Por Hernán Andrés Kruse.-

En su edición del 7 de mayo, Página/12 publicó un artículo de Raúl Dellatorre titulado “Ganadores y perdedores elegidos a dedo”, en el que pone en evidencia la naturaleza del modelo económico macrista. Dice el autor: “Un minucioso informe de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo Económico (FIDE) sobre la evolución del valor de la producción durante el año 2016 respecto al anterior, deja en evidencia cuáles fueron los grandes ganadores del modelo implantado a partir de la llegada al gobierno de Cambiemos. Los únicos cuatro sectores que aumentaron el valor corriente (a precio de mercado) de su producción por encima del 50 por ciento el año pasado con respecto al anterior son el Agropecuario; Servicios de electricidad, gas y agua; Pesca e Intermediación Financiera. De los cuatro, sólo uno aumentó su volumen físico de producción (el segundo, Servicios) y tan sólo el 1,4 por ciento. Es decir, que prácticamente en su totalidad, el aumento del valor de producción de estos sectores se debió al aumento en los precios de lo que venden. No es casualidad que sean, precisamente, los sectores beneficiados por la devaluación, quita de retenciones, tarifazos y subas de tasas, todas decisiones de política económica que significaron enormes transferencias de ingresos. Tampoco es casual que en los últimos dos escalones de este ranking de aumento del valor de producción se encuentren la industria manufacturera y la construcción” (…) “Pero algo más: los que ganan no lo hacen por mayor producción, sino por transferencia de recursos que pagan el Estado (con fondos públicos) y los sectores afectados por esas mismas políticas”.

“El mapa de los sectores ganadores y perdedores resultantes de la política económica”, tal como lo define la Fundación que conduce Mercedes Marcó del Pont, muestra que el sector agropecuario aumentó el valor de producción en un 73,7 por ciento en 2016 respecto del año anterior, pero como su contribución al producto bruto en términos físicos fue 5,5 por ciento inferior, resulta que los mayores ingresos para el sector se originan en el aumento de precios implícitos, que promedia el 83,9 por ciento. A este incremento, que más que duplica la inflación del año punta a punta (mucho más si se calculara como la inflación promedio del año, lo cual resultaría más apropiado en este caso), tiene su fuente en la eliminación de retenciones y la devaluación, principalmente. Políticas que el gobierno de Cambiemos aplicó casi al momento de asumir, con el argumento de promover un boom de producción, inversiones y exportaciones” (…) “El segundo sector en el ranking de beneficiarios es el de empresas que explotan los servicios de electricidad, gas y agua, que lograron otra envidiable alza en su valor de producción, 59,6 por ciento, resultado de un aumento en el volumen producido del 1,4 por ciento pero una suba en sus precios del 57,4 por ciento a nivel global. Este es el resultado directo y elocuente de los tarifazos; una transferencia sin escalas de los ingresos de los usuarios a los bolsillos de las empresas prestatarias del servicio. El sector de Pesca es otro beneficiario de la devaluación, que lo ubicó en el tercer escalón del ranking, dejando en cuarto lugar al sector denominado Intermediación Financiera. No por mayor actividad, ya que el “producido físico” del sector cayó 3,8 por ciento respecto del año anterior, sino por el aumento en un 60,9 por ciento en el “precio implícito” de sus productos” (…).

“La lista de perdedores tiene inscripto en su cuadro principal a la Construcción, la industria manufacturera y el sector Hoteles y restaurantes. Los dos últimos están estrechamente ligados al nivel de consumo interno, una variable que resultó fuertemente castigada por una política económica que afectó a los sectores de ingresos fijos (asalariados). El primero, construcción, claramente impactado por la suba de tasas que desvió inversiones especulativas (huyeron de los ladrillos para ir a las Lebac) y el freno a la obra pública que el gobierno se autoimpuso para cumplir con las transferencias a los sectores ya mencionados”.

En su edición del 7 de mayo, La Nación publicó un artículo de Morales Solá titulado “Macri y el peronismo en semanas decisivas”, en el que brinda un certero análisis de la actual situación política del país. Dice el autor: “El gobierno sabe que encarará las próximas elecciones con la insatisfacción económica de la sociedad. Le queda el contraste con el pasado y la confrontación con éste como recursos electorales. El peronismo enfrentará elecciones, por primera vez en muchos años, acéfalo, sin conducción nacional y sin un liderazgo clave en el más importante de todos los distritos: Buenos Aires. La única certeza del peronismo es que machacará al oficialismo con el malestar económico de la gente común” (…) “El mejor proyecto del oficialismo está en manos de una persona que no es macrista: Cristina Kirchner, quien se excluyó de las elecciones y luego mandó a que la incluyan. ¿Entonces? El misterio es su vieja marca. La eventual candidatura de la ex presidente polarizaría a la sociedad de tal manera con el macrismo que desaparecería todo el resto. Si bien Cristina tiene en la provincia de Buenos Aires el mejor nivel de simpatías, la unanimidad de los encuestadores sostiene que el oficialismo ganaría ese duelo entre la novedad y el pasado. El Presidente se recompuso en las últimas encuestas, pero carece de candidatos relumbrantes en la provincia de Buenos Aires. El oficialismo confía en una campaña que harán el propio presidente y María Eugenia Vidal, la figura más popular de la política argentina” (…).

“El peronismo, en efecto, no tiene conducción respetada ni liderazgos significativos en el país, salvo el que expresa Cristina Kirchner. Pero ésta personifica el pasado que gran parte del peronismo quiere relegar definitivamente a la historia” (…) “Cualquiera que habla con dirigentes justicialistas se lleva la impresión de que el único liderazgo político e institucional del peronismo lo encarna el senador Miguel Angel Pichetto, jefe del poderoso bloque de senadores de ese partido. Ningún peronista toma ninguna decisión importante sin antes hacerle una visita o llamarlo por teléfono al influyente senador” (…) “El peronismo, que nació de un gobierno, nunca se acostumbró a la intemperie electoral. ¿Quién pagará la campaña electoral, que antes contaba con la contribución de generosos empresarios y con el más generoso aporte del Estado?” (…) “Una mayoría significativa del peronismo tiene la sensación (sólo la sensación) de que Cristina se quedará en su casa, flameando la bandera de un vago ascendiente político. Nunca se le cae de la boca el antecedente de que fue la presidente con más votos de la historia y con mayor diferencia con el segundo más votado, casi 30 puntos. ¿Para qué borrar esos pergaminos con una eventual derrota bonaerense?” (…) “En Buenos Aires la aman o la odian. Nunca pasa inadvertida. Sólo podrían empujarla a la candidatura la necesidad de fueros o el convencimiento absoluto de una victoria. Esta certeza no existe nunca, pero ya sabemos que el arte de Cristina es la construcción de una realidad tan distinta como propia”.

“Daniel Scioli y Florencio Randazzo no son candidatos aún, pero están dispuestos a enfrentarse en una interna” (…) “Difícilmente Scioli sería candidato si debiera enfrentarse a Cristina Kirchner; no lo ha hecho nunca, no lo hará ahora. Randazzo los enfrentaría a los dos; él viene proponiendo desde hace mucho tiempo una interna abierta y amplia de pejotismo bonaerense. Su condición es que esa elección interna sea supervisada por la Cámara Electoral nacional, porque las primarias son elecciones nacionales bajo control de la justicia electoral” (…) “Cristina no competiría jamás con nadie en una interna” (…) “Sectores importantes del peronismo le piden a Randazzo que haga lo que hizo Antonio Cafiero en 1985. Esto es: romper con el PJ oficial, perder con dignidad frente al entonces reinante alfonsinismo y borrar luego a la vieja dirigencia peronista. Esto tiene un nombre: renovación peronista, que es el proyecto de la mayoría del PJ” (…) “Para Randazzo los momentos no son comparables. Él anda construyendo un amplio espacio peronista”.

“Scioli tiene un proyecto que nunca lo dice. Ganarle la interna a Randazzo y luego ganarle la provincia a Macri. No le importa ser senador, que es lo que disputará en octubre, sino colocarse como el candidato imprescindible del PJ para las presidenciales de 2019. La presidencia es un lujo que se quiere dar. El otro presidenciable es Sergio Massa, a quien muchos quisieran ver disputando su candidatura en una interna dentro del peronismo. Imposible. Margarita Stolbizer le abre otros espacios sociales, pero le cierra las puertas del peronismo” (…) “Hay quienes aconsejan a Massa que espere hasta 2019 sin arriesgar en 2017. El peronismo no tiene tanta paciencia” (…) “Tendré que ser candidato”, suele decir, aunque su opinión cambia con cada encuesta que le llega. Las últimas no fueron buenas para él”.

“El peronismo renovará 16 senadores nacionales, mientras que Cambiemos renovará sólo 13. El mandato de los senadores dura seis años. Están renovando los que fueron elegidos en 2011, cuando Cristina hizo su mejor elección” (…) “El peronismo no está bien, pero eso no significa el final de su historia. Parafraseando a un ex presidente latinoamericano, la política ha asistido a muchos velorios del peronismo, pero a ningún entierro”.

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