Por Agustín Monteverde.-

  • Como es obvio, la decisión de disminuir lentamente el déficit genera ruido e inconsistencias con el objetivo de bajar la inflación.
  • La convivencia de una inflación elevada junto a altas tasas de interés es consecuencia inmediata de la falta de señales y de avance en el plano fiscal.
  • La presencia de ambos elementos ensombrece el renovado e incipiente interés de los inversores por la Argentina y conspira contra la salida de la recesión.
  • Dado que no se permite la revaluación de los activos, con el presente nivel de inflación la tasa real del impuesto a las Ganancias supera 50%, lo que constituye un brutal desaliento para los inversores tanto locales como extranjeros.
  • Para peor, cuanto más baja es la rentabilidad, más elevada resulta la tasa efectiva de tributación.
  • Por otro lado, hasta que no se levante en forma plena y efectiva el cepo a los movimientos de capital, muchas inversiones esperarán.
  • La cautela de las empresas internacionales quedó transparentada en las recientes visitas del primer ministro de Italia y el presidente de Francia, que celebraron el cambio político en la Argentina pero no dejaron un sólo anuncio de inversión real.
  • Y para los inversores especulativos que apostaron a la solución del default, el arreglo con los hold-outs será momento de tomar ganancias y retirarse.
  • Si las siempre presentes tentaciones políticas -especialmente, en el caso de un retorno exitoso a los mercados de deuda- postergasen impensadamente el ajuste, el modelo se volvería explosivo.
  • Es decir, en el caso de que las inconsistencias -y, consiguientemente, las distorsiones- se prolongasen indefinidamente, si no estallara por inflación explotaría por insolvencia (sobreendeudamiento).
  • Por ello, en caso de normalizarse nuestra situación financiera, habrá que seguir de cerca la relación entre deuda y PBI.
  • La deuda financia el déficit pero al costo de aumentarlo en el futuro, abultando los intereses a pagar -y consecuentemente, el ajuste- por no haberlo realizado hoy.
  • Por último, hay que no perder de vista los efectos secundarios de tomar deuda en los mercados internacionales.

En este sentido, los dos posibles caminos de ingreso para esas divisas tienen implicaciones monetarias diferentes pero una misma consecuencia en el plano cambiario.

  • Una posibilidad es que el Tesoro las venda al Banco Central.

* Eso implicaría emitir los correspondientes pesos, lo que a su vez generaría inflación.

* Y requeriría una nueva suba de tasas para esterilizarlos.

  • La otra vía es vender esas divisas directamente en el mercado.

* Esto hundiría el tipo de cambio nominal.

* El atraso cambiario se acentuaría; y con él, los problemas de competitividad.

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