Por José Luis Espert.-

Macri tiene que hacer honor al nombre de su espacio. Tiene que aplicar «Cambiemos». Sino, en el mejor de los casos, le dejará un «tierno» bodoque de desequilibrio fiscal y endeudamiento al gobierno que viene. En el peor, le caerá a él.

El déficit fiscal de Nación (incluido el pago de intereses de la deuda para tener todo el gasto público y sin los ingresos por rentas del BCRA y del Anses que son financiamiento del déficit y no ingresos fiscales) en septiembre fue de $ 58.600 millones, un 50% más alto que el de septiembre de 2015, con ingresos creciendo al 31% y el gasto público al 41% con respecto a septiembre del año pasado. Lo saliente de lo que se ve de la tendencia es que los ingresos crecen desde principios de año al 27/28% anual y el gasto, que lo hacía a la misma velocidad en los primeros meses del año, (producto del no pago del gasto que sí se estaba ejecutando), ya lo hace a más del 40% anual.

El déficit fiscal acumulado de nueve meses fue de $ 356.000 millones, un 50% más que en el acumulado de los primeros nueve meses de 2015 y sólo $ 12.000 millones inferior al déficit de todo 2015 de $ 368.000 M. O sea, en sólo nueve meses casi que el Gobierno acumuló el mismo déficit de todo el año pasado.

De seguir la tendencia de un crecimiento del 50% anual en el último trimestre del año, el déficit fiscal de Nación de 2016 superaría los $ 550.000 millones. Si usamos el PBI en pesos corrientes que el Gobierno puso para 2016 en el Presupuesto de 2017 de $ 7.900.000 millones, el déficit fiscal de 2016 de Nación llegaría a 7% del PBI. Sumándole los $ 105.000 millones de déficit de las Provincias que el Presupuesto 2017 puso para 2016 (1.3% del PBI), el déficit del consolidado (Nación más Provincias) del sector público de 2016 llegaría a los $ 655.000 millones o 8.3% del PBI, 1.3% del PBI mayor que el de 2015 y el más grande de los 56 años que han transcurrido desde 1961, cuando comienzan a publicarse series consistentes de las cuentas públicas, si es que corregimos (como corresponde) los intereses de la deuda de los 70 y los 80 por los intereses reales.

En esos 56 años desde 1961, hubo 52 años de déficit fiscal (93% del tiempo) y solo 4 años con superávit fiscal que fueron los 4 años de la Presidencia de Néstor Kirchner 2003-2007 que gozó de la baja de gasto público en intereses de la deuda por el default de 2001 que se extendió hasta marzo de 2005 y de la recaudación por retenciones a las exportaciones agropecuarias y del impuesto al cheque que, si bien se crearon en 2002 y 2001 respectivamente, nada podía recaudarse en el medio de la peor crisis de la historia argentina. Junto con la recuperación de la economía de 2003 y el miedo por el «que se vayan todos», comenzó la mejora de las cuentas fiscales que, no casualmente, comenzaron a deteriorarse desde 2005 cuando Néstor Kirchner tuvo que refrendar en las elecciones legislativas los pocos votos obtenidos en las elecciones presidenciales de la primera mitad de 2003.

No sería descabellado pensar que en 2017 Macri vuelva a romper el récord histórico de déficit fiscal desde 1961.

Es más, en el presupuesto de 2017, el déficit fiscal del consolidado de Nación más Provincias baja 0.5% del PBI desde 8.3% del PBI en 2016 a 7.8% del PBI (con un PBI a precios corrientes en el Presupuesto 2017 de $ 9.700.000 millones) pero con un supuesto poco realista (y más siendo 2017 un año de elecciones clave para Cambiemos) de crecimiento del gasto público de 26% anual, cuando en 2016 que no es año electoral, lo está haciendo a casi 35% anual en los primeros nueve meses con datos cerrados (igual al promedio anual de los últimos 25 años), pero en el margen, o sea en septiembre, ya lo hace a más del 40%.

O sea, no sería descabellado pensar que en 2017 Macri vuelva a romper el récord histórico de déficit fiscal desde 1961. Así que, en materia fiscal, si es que en sus dos primeros años de gobierno Macri anota consecutivos récords históricos anuales de déficit fiscal, poco ha cambiado respecto de la historia comentada antes.

El cambio que ha introducido el macrismo en lo fiscal, respecto del gobierno de los Kirchner, es que ha mutado la forma de financiamiento de déficits fiscales de similar magnitud. De emisión de dinero y uso de reservas del BCRA (con su consiguiente vaciamiento) a la emisión de deuda pública. O sea, recurrir al crédito. Compulsivo por parte de los Kirchner y voluntario (hasta ahora) por parte del gobierno de Cambiemos. Cierra ¿no?

Recordar, en este sentido, los dos slogans macristas: en Argentina no había que hacer ningún ajuste macro (léase, que no hay que bajar el déficit fiscal) y de que no hay nada más reactivante que bajar la inflación, todo lo cual nos lleva a maximizar la colocación de deuda externa para reactivar la economía pero como ésta atrasa a un tipo de cambio al que no le sobra mucho, se la matiza con colocaciones de deuda interna (de hecho, la Nación en lo que va del año ha colocado para financiar su programa financiero de 2016 U$S 6.000 millones de deuda externa y más de U$S 13.000 M de deuda interna denominada en pesos).

Lo que Cambiemos no negocia, como toda la clase política, es que el gasto público no se baja y que el financiamiento del déficit resultante va cambiando de acuerdo a qué instrumento de financiamiento quedó bastardeado con la crisis o situación complicada previa.

Lo que Cambiemos no negocia, como toda la clase política, es que el gasto público no se baja.

Si los déficits fiscales previos al Rodrigazo de julio de 1975 se financiaban con emisión monetaria y reservas del BCRA, ¿qué haría Martínez de Hoz desde diciembre de 1978 con La Tablita? Colocar deuda pública, en particular externa, dado que el reciclaje de los petrodólares permitían financiamiento barato, ergo sin chances de crowding out (desplazamiento) de la actividad económica privada. La Tablita termina en crisis en enero de 1981 y luego de un interregno con Lorenzo Sigaut de ministro de Economía, la deuda pública entra en default (ni hablar a partir de la Guerra de Malvinas en 1982) que se extiende hasta el ingreso al Plan Brady en 1993. ¿Cómo financió los déficits fiscales Raúl Alfonsín (1983-1989) estando el país en default? De nuevo, como previo al Rodrigazo, con emisión monetaria y reservas del BCRA hasta que vino la hiperinflación.

Ya estamos con Menem presidente. Ingresamos al Brady. ¿Cómo financió Menem los déficits fiscales luego de una hiperinflación y de la confiscación de los depósitos con el Plan Bonex que impedían emitir dinero para financiar los déficits fiscales y con mercados de capitales abiertos por la economía de mercado que llevaba a cargo Menem? Como con Martínez de Hoz, con emisión de deuda pública, en particular deuda externa. Pero en 2001 Argentina defaulteó la deuda pública. ¿Cómo financiaron Néstor y Cristina sus déficits fiscales estando el país en default? Con emisión monetaria y reservas del BCRA. Una vez que la inflación llegó a fines de 2015 a niveles récord históricos, ¿qué creen que hizo Macri cuando llegó al gobierno? Comenzar a emitir deuda pública.

Como vemos, desde la primera gran crisis del último medio siglo como fue el Rodrigazo a mediados de 1975, los distintos gobiernos han venido alternando el financiamiento de los déficits fiscales entre emisión monetaria y reservas versus deuda pública y manteniendo casi el 100% del tiempo al fisco en situación deficitaria. El kirchnerismo agravó este cuadro fiscal tan delicado al subir el gasto público 15% del PBI desde 25% a 40% en sus 12 años de gobierno, transformando a la Argentina en una verdadera «trampera impositiva» (que será mortal ahora con el blanqueo y con amenazas varias en distintas Provincias de subas de las alícuotas de impuestos locales).

Las crisis que hemos sufrido en los últimos 40 años (Rodrigazo, Martínez de Hoz, la hiperinflación y el 2001-2002) fueron crisis de financiamiento del fisco que han derrumbado nuestra tasa de crecimiento de largo plazo (2.5/3% promedio anual) y han hecho que desde mediados de los 80 la pobreza esté, en promedio anual, en 30% con picos de casi 50% en la hiperinflación y casi 60% luego de la crisis de 2001-2002.

Macri nos propone volver alegremente a la deuda pública y lo más increíble, que lo único que se diga desde su gobierno es que el déficit fiscal (que causa endeudamiento) irá bajando con el crecimiento de la economía, desconociendo que en el último medio siglo cuando la economía creció en promedio 2.5%/3% anual, más del 90% del tiempo el fisco tuvo déficit fiscal.

Es más, si tenemos en cuenta que la deuda pública está hoy en 50% del PBI (sólo 5% del PBI menos que en diciembre de 2001) y que el déficit fiscal está en 8% del PBI, la deuda pública puede crecer hasta 70% del PBI hacia el final del gobierno de Macri en 2019, nivel cerca de los récords de los 70. El superávit primario necesario, bajo supuestos razonables de crecimiento de la economía y tasa de interés internacional, para que la deuda no siga creciendo más allá de 70% del PBI sería de 3% del PBI, cuando hoy el déficit primario (o sea, el déficit fiscal sin los intereses de la deuda como gasto público) es de más de 5% del PBI. Un ajuste de «nada más» que 8% del PBI, parecido al déficit fiscal global de hoy. Una enormidad.

Si el gobierno de Cambiemos piensa que a ellos, lo que les salió mal a Martínez de Hoz y Menem, o sea financiar déficits fiscales con deuda pública, sí les va a salir bien, más allá de un pecado grande de soberbia, se estarían equivocando feo, muy feo. En Argentina está demostrado que lo que está mal es tener déficit fiscal. No importa si el gasto es en obra pública o jubilaciones o si el financiamiento es emisión de pesos del BCRA o pagarés del Tesoro. Y no importa quién gobierna, si militares, radicales o peronistas en su infinidad de variantes.

Urge una corrección de las cuentas públicas por el lado del gasto público (la presión impositiva es expropiatoria) y si esto implica despidos, que así sea. No hay argumentos para que los privados hayan despedido 60.000 trabajadores en los primeros seis meses del año mientras que el sector público daba empleo a 60.000 más, tal como hace pocos días informó el Ministerio de Trabajo.

Macri tiene que Cambiar.

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