Por Luis Alejandro Rizzi.-

En un muy buen artículo escrito por Ernesto Tenembaum en “El cronista” del pasado día 12 plantea con relación a los precios de la energía que: “…los puntos extremos del debate, se ubican la idea de que la energía sea casi gratuita, al costo de que caiga abruptamente la inversión, o que se le cobre a los usuarios su costo de generación más la ganancia en dólares que reclaman las petroleras, a costa de que tampoco tengan acceso a ella porque no la pueden pagar.”

La paradoja es que en los dos casos nos quedaríamos sin energía. Si fuera gratuita, estamos viviendo la experiencia de su escasez y como espejo del futuro la bolivariana Venezuela, llega un momento que la energía se acaba. Si se la vende a los usuarios a su costo real un sector importante de la sociedad, no sabemos qué porcentaje, porque durante “la década ganada” nos quedamos sin estadísticas confiables, no tendría acceso a la energía abundante porque no la podría pagar. Sería una forma de falta de energía.

En este punto uno advierte la importancia de las estadísticas, las mediciones sobre costo de vida y los ingresos de la gente y sobre todo el nivel de la marginalidad, ese grupo de personas que, otra paradoja, para vivir decentemente, viven sumergidos en la economía negra o informal.

El tener a mano una buena radiografía de la sociedad le permitiría a la política diseñar un sistema de subsidios dirigido y focalizado en la demanda para que la energía esté con razonabilidad al alcance de todos (…y todas)

Decía de Pablo que “No hay de todo, para todos, gratis. Puede haber de todo para algunos, puede haber algunos bienes para todos; pero de todo, para todos, gratis no hay, dados los recursos y la tecnología existentes”.

De eso debe tratar la política, es decir, debe establecer prioridades. Hay algunos bienes a los que todos debemos tener acceso, educación, salud, energía, en estos casos juegan las llamadas políticas sociales (como si hubiera políticas no sociales). Hay algunos bienes sólo para algunos, por ejemplo, las carteras Louis Vuitton para Kristina, pero a nadie se le ocurriría subsidiar la compra de ese tipo de bienes para que sean accesibles para todos. Y finalmente diría que no hay bienes gratuitos, ni siquiera el aire que respiramos es gratis ya que mantenerlo limpio tiene un costo.

Pues bien, esto es lo que la política nos tiene que hacer entender y esto no se hace ni con audiencias públicas; ni con el art. 42 de la constitución, que en definitiva nos hace creer que todos tenemos que tener todo; ni con declaraciones abstractas de derechos; porque, de paso, recordemos que todo derecho tiene un costo.

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