Por Guillermo Cherashny.-

El presidente le tomó el gusto a ejercer el cargo y no escucha a Cristina ni a Massa y está empecinado en usar la lapicera para designar o remover ministros, cuando es un hecho que gobierna desastrosamente desde el 10 de diciembre del 2019, con una inflación imparable y sin acumular reservas para el BCRA pese a los términos del intercambio más favorables en toda la historia económica. Además, se rodea de integrantes del inexistente Grupo Callao, que son todos aplaudidores de sus fracasos, convirtiendo a este gobierno en el peor desde la vuelta de la democracia.

En efecto, está alejado de la realidad y se percibe como un líder de América Latina, cuando sólo representa a la dictadura venezolana de Nicolás Maduro, ya que ni Boric ni Castillo ni Petro ni AMLO manejan la economía contra todas las leyes de esa disciplina. Sus delirios -que preside un país que posee alimentos y energía para brindarle al mundo- sólo se aplican para lo primero; en cambio el gas de Vaca Muerta no tiene gasoducto para transportar y, si estuviera terminado, estaría sin circular el gas, porque el cepo impide las inversiones necesarias.

Si no acepta cambiar el rumbo como propone Axel Kicillof, porque es tan delirante como él, y en lugar de designar como superministro a Sergio Massa, que es un político racional que llegaría con Redrado o Álvarez Agis en economía, es porque no quiere dejarse ayudar y marcha directo a una crisis económica que se montará sobre la corrida cambiaria que ya es imparable.

Share