Por Raúl Cuello.-

Sus dichos han estado exentos de odio, rencor, intemperancia y revanchismo. Han sido los propios de quien viene a soldar las heridas hechas al tejido social por quien se destacó por tener actitudes y discursos opuestos a los preceptos constitucionales y que por lo tanto debía gobernar para todos. Por quien tuvo como objetivo fundamental, el de dividirnos.

El martes CFK invitó a MM a concurrir solo a la residencia de Olivos. Se cuidó que no hubiera testigos, tampoco periodistas y desde ya fotos para la posterioridad, ella tan proclive a las poses. Como si se tratara de dos extraños sin nada que los uniera, a pesar que el 10 de diciembre en ceremonia solemne, le deberá pasar a MM los atributos de mandos presidenciables: la banda y el bastón.

Es decir que tenía frente a sí la indudable oportunidad de tener un último gesto de grandeza. Y no lo tuvo porque no la tiene. En realidad una conducta que cuesta imaginar en el más alto ciudadano argentino por jerarquía constitucional.

A los 20 minutos de haber entrado, salió MM y luego de destacar la forma del encuentro, expresó al periodismo: “Fue tiempo perdido”. Sólo se habían tocado aspectos ceremoniales y nada más.

Nada que facilitara la transición, nada que hiciera al manejo de la información privilegiada de quien está al frente del Poder Ejecutivo. Como si este fuera un bien mostrenco. No quiso pasar a la historia en la lustrosa sala donde se encuentran los bustos de quienes fueron sus predecesores en el cargo y que con sus mas y con sus menos hicieron a nuestra patria. No todos con iguales méritos y calidades ya que hay un orden de méritos que nuestra historia ha recogido.

Por su propia vocación, el de CFK estará al lado de los menos lustrosos.

Podía haber ayudado a la toma de inventario por parte de MM. No lo hizo. Tal vez por temor a que salieran a luz algunas verdades que ella oculta mientras está en el sillón de Rivadavia. Perdió al final, como perdió en toda su gestión.

Distinto fue el caso de DS que pudo haber sido el presidente electo si se hubiera dado cuenta de sus calidades personales y hubiera confiado en sus propias fuerzas. Con toda la carga de pesar comprensible, el Gobernador de Buenos Aires reconoció desde el primer momento, tal vez antes de tiempo, su derrota y se puso a disposición de su sucesora. Él y todo su equipo, lo que se materializó a partir de una reunión que tuvieron en La Plata el miércoles en horas del mediodía.

DS supo perder, aún cuando sobrellevó la pesada mochila del “fuego amigo”, CFK incluida. No tuvo palabras de agravio para nadie. Al contrario, volvió a ser el DS que era antes de la campaña.

Por eso DS tiene futuro y reconocimiento político. Que lo use o no, depende solo de él y de las alianzas que teja en su Partido. Perdiendo ganó. CFK perdió en toda la línea por propia incapacidad para ejercer el cargo que detentó durante ocho años. La historia no la escriben los perdedores y ella lo es.

En cuanto a MM ha elegido su elenco de colaboradores. En lo que sé y me consta, Tanto Prat Gay, como Sturzenegger y Frigerio, a quienes conozco, puedo dar fé que tienen la vocación, la idoneidad, la responsabilidad y la honestidad que se requieren para llevar adelante sus gestiones. Son todos economistas brillantes. El punto de partida es más complicado que el que la ciudadanía cree que existe. No hay reservas, sobran pobres y marginados, faltan cifras confiables y las instituciones del Estado, salvo los burócratas calificados, existe una pléyade de personal que, no absorbido por el Sector Privado que no crece desde hace cuatro años encontró ocupación en áreas oficiales, municipales, provinciales y de la nación, la corrupción se ha hecho endémica y en el narcotráfico ya somos fabricantes y distribuidores.

El campo está minado y aunque MM esté imbuido de las mejores intenciones, debe trazar objetivos y utilizar instrumentos que requerirán la comprensión, madurez y patriotismo de la oposición, para, entre todos dar vuelta a una página negativa de la historia argentina.

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