Por Guillermo Cherashny.-

Hace unos días señalamos que al gobierno no le venía mal que el dólar supere los 16 pesitos y que hasta 18 le podía servir, porque podría licuar gasto público, como pasó con Duhalde en el 2002. Es cierto que podría aumentar aún más la inflación y que los gremios se pondrían más duros, pero subir la tasa de las Lebac al 37% es mucho peor, porque igual le pone un piso más alto a la inflación, que va a superar largamente el 25% que anunció Alfonso Prat Gay.

Los mercados o el maligno «círculo rojo» al que alude Macri, como no hay ninguna medida que disminuya el gasto público, provoca que la demanda de dólares aumente y que se restrinja la oferta, pero la decisión presidencial parar la suba al costo de tasas al 37% anual a la espera de los primeros 10 días de abril para que vengan los dólares de la cosecha es una estrategia razonable pero demuestra que Macri quiere aplicar un hipergradualismo en la economía cuando las grandes crisis se solucionaron con shock. En realidad, los ortodoxos no exigen un shock muy fuerte, por los límites que impone la política, pero demasiado gradualismo puede traer un año larguísimo con aumentos sucesivos de gas y transporte que se quieren postergar y con tasas del 37% anual es posible que la estanflación que dejaron Cristina y Kicillof se agrave más de la cuenta por no tener lo que hay que tener para ordenar la economía. Pero quizá el arreglo necesario con los holdouts pueda permitirle al gobierno seguir con el hipergradualismo.

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