Por Justo J. Watson.-

El conflicto docente está resultando en un perfecto espejo de nuestra quebrada sociedad.

Con la remanida excusa del aumento salarial, el sindicalista filo-marxista R. Baradel y sus cómplices tomaron una vez más a los niños del cuartil más pobre de nuestra sociedad como rehenes, usándolos de escudos humanos.

Al mejor estilo del terrorismo islámico anti liberal patrocinado por su admirado Irán. Menos sangriento, por ahora, pero igual de efectivo a largo plazo al objeto de aniquilar las posibilidades de superación de millones de chicos, para seguir lucrando con la “fábrica de pobres” (con el “daño colateral” de muertes prematuras por carencias de todo tipo, por qué ocultarlo) que tan bien gerenció el peronismo a lo largo de su historia.

Como que su más icónica creación, las “villas miseria”, llegan hoy a 6.300 en todo el país, con una población estable de 12 millones de almas.

Si no fuese un drama desgarrador, provocaría risa observar a Baradel y los suyos enfurecerse por lo bajo de los sueldos de sus afiliados (dato rigurosamente cierto)… después de que su abuelo, su padre y él mismo votaran (y lograran, una y cien veces) los gobiernos basura que bajaron a patadas a nuestra Argentina del primer mundo a lo largo de los últimos 70 años.

Nos haría reír con ganas ver que tan luego los docentes que desplazaron durante ese lapso a nuestros queridos Maestros sarmientinos, son los que hoy extorsionan al país y al entero sistema democrático.

Nada menos que los responsables de la ruina de nuestra educación pública con su prédica sostenida en favor de la imbécil idea de que quien tiene más es porque se lo quitó a quien tiene menos, en favor de un resentimiento larvado, de un estatismo cerril y de la redistribución forzada de ingresos. Con su prédica subrepticia en contra de la cultura del estudio, del trabajo, del derecho de propiedad y del capitalismo creador de riqueza.

Lavados cerebrales que a su tiempo condujeron en manada a votantes ya des-educados y clientelizados, a sufragar contra sus propios intereses. Como que 21.520.000 argentinos votaron por este tipo de genialidades en el año 2011 y, a pesar de las iniquidades visibles, nada menos que 16.680.000 volvieron a hacerlo en la primera vuelta de las elecciones 2015.

El ex preceptor Baradel y sus oportunistas compañeros de ruta exigen hoy al primer gobierno de -tímida- centro derecha después de más de 7 décadas de intenso daño populista (incluyendo a los inútiles gobiernos militares nacional-filo-peronistas), los sueldos y condiciones laborales que tienen… sociedades cuyos abuelos, padres e hijos votaron por ideas republicanas y filo-liberales diametralmente opuestas a las que tres generaciones de argentinos (incluido él mismo) votaron. Y/u obtuvieron.

No hay mayor culpable del desastre argentino actual que él mismo, el sindicalista H. Yasky y todos los de su canalla precedente. Responsables en primer grado de los bajos sueldos, el escaso prestigio o las malas condiciones laborales y previsionales de sus “defendidos”.

Culpabilidad refrendada, por si hiciese falta, con su explícito apoyo en la marcha del último 24 de marzo a las guerrillas del ERP y Montoneros, que intentaron llevarnos por la vía de sus fusiles hacia una dictadura comunista.

Las carcajadas se convierten en estentóreas si, imaginación mediante, incursionamos en la contrafáctica permitiéndonos recrear lo que hubiese sucedido con los maestros de haber continuado con nuestra evolución capitalista a partir de 1945.

Superando a las actuales potencias agroexportadoras y postindustriales Australia, Canadá o Nueva Zelanda nuestra Argentina sería hoy una superpotencia de escala planetaria agroexportadora y postindustrial, de altísimo PBI per cápita. Con nuestra dirigencia marcando el paso al orbe, con nuestra intelectualidad liderando las vanguardias tecnológica y cultural… y con nuestros “docentes” percibiendo haberes de primerísimo nivel en orden a políticas libertarias de estricto mérito individual y de la más amplia libertad en la elección parental.

Verdaderos educadores, trasladándose entre labores en poderosas Dodge Ram último modelo en lugar de hacerlo en descangallados Dodge 1500 de los ‘70.

Parece obvio comprobar que desde tiempo inmemorial conviven dos Argentinas; y desde 1860 esta división se patentiza entre quienes aman la Constitución Nacional de corte capitalista y liberal que (en los papeles) nos rige, y quienes la aborrecen.

Los sindicalistas docentes se sitúan, junto a toda la izquierda socialista o filo comunista y la gran mayoría del peronismo, en esta segunda vereda: la de quienes no aceptan nuestro Contrato Social y hacen todo lo posible por quebrarlo.

Share