Por Luis Américo Illuminati.-

Toño Gallo fue el caricaturista que creó en los 60 el personaje de Cholula, una muchacha que andaba a la caza de autógrafos de los astros de televisión. Las viñetas de Cholula se publicaban como tira semanal en la revista Canal TV. Y así el sobrenombre quedó acuñado en la Argentina para señalar y motejar a todos aquellos que se desviven e idolatran a los artistas de la televisión. Y, en los 90 Carlos Menem al llegar a la presidencia puso de moda en la política el cholulismo. Fue un precursor y el principal apologista de la política farandulesca. No vamos a nombrar todos los personajes famosos con los que se fotografió en la Casa Rosada. Los Rolling Stone, Madona, Xuxa, etc., además de los que lanzó al ruedo como Palito Ortega, Scioli y otros.

El Carnaval es una fiesta que dura pocos días

Si bien Baby Etchecopar no es una persona muy simpática, sin embargo, pese a ello, justo es decirlo, hay que reconocer que es un tipo absolutamente veraz y sincero, no arrugó frente al kirchnerismo que lo persiguió durante 20 años, ha criticado y señalado las falencias de Macri que lo llevaron a perder las elecciones. Y la misma actitud tiene con Javier Milei, que parecería copiar el mismo cholulismo barato de Menem. «Cuando veo salir a «Yuyito» a contar su historia de amor, me da un poquito de asco», dijo Ángel Etchecopar en diálogo con un medio de noticias, y agregó que la política está cada vez más farandulizada porque, lamentablemente, en general, el político es muy cholulo y nos damos cuenta todo el tiempo. Y en esto Baby Etchecopar, agrade o no, tiene razón. Pues el cholulismo en la política es una suerte de marketing, es la propaganda de una efímera fiesta de carnaval para distraer al público y sirve para que éste comente cosas que nada tienen que ver con la «cosa pública» sino con el «uno impersonal» -en alemán, Man- que tan bien definió Heidegger. Se refiere a una forma de existencia humana caracterizada por lo impersonal, lo banal, lo anónimo y la falta de autenticidad, que es una modalidad apócrifa, un hábito adquirido deficiente en que la gente se comporta como si cada sujeto fuera «cualquiera», sin una identidad propia, sin responsabilidad y sin compromiso con su existencia. En este sentido, el «uno impersonal» es una forma de «desapropiación» del ser propio. En oposición a ello, Heidegger propone la idea del «ser-ahí» (Dasein), que implica una existencia auténtica, responsable y consciente del hombre en cada uno de sus actos. Es una forma de despertar la conciencia y poner en alerta la mente para no dejarse manipular ni repetir como un loro lo que los demás dicen sin fundamentos, como si fuera un eco que se va repitiendo. El ser pensante, ya sea el que gobierna como el que votó a quien gobierna, el ser que dice «pienso luego soy», es el mismo hombre que piensa no con ligereza sino reflexivamente.

Tonto y Retonto

Anoche vi en Canal 9 a dos conocidos influencer libertarios invitados por Romina Manguel y me dieron vergüenza ajena la falta de inteligencia y capacidad de los dos tontos -una versión porteña de Tonto y Retonto- impresentables lo mismo que el vocero Adorni. La aburrida zaga amorosa de Amalia «Yuyito» González con el presidente y recientemente la escena de salir al balcón de la Casa Rosada acompañado de Susana Giménez no le suman puntos a su imagen, antes bien se lo restan. No es una buena idea que el presidente haga las mismas ridiculeces y excentricidades de Carlos Menem. Eso es cholulismo puro. Que deje eso para el peronismo. En las demás cosas que está haciendo Milei sigo creyendo todavía en él, como el contundente rechazo de la Agenda 2030 y 2040 de las Naciones Unidas. La verdad duele y hace que al que la dice se lo juzgue con dureza, yo lo voté a Milei y probablemente lo vuelva a votar antes que a cualquier nefasto candidato del peronismo o de su hijo «putativo» el kirchnerismo, un error contra natura, la degeneración como agenda a la orden del día.

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