Por Enrique Piragini.-

Cuando la asociación ilícita que gobierna Argentina desde el nefasto 25 de mayo de 2003 logró hacerse de la “maquinita de imprimir dinero”, comenzó un nuevo capítulo de la debacle económica de nuestro país.

El sueño que acariciaba el desaparecido con presunción de fallecimiento, Néstor Carlos Kirchner, se terminó de concretar cuando el multiprocesado vicepresidente Amado Boudou confiscó para sí mismo la empresa Ciccone Calcográfica, que pasó a ser CIKKONE KALKOGRAFIKA, pues desde que les fuera arrebatada a sus dueños, esta planta modelo no ha dejado de imprimir papel moneda con las más diversas, y creativas, formas de minar y destruir nuestro signo monetario, en tándem con la apropiación del Banco Central de la República Argentina, que ya no controla ni el volumen ni el valor de nuestra moneda.

Antes de ahora, denuncié la existencia de billetes de igual serie y numeración, adjuntando tres ejemplares a una presentación que hice ante la Cámara Criminal y Correccional Federal sita en la Av. Comodoro Py 2002 de Capital Federal y, aunque parezca increíble, ni en el juzgado ni en la Mesa de Entradas figura dicho expediente, habiéndoselo borrado olímpicamente, junto con las pruebas del delito de sabotaje consistente en destruir el poder adquisitivo de esa moneda falsificada por el propio Estado que debería haber garantizado su autenticidad, validez y tener alguna clase de respaldo, aunque fuere meramente simbólico, habiendo cuenta que ni siquiera figura en los nuevos billetes la leyenda que asegure la existencia de algún patrón que garantice algo más que la supuesta confianza de los usuarios. Hace muchos años que nuestro país emite papel moneda sin respaldo alguno, ni en dólares ni mucho menos en oro.

Pero como los vicios de esta runfla delictiva, comandada por su botóxica bipolar Regente, no tiene límite alguno, hoy presenciamos una inflación galopante que aniquila el poco poder adquisitivo de nuestro signo monetario por la emisión descontrolada, que obviamente va a parar a manos de punteros políticos que usan esos papelitos de colores para “comprar” votos, y los que pertenecen a la mesa no tan chica los usan para adquirir dólares al precio oficial, vaciando nuestras exangües “reservas”, constituidas por escasos billetes norteamericanos e innumerables papeles sin valor alguno que funcionan como meros comprobantes de caja.

Sin embargo, se ha llegado al colmo de mandar imprimir billetes a imprentas satélites que operan tercerizando lo que no puede satisfacer la Kasa de la Moneda ni la ex CIKKONE (que trabaja a destajo en la febril e imparable maratón de impresión de billetes de $ 100), muchas de ellas ubicadas en la Provincia de Buenos Aires, y ahora se ha vuelto a contratar la impresión de nuestra moneda nada menos que en Chile y Brasil, obviamente sin control alguno, lo cual se presta a las más diversas formas de manipulación.

Es tan absurdo que se haga imprimir moneda en países que tienen intereses encontrados con el nuestro como suponer que no se aprovechen algunos inescrupulosos para hacerse de algunos cientos de miles de billetes que tan cándida y descontroladamente mandamos imprimir. Tuve conocimiento que desaparecieron varios cargamentos de monedas y billetes originados en Chile, y en Brasil se supo que se entregaron varios cientos de miles de billetes para que ocupantes de las favelas se corrieran a la Argentina, lo cual fue aprovechado por estos lúmpenes para adquirir bienes y productos en la Triple Frontera, regresando raudamente a sus asentamientos.

Nuestros billetes son en realidad “trilletes”, habida cuenta que se imprimen hasta tres ejemplares con la misma letra de serie y la misma secuencia numérica, resultando imposible contener esta emisión descomunal que nos sigue arruinando, con el costo adicional de no querer sincerar nuestra economía con la emisión de papel moneda de $ 500 y $ 1.000 como reclama el mercado, y generar un precio muy elevado por cada billete impreso, viniendo al caso mencionar que se suspendió acuñar monedas por cuanto el valor del metal supera el valor representado.

Mientras tanto, en Kristilandia, nuestros supuestos opositores se distraen con las kadenas nacionales y la peleíta por el sistema de votación que será inexorablemente manipulado en sus resultados, atento el fraude electoral ya evidenciado. Y en San Luis, la Cataluña argentina, se echó mano de la emisión del “dólar estampilla” (*) para paliar el flagelo de la inflación.

* Ver nota: Estampillas “dólar linked” de San Luis baten récords de venta

Se trata de una emisión autorizada por el Gobierno de la provincia con valor nominal en dólares. Hasta cuánto se puede canjear.

La venta de “estampillas de ahorro” con valor nominal en dólares que ofrece el Gobierno de San Luis se triplicó entre julio y agosto pasado. Tanto que su stock se vio colapsado vía web.

El sistema fue aprobado por los legisladores de San Luis y reglamentado por el entonces gobernador puntano Alberto Rodríguez Saá a fines de julio de 2010.

Cada serie de las Estampillas de Ahorro (fauna, deportes, paisajes y atajo al futuro) tiene diferentes motivos con sus respectivos valores: u$s 5, u$s 10, u$s 20, u$s 50, u$s 100 y u$s 500.

Además, existen dos estampillas especiales (Cabildo de San Luis y Monumento al Pueblo Puntano de la Independencia) de u$s 1.000, aunque la compra diaria máxima es de hasta $ 50.000.

Desde el Gobierno puntano explicaron a Ámbito que “siempre se garantiza el valor invertido, ya que las estampillas tienen valor nominal en dólares, lo que permite mantener el poder adquisitivo de la moneda”, y que éstas “cuentan con el respaldo del cien por ciento en activos financieros del Estado provincial”.

En realidad con ese sistema no se ven los dólares, sino que uno compra en pesos al valor del dólar oficial y puede luego retirarse lo invertido al valor de la moneda estadounidense de ese día”. Es decir, un mecanismo similar al del dollar linked.

Según adelanta el diario, durante julio y agosto pasado, la cantidad de operaciones mediante esta modalidad se triplicó: de un promedio de 260 en mayo y en junio, se pasó casi a 660 durante julio y agosto.

Así, y desde que comenzó el año, la Caja Social y Financiera de San Luis registró 2.926 operaciones, de las cuales 1.300 se concretaron en el último bimestre. En 2014 se realizaron 3.884; en 2013, 2.087; en 2012, 518; y en 2011, 518.

De acuerdo a la reglamentación de esa provincia quedó detallado que “el Poder Ejecutivo podrá destinar la cantidad de estampillas que considere necesario por un monto que no podrá superar el tres por ciento del Presupuesto anual” para “ofrecerlas con fines de ahorro”.

Por otra parte, designa “como Autoridad de Aplicación a la Agencia Financiera de Loterías, Casinos y Juegos de Azar, o el organismo que la reemplace, dependiente del Ministerio de Hacienda Pública, para administrar la emisión y colocación de las estampillas, así como las demás funciones que se fijen en la Reglamentación”.

Share