión electoral.

En los primeros 24 días de julio, la Base Monetaria creció en M$ 36.683. Se reparte en un 46% para financiar al Sector Público; un 21% para otorgar pases bancarios y aumentar el crédito; un 27% en Letras no renovadas (más deuda) por el Central y apenas un 6% para comprar divisas. Curiosamente, en el mismo lapso, el crédito en tarjetas cayó 6,5%, mientras las ventas de Dólar ahorro alcanzaron récords de MU$S 682, con una suba mensual del 33% en valor y del 27% en número de operaciones. La compra promedio fue de U$S 691. Esto nos da indicios sobre qué hizo la gente con el aumento paritario y los aguinaldos: cancelar crédito caro, sin endeudarse, y comprar dólares.

La economía no parece influir demasiado, por ahora, en la decisión electoral, ni a favor ni en contra del oficialismo. Se ajustaron las Asignaciones y las Jubilaciones y el candidato opositor mantendría las primeras y consolidaría el sistema previsional, en manos del sector público.

La gente decidió usar prudentemente los aguinaldos y aumentos paritarios, porque todo el mundo prevé devaluaciones, pero nadie sabe si estas superarán al rendimiento de las tasas activas que los bancos cobran a sus deudores menos seguros.

Por otra parte, algunos sectores económicos mejoran (Construcción, Refinería, Minería, Alimentos y Bebidas, etc.), dándole al perfil mercado-internista de la política oficial un respiro que puede durar hasta el 25 de octubre. Buena parte de la industria y las economías regionales, principalmente las vinculadas al sector externo y más particularmente las afectadas por Brasil, padecen de rentabilidad nula o evidente quebranto. Pero eso tiene consecuencias electorales relativamente limitadas y no estaría afectando crucialmente el resultado, tanto de las PASO como de la primera vuelta, en el principal distrito electoral, que reúne el 38% de los que empezarán a decidir su futuro el próximo domingo.

Planteado de otra manera, las PASO serían una verdadera encuesta, en la cual no se juega demasiado y por ende tampoco se arriesga. Parece que todo quedará supeditado a lo que pueda ocurrir en las próximas 12 semanas, sobre todo si hay cambios en los perfiles de campaña electoral y/o sustos económicos. No parece que ninguna de las dos razones sea decisiva, salvo que los candidatos hagan lo suficiente como para conmover a un electorado, por ahora, bastante apático.

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