Por Juan José Guaresti.-

Desde el cuarto trimestre de 2007 sabemos que el Gobierno miente con total impunidad en las estadísticas que emanan del INDEC con el objeto de estafar a los acreedores del Estado que tienen créditos contra aquel que se ajustan por el índice de precios al consumidor. NO HA HABIDO UN FISCAL FEDERAL QUE SE HAYA LANZADO DE OFICIO, O SEA POR SI MISMO, COMO ES SU DEBER, A INVESTIGAR ESTOS HECHOS QUE DEMUELEN LA CREENCIA QUE MORAMOS EN UNA SOCIEDAD CIVILIZADA. Vista la señalada impunidad, el Banco Central de la República Argentina ha adoptado tan lamentable ejemplo y también engaña al público diciendo que tiene 33.850 millones de dólares de reservas. No aclara, lo que es esencial, que la mayoría de esas reservas no están realmente disponibles porque son dólares prestados, o directamente son fondos ajenos depositados en el Banco Central o son títulos públicos del mismo gobierno. Esas reservas no pueden ser utilizadas para utilizarlas para enfrentar una corrida cambiaria salvo que sus dueños lo autoricen o en el caso de títulos públicos, la gente los acepte en pago. La tesis de este trabajo es que el Banco Central tiene escasas reservas disponibles para pagar las deudas oficiales vencidas o a vencer.

EL ARTÍCULO DE ALCADIO OÑA DEL DOMINGO 19 DE JULIO

Este prestigioso periodista económico publicó en la edición de Clarín de esa fecha, un trabajo titulado “A los manotazos con el dólar paralelo” en el cuál desmenuzó la situación de las reservas contabilizadas del Banco Central y demostró que en el cálculo oficial figuran como “ reservas” la deuda con la República de China por 7.300 millones, depósitos privados, o sea, ajenos al Banco Central, por 7000 millones, pago de bonos retenidos por 2000 millones (estos son cupones de deuda pública no pagados a los acreedores del Estado Argentino por orden del Dr. Griesa de la Justicia Federal de Nueva York, porque no se ha cancelado la deuda con los “hold outs”), Letras del mercado por 1700 millones que son títulos públicos, 800 millones fruto de créditos con el exterior y 600 millones de cedines cuya contabilización por tratarse de títulos públicos también es inexplicable. El total de lo que NO son reservas disponibles da 19.400 millones de dólares. Restando estos 19.400 millones de dólares de los 33.850 millones de dólares que son pretendidamente “reservas” quedan 14.450 millones de dólares disponibles.

LAS “RESERVAS” DISPONIBLES SE TIENEN PORQUE NO SE HONRARON DEUDAS QUE DEBIERON SER PAGADAS Y NO LO FUERON, CON GRAN DESCRÉDITO PARA LA REPÚBLICA ARGENTINA

Esas deudas no se pagaron porque en su oportunidad la Tesorería General de la Nación no las honró, y, por ende, tampoco lo hizo el Banco Central. Si lo hubieran hecho con reservas del Banco Central dado que la Tesorería no tiene como enfrentar ese pasivo, los 14.450 millones de dólares a los cuales hemos aludido más arriba no estarían y en realidad asistiríamos a un hecho insólito: La cesación de pagos del Banco Central porque su pasivo excedería a su activo. Esta situación inaceptable tiene origen en una política económica desastrosa, una de cuyas manifestaciones es no terminar pleitos perdidos o no entregar divisas para cancelar operaciones con el exterior.

Pleitos con sentencias desfavorables con sentencia firme: La nave enseña de los mismos es el pleito resuelto por el Dr. Griesa, Juez de la Justicia Federal de Nueva York, en contra de nuestro Gobierno cuyo resultado fue confirmado por e l Tribunal de Alzada. El pleito llegó a la Corte Suprema quién rechazó la petición de ocuparse del asunto, el que quedó firme, desde hacen un año y dos meses aproximadamente. El monto del mismo no es inferior a los 1600 millones de dólares, cifra que aumenta día por día. Está impago desde la fecha indicada y mientras siga en su puesto la presente Administración, no se va a pagar.

No cancelar ese juicio de inmediato tuvo algunas consecuencias gravísimas en el ámbito económico: Para obligar a nuestro gobierno a abandonar su postura recalcitrante, se resolvió por el tribunal neoyorquino que hasta que no cumpliera con la sentencia judicial, la República Argentina no podía pagar los servicios de su crédito a los acreedores que habían aceptado las condiciones leoninas fijadas unilateralmente por nuestro Gobierno para salir del default. La consecuencia de su obstinada desobediencia, fue que quiénes se avinieron a ser pagados con moneda de quiebra, tampoco están recibiendo nada, lo que agranda el perjuicio que han recibido por confiar en la seriedad y la credibilidad de nuestros líderes. La segunda es que, después de este fallo, por el prestigio del Tribunal que lo emitió, va a ser muy difícil que se puedan ganar otros litigios que están tramitando en otros países. La tercera consecuencia es posiblemente más onerosa: El hecho de no pagar una sentencia judicial dificulta enormemente toda negociación pública y privada de extranjeros con nosotros porque existe este precedente del que se deduce que ni aun con un litigio perdido ante un Tribunal de renombre internacional, se obtiene que nuestros más encumbrados funcionarios, hagan honor a los compromisos contraídos.

Existen distintas estimaciones de lo que puede deberse a quiénes no ingresaron en el arreglo Kirchner-Lavagna pero, optimísticamente, digamos que se deberían 15.000 millones de dólares. Esa cifra es superior a la de las reservas disponibles del Banco Central que alcanzan, según hemos visto a 14.450 millones de dólares.

Cepo cambiario: La imposibilidad de hacer frente a los pagos a realizar en moneda extranjera llevó a nuestro gobierno a disimular su insolvencia financiera estableciendo una barrera a la remisión de utilidades y regalías a las empresas de capital extranjero instaladas en nuestro país a sus matrices, pese a ser capitales de insospechable origen. Además se prohibió la compra de divisas a los particulares y se estableció un régimen burocrático difícil de sortear para adquirir bienes y servicios provenientes del exterior. Se pensó, irresponsablemente, que esa novedad conocida popularmente como “cepo cambiario” detendría la persistente huida de capitales al extranjero con el consiguiente drenaje de divisas. Como es obvio, lo único que se hizo es desalentar la inversión extranjera porque nadie invierte en un país que no permite a sus dueños retirar las ganancias limpiamente obtenidas, por una parte, y por la otra dificultar la producción local. En un mundo globalizado es difícil encontrar un bien o un servicio que no requiera algún componente importado. La medida ha sido directamente suicida porque ha desalentado la exportación de productos nacionales, el desenvolvimiento de las empresas con lo cual también ha afectado el nivel de precios y desatado un aluvión de protestas internacionales.

En lo que concierne a este trabajo, ha generado deudas en divisas impresionantes porque las empresas han solicitado al Gobierno remitir sus dividendos y no se los dieron pese a tener derecho sustancialmente a obtenerlas. Esas deudas hay que pagarlas como hay que pagar las originadas por las importaciones que no se pudieron hacer con moneda extranjera cuya provisión fue negada por el Estado.

Daniel Fernández Canedo, otro periodista económico de fuste, en Clarín del 19 de Marzo pasado, cuantificó en un trabajo titulado: #El cepo y el dólar entraron a la campaña”, los perjuicios ocasionados por el “cepo cambiario”: Según consigna en su artículo la industria reclama atrasos de 4000 a 5000 millones de dólares por piezas y componentes de la producción. Lo que viene ahora, surgido dela misma pluma, impresiona todavía mas: A la cantidad arriba expresada habría que adicionarle unos 14.000 millones por utilidades y dividendos que no se pudieron enviar a las casas matrices…porque el Gobierno lo impidió.

NO SE DESEA HABLAR MÁS DE DEUDAS ADICIONALES PORQUE LE PUEDE HACER MAL AL LECTOR. CON LO LEÍDO YA TIENE DISGUSTO SUFICIENTE

Es por ese motivo que no vamos a profundizar el tema de los 7000 millones de dólares al contado que hay que pagar del Boden 15 que vence el 3 de Octubre venidero, porque tres meses, según hemos reflexionado, son una eternidad. También hay otras cositas… pero no vale la pena traerlas a colación. Siguiendo la política de la actual Administración dejémoslas a cargo del futuro gobierno…

El autor tiene la esperanza que el lector coincida en que no hace falta nada mas que lo expuesto para demostrar que las reservas disponibles del Banco Central no alcanzan para cancelar deudas que no debieron contraerse nunca y que se agrandan con el mero transcurso del tiempo.

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