Por Guillermo Cherashny.-

El anuncio de la segmentación tarifaria por parte de Flavia Royón, la flamante secretaria de energía, es una reducción de subsidios o un aumento de tarifas. La redistribución de subsidios significa un alivio para el nuevo ministro de economía, que hasta ahora hizo anuncios en el rumbo correcto pero faltaba que se empiecen a materializar y se hizo ahora. Esta medida tiene la virtud de focalizar en el derroche de energía, que tuvo su origen en el atraso de los precios y, si bien se mantuvo la segmentación por ingresos superiores a $350.000, también alcanza sectores medios pero se puede llegar a la tarifa plena para este sector en un término de dos o tres años, porque de nada sirven los aumentos de 500 o 1000%, como se hizo en la presidencia de Macri, porque causan estragos en la población, como pasó en Chile y Colombia, que posibilitaron cambios en los esquemas políticos tradicionales.

La decisión implica que los usuarios de servicios públicos de ahora en adelante se fijarán en los consumos de luz, gas y agua evitando el derroche de un bien que aumentó considerablemente con la invasión rusa a Ucrania. Este ahorro de 500.000 mil millones de pesos año y más de 100.000 en lo que resta del 2022 es una clara señal a los mercados, que esperaban señales de que se apagó la máquina de emitir billetes del BCRA y al mismo tiempo que la cosa va en serio y no es la sarasa de Guzmán y le da un respiro al ministro de economía, que completará con las futuras mejoras a la exportación de soja y la eventual acumulación de reservas, que están tocando un límite.

Era claro que esta segmentación en Juntos por el Cambio era para chicanear sobre las críticas del peronismo a las medidas de Macri-Aranguren pero es innegable que es un cambio en la cultura económica del país, ya que no daba para más el atraso histórico de las tarifas energéticas, como sostuvo el kirchnerismo hasta estos días.

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