Por Mario Cadenas Madariaga.-

El papel de los economistas.

La superación de la crisis del treinta fue obra de Federico Pinedo, abogado y no economista, según su titulo profesional, pero evidentemente docto en economía.

Los que acertaron a calificar el problema argentino como derivado del subdesarrollo y por tanto propusieron con notable agudeza el desarrollo como solución -Frondizi y Frigerio-, no eran economistas, profesionalmente hablando, pero evidentemente sabían mas de la materia que muchos titulados.

El programa del abogado Martínez de Hoz del 2 de abril de 1976, fue de los mejores que se enunciaron en el país en las últimas décadas y hubiese sacado al país de la crisis, si el Ministro hubiera tenido el carácter necesario para aplicarlo, y no se hubiera dejado influir por dos economistas, Adolfo Diz y Ricardo Arriazu, que lo convencieron de que el aumento de las exportaciones agropecuarias eran responsables de la inflación, y le sugirieron la Tablita, causa de la crisis de 1981 y del fracaso económico del Proceso. La Tablita se aprobó con mi oposición, porque afectaba el crecimiento de las exportaciones y porque la inflación era causada por el aumento del gasto público, sin que me acompañara ningún economista.

Cavallo, el economista matriculado, que tuvo muchos méritos, sin embargo en definitiva fue el responsable principal de la crisis del 2001 y ni él ni su equipo de profesionales de la economía, supieron comprender el enorme error de atar al dólar la moneda argentina. Asi se perdió la sana reacción que generó la crisis de la hiperinflación de Alfonsín y sus economistas.

La durísima experiencia de la devaluación del 2002, fue obra de una Argentina al garete, abandonada por el FMI, con un equipo de economistas provincianos, que no tenían ninguna experiencia. La superación de esa crisis fue obra de la reacción de los precios internacionales de las materias primas, que Néstor Kirchner se adjudicó, como una más de sus grandes mentiras. Y por eso el kirchnerismo, como gran ignorante de la economía, termina en la crisis del 2015, donde todas las cifras oficiales están pintadas, porque la verdad es que la Argentina está en quiebra, presidida por un economista, el joven Axel Kicillof, que más bien es un gran dibujante.

Los economistas en vísperas de la asunción del nuevo gobierno.

Con excepción de algunos distinguidos representantes de la profesión, los economistas que están vinculados a los candidatos presidenciales, parecen que han perdido la capacidad de comunicarse con el público, o se han contagiado de la aversión oficialita hacia las conferencias de prensa. Ergo para conocer el programa que nos tocará en suerte, debemos recurrir a las adivinanzas o interpretaciones personales y sin base.

Pero ahí no para el drama argentino, relacionado con esta profesión. Algunos pocos economistas, valientes y conocedores de nuestra realidad, explican el problema con cifras ciertas que llevan a los peores diagnósticos. Ante estas visiones, se ha observado el espanto que producen entre los círculos empresarios que los invitaron, y en general también un clima de preocupación en la población que los lee con mas atención de lo que se cree.

El error en este caso es por defecto y no por incompetencia. El defecto consiste en no decir como se sale de la crisis, y cómo se debe proceder para que la superación sea más rápida y se convierta en una transformación de altos beneficios.

Los economistas realistas deben agregar a sus virtudes el deber ser apasionados del desarrollo o del progreso y poner su ciencia al servicio de este objetivo.

No sólo no deben alarmarse de un crecimiento del 10% anual, sino que deben propugnarlo, y hacer contribuciones para lograrlo, porque la economía no es una praxis que no se puede cambiar, sino que por el contrario es maleable, para el bien como para el mal, con la desgracia para la Argentina que desde hace muchas décadas la hemos conocido sólo en este último sentido.

Nuestro pueblo aceptará las leyes de la ortodoxia si esta convencido de que lo llevará a los mejores resultados, pero no por que si, por pura adhesión a la doctrina.

Los factores del progreso argentino.

Argentina tiene factores de progreso muy especiales:

1) La eliminación de los gravámenes y limitaciones a las exportaciones.

2) La restauración del mercado libre de cambios.

3) La recuperación de la estabilidad monetaria.

4) La multiplicación del crédito bancario al sector privado.

5) La cobertura de las grandes omisiones y deficiencias de la infraestructura con un plan de inversiones.

6) La reforma del sistema educacional para capacitar la mano de obra en las nuevas tecnologías.

7) La multiplicación de la inversión en ciencia y tecnología.

Estas transformaciones permitirán crecer al 10% anual, en las actuales condiciones internacionales que son mucho menos favorables que las que le tocaron al kirchnerismo, y por ende bajar la pobreza, eliminar la indigencia, llegar al pleno empleo, eliminar la informalidad laboral, aumentar los salarios y las jubilaciones al ritmo del crecimiento, tener una infraestructura moderna y eficiente, e incorporarnos en pocos años, al mundo desarrollado.

Pero es necesario que los economistas ayuden con sus contribuciones profesionales, como es su obligación patriótica o por el contrario el país prescindirá de ellos por su esterilidad profesional.

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