Por Carlos Tórtora.-

Sergio Massa está desplegando su mayor esfuerzo para evitar una dispersión de sus votantes el 22 de octubre. La apelación al timbreo, muy usado por el PRO, él la usó intensivamente en los últimos días y la exitosa movilización en torno a la visita de Mirta Tundis a La Plata la semana pasada mostró algún resultado interesante. Lo cierto es que el tigrense apuesta a no bajar de 12 puntos. Si lo consigue, la migración de electores al cristinismo sería mínima. Y hay que tener en cuenta otro dato. Contra todos los pronósticos, Florencio Randazzo no se estaría derrumbando y conservaría un porcentaje similar al 5 por ciento obtenido en las PASO. De confirmarse esta tendencia, a CFK se le haría difícil avanzar en el terreno del voto peronista y debería conformarse con tratar de recuperar votantes de izquierda, ahora movilizados por la desaparición de Santiago Maldonado.

En el Instituto Patria se advierten algunos signos de desesperación bastante importantes. En un esfuerzo por desmembrar al massismo en Buenos Aires, el ex Secretario General de la Presidencia Oscar Parrilli convocó días atrás a su despacho al presidente del Partido País, Oscar Alva, agrupación que le da el nombre a la alianza 1País. Sin muchas vueltas, Parrilli le propuso a su interlocutor que País diera un golpe mediático y se retirara de la alianza, intentado dejarla sin su nombre, para declarar su adhesión a Unidad Ciudadana. El ofrecimiento habría sido generoso, porque alcanzó a varios millones de pesos. Alva dijo que no y se habría retirado con la impresión de que el cristinismo está echando mano a cualquier recurso.

A cualquier precio

Otra de las operaciones ordenada por la ex presidente es barajar todas las alternativas para hacer imposible la continuidad de Miguel Ángel Pichetto en la presidencia de la bancada de senadores del PJ. Ella consideraría que para sentarse en su banca con aire victorioso, necesita que la cabeza del rionegrino ruede como un tributo a su retorno al Congreso.

Pichetto, por su parte, está dispuesto a resistir pero, prudentemente, hizo un exhaustivo sondeo entre todos los gobernadores del PJ, cuyos senadores lo sostienen a él. Casi sin excepciones los mandatarios habrían coincidido en cerrar filas. No sólo no estarían de acuerdo con que Pichetto dé un paso al costado sino que lo habrían comprometido para que no renuncie pase lo que pase. De este modo, la batalla por la presidencia de la bancada mayoritaria es ahora un combate indirecto entre CFK y la Liga de Gobernadores.

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