Por Miguel Ángel Boggiano (Carta Financiera).-

En el Reporte de Competitividad Global del World Economic Forum, sobre un total estudiado de 138 países, Argentina aparece en el puesto 138 en “Peso de los impuestos en las ganancias empresariales” y en el puesto 135 en “Incentivos del Sistema Impositivo a Invertir”. Fue el mismo Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, quien puntualizó esto al comenzar su presentación de la Reforma Tributaria la semana pasada:

Si vemos además el último informe «Doing Business», Argentina figura en el puesto 169 de 190 países en la categoría “Paying Taxes”:

“Tenemos un problema”, concluye Dujovne ante una evidencia contundente. La Argentina necesita bajar impuestos porque el sector privado está completamente ahogado y está impedido de crecer de forma genuina. ¿Por qué? Porque el tamaño del gasto público pasó de ser 25% cuando llegó Néstor Kirchner a ser un 43% hoy. Esta es la verdadera herencia kirchnerista que el gobierno no se anima a atacar, aún con el respaldo de las urnas. Si no se baja el gasto público, no hay forma de bajar los impuestos. Es por eso que la reforma tributaria que propuso el gobierno no sirve para nada: no consigue bajar impuestos.

Macri y Dujovne describen correctamente el problema pero no hacen nada por atacarlo. Incluso pareciera haber una situación esquizofrénica en el gobierno como marqué en Twitter:

Lo peor de la reforma: elimina el tope de $82.000 para aportes jubilatorios. Antes lo que se aportaba a ANSES era el 11% del salario bruto pero con un tope en $82.000. Es decir que en concepto de jubilación, aportaba lo mismo alguien con un sueldo bruto de $82.000 que de $200.000. Ahora esto cambia y el 11% se calculará SIN TOPE sobre el salario bruto. A los efectos prácticos, esto aumenta la retención sobre el sueldo y es equivalente a aumentar la tasa marginal de ganancias para los sueldos superiores a $82.000 a la zona de 40%-45%. Obviamente no es «impuesto a las ganancias» porque es aporte jubilatorio. Pero en definitiva es reducción del salario de bolsillo para los de más altos ingresos.

La reforma es sólo una reorganización confusa de los actuales impuestos. Esto no es bueno por algo bien sencillo: si no se entiende con claridad dónde está el beneficio, no hay cambio en las conductas económicas de la gente.

Si no se baja el gasto, no hay manera de hacer una baja de impuestos contundente y clara. Si no hay una señal contundente y clara para los agentes económicos, no se va a generar ningún incentivo económico que motive a cambiar las decisiones de inversión. Con lo cual, una reforma difícil de entender, poco clara y tibia, no es más que dilapidar rápidamente el capital político obtenido en las elecciones.

El caso más simple de entender es el del Impuestos a la Transferencia de Inmuebles. Este impuesto desaparece, pero se ve más que compensado por la aparición de otro impuesto del 15% a la ganancia por la apreciación de valor. Esto quiere decir que una vez aprobada la ley, si una persona compra una segunda vivienda a U$S 100.000 y luego la vende a U$S 140.000, tendrá que pagar el 15% por los U$S 40.000 ganados.

Respecto del impuesto al cheque, que representa el 9% de la recaudación tributaria total, hay un truco contable: se podrá compensar con las ganancias que tenga una empresa. Sin embargo, la mayoría de las empresas pagan un gran número de impuestos antes de poder computar ganancias. Con lo cual, a los efectos prácticos el impuesto al cheque sólo se verá compensado muy parcialmente. ¿O alguien cree que van a suprimir al tercer impuesto que más recauda luego de IVA y Ganancias?

Hay concesiones negociadas con las provincias, en las que éstas reducirán Ingresos Brutos (impuesto provincial). ¿Cómo las compensan? Con nuevos impuestos a todas las bebidas y también con el impuesto a la renta financiera (con alícuota del 5% para títulos en pesos y del 15% para títulos en dólares).

La reforma indica que bajarán el impuesto a las ganancias de las empresas de 35% a 25% en 5 años, pero sólo para quienes reinviertan sus utilidades. ¿No pueden entonces distribuir ganancias? ¿Qué clase de condición ridícula es esta?

Dujovne indicó que la reforma bajará la presión impositiva en un 1,5% del PBI. Sin embargo, algunas estimaciones privadas indican que la presión bajaría sólo un 0,3%. Pero entonces, ¿es esta la misma persona que empieza su exposición indicando que estamos en el último puesto mundial en materia impositiva y propone cambios que son una gota en el océano?

Los argentinos debemos entender que la única manera de tener una reforma contundente y clara, es exigir la baja del gasto público a nuestros dirigentes. Sin esto, cualquier reforma seguirá siendo un ensayo oscurantista.

Les dejo el gráfico que detalla el gasto público. Entre jubilaciones, planes, subsidios y salarios, tenemos más del 82% del total. Hay que empezar a discutir cómo se bajan estos componentes. Acá está la raíz de todos los problemas económicos de la Argentina:

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