Por Miguel Ángel Boggiano (Carta Financiera).-

La única manera de sacar genuinamente a la Argentina de la pobreza es a través de la generación de puestos de trabajo. Podríamos hablar de mejoras en educación, pero esa es una solución de mediano-largo plazo y hay un 32,2% de la población argentina que no puede esperar y necesita de soluciones urgentes.

En el gobierno cristinista, el 66% de los empleos generados fueron estatales. Esto quiere decir que le hicieron más difícil a los privados generar empleo, ya que los privados tuvimos que pagar más para financiar esos nuevos empleos públicos. Pero hay muchos otros factores graves que deben ser atacados para poder generar empleo genuino y no la ilusión artificial del empleo público.

Empezamos por mostrar un cuadro de una empresa privada multinacional, que compara su propio costo en dólares de una hora de trabajo en Argentina, Brasil, Colombia y México:

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Más allá de las diferencias que pueda tener cada industria, el cuadro comparativo es contundente: A esta empresa, un empleado en la Argentina le cuesta un 50% más que en Brasil, un 142% más que en México y un 430% más que en Colombia.

Con esta diferencia de costos, la industria argentina y las PyMEs en particular, tienen un gran problema de competitividad con el mundo. Incluso podríamos decir un problema de viabilidad. Esto se basa en cinco puntos: la gran presión fiscal, el ausentismo de los empleados, la connivencia de las Obras Sociales que falsean certificados enfermedad o dolencia, la industria del juicio y el sistema de riesgos de trabajo.

Debe quedar algo claro: no proponemos que el salario caiga, sino que se debe reducir el costo de todos aquellos actores que lucran con ello en el camino. Al trabajador argentino le meten la mano en el bolsillo las ARTs, las Obras Sociales (incluido el PAMI obviamente), los Sindicatos y el estado argentino con los impuestos:

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La presión fiscal en estos momentos se ha vuelto casi imposible de soportar. Impuesto a las Ganancias, IVA, Ingresos Brutos, Débitos y Créditos, Aportes Patronales, Bienes Personales, ABL, Combustibles, Aranceles de Importación, Inflación. Si sumamos todos estos impuestos, llegaremos a una carga tributaria total de entre el 70% y el 80%. ¿A alguien le sorprende que haya una gran parte de la economía en negro?

Aun así, no debemos obviar los otros ítems que engrosan el costo laboral. Estos deben ser atacados cuanto antes si es que queremos sacar a los argentinos de la pobreza. Sin generación de empleo, no podremos combatir la pobreza con la urgencia necesaria.

El ausentismo en la Argentina es del 13%, lo que es inusualmente alto en comparación con el 3% mundial. Pero no podemos perder de vista que sólo 5 años atrás el ausentismo no superaba el 7%. Esto impone un costo directo muy obvio a cualquier empresa. ¿Por qué faltan los empleados? Entre otras cosas porque saben que al empresario le es muy caro echarlos. Como nota de color, cuando los sindicatos se transformaron en los dueños de facto de Cresta Roja, el ausentismo en una de sus plantas alcanzó el 27%.

En esa empresa, como en otras, los sindicatos sortean números entre los asalariados para que la Obra Social les invente algún problema de salud y puedan faltar. Al ser tantos los supuestos problemas de salud, la Obra Social no puede dar abasto, y lo tiene que cubrir la ART.

A la ART a su vez le aumenta el costo, y lo termina pagando el empleador. El costo del sistema de riesgos de trabajo ha crecido de manera tal que la cuota pactada por trabajador para el pago de ART sufrió en los últimos 20 años incrementos que han superado en algunos casos el 3000%.

Por último, la industria del juicio ha hecho que en la última década, el 98% de los juicios laborales fueran ganados por los empleados. Esto generó una sucesión interminable de demandas falsas e infundadas frente a las cuales la justicia falló siempre a favor del empleado, incluso cuando no resistía el menor análisis de sentido común. Abogados que abusaron y abusan por completo del sistema.

Hablando concretamente de números, para que el empleado reciba $10.000 en mano, el empleador debe destinar $16.300. Y esto implica una escala salarial donde no paga impuesto a las ganancias. En los casos en que paga impuesto a las ganancias, el empleador tiene un costo que supera en un 80% lo que recibe un empleado. ¿Quiénes se reparten esta diferencia?

El empleado paga 11% de aportes jubilatorios, 3% de PAMI, 3% de Obra Social y en algunos casos un Aporte Sindical 2%. El empleador a su vez paga: 16% de aportes jubilatorios, 2% de PAMI, 5% de Obra Social, 7,5% de Asignaciones Familiares, 1.5% de Fondo Nacional de Empleo y un 3% de ART.

No perdamos de vista que el empleo en blanco es sólo el 60% y que este porcentaje soporta el 100% de las jubilaciones. Si tuviéramos más empleo en blanco, se podría reducir esta carga que alcanza al 27% del salario.

La pobreza es un gran problema en la Argentina y hay que atacarlo en su raíz: generando empleo y no “estigmatizando” al pobre. Ya quedó bien claro que Cristina Kirchner no tenía problema en mentir con un inverosímil 5% de pobreza ante las Naciones Unidas. Hoy, tenemos que encarar ese problema con un plan concreto y no con castillos en el aire.

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