Por Sebastián Dumont.-

Gustavo Menéndez ya es el presidente del Partido Justicialista de la Provincia de Buenos Aires. Las elecciones de este domingo, a nivel provincial fueron un formalismo ya que se llegó previamente -con algunos tironeos de Fernando Espinoza- a una lista de unidad. La legalidad exige que al menos el 5 por ciento de los afiliados concurran a las urnas para validar las listas. En algunas comunas sí hubo contienda, pero no fue el común denominador. Más allá de todo, lo que predominó fue la normalidad y durante toda la jornada, el nuevo titular de partido se encargó de mostrar vía redes sociales como iban votando los principales referentes en cada uno de los distritos. El nuevo PJ fue el resultado de un triunfo interno de un grupo de intendentes que tiene la mirada puesta en dejar, de poco, las figuras más emblemáticas del kirchnerismo, pero sin una confrontación abierta. El enigma CFK parece estar presente en los tiempos que vienen. La dicotomía de pararse como oposición racional o quedar pegados a la virulencia vista en estas horas con ejemplos como el del Congreso. Ese es el mayor desafío de los renovadores.

Menéndez manifestó “el partido comienza un nuevo proceso de unidad, de renovación y es muy lindo como el pulso de la elección en toda la provincia se puede seguir de cerca y hacer notar que el peronismo está vivo”. Resaltó además, “hoy se planta una bandera y se da un enorme primer paso”.

En cuanto a la grieta de la que muchos hablan, el intendente de Merlo destacó, “es una tarea enorme pero posible y vale la pena ese esfuerzo”. Detallo que en las visitas que realizó en los sectores dentro y fuera del partido, todos coinciden en “la necesidad de volver a construir para transformar al peronismo en una docena de ideas que nos permitan reconstruir el campo popular y subirle la vara a la gestión actual”.

Finalmente habló sobre los ejes centrales del nuevo partido y especificó “debemos en primer lugar afianzar y superar todos los escollos que se han planteado y luego aprender de la historia de los fracasos y las derrotas suelen ser los mejores maestros para no volver a repartirlos”.

El peronismo de la provincia de Buenos Aires puede convertirse en el espejo del resto del país. Por estas horas hay una gran duda en el rol que los peronistas deben tener en relación al gobierno. Por una lado, los gobernadores que acordaron avanzar en las reformas que aún no pudieron salir en el Congreso y que mañana mostrarán si esa la reunión del viernes funcionó o no. Será un día clave. Desde el conurbano hay indicios de organizar movimientos para ir al congreso con el fin de “protestar”. Como siempre sucede en estas cuestiones, es muy poca la espontaneidad.

Pero la discusión es mucho más profunda que la reforma previsional si sale o no este lunes. El gobierno debe decir si ayuda a construir una oposición racional o le sigue sentando cómodo la irracionalidad del cristinismo asociado a sectores de izquierda, para poder tener réditos electorales. Si insiste en esto último, podrá ganar elecciones pero sus beneficios pueden dilapidarse muy rápido como ha sucedido ahora. ¿Quién se acuerda del 22 de octubre?. Casi nadie.

Mirar el nuevo PJ bonaerense implica algo de ello. Por cierto, hay en él dirigentes jóvenes con otra impronta. Pero también deben convivir con otros que hoy están en el bloque de Unidad Ciudadana. Como ya se dijo en otras oportunidades, lo que viene por delante es un trabajo de orfebrería política.

En la legislatura bonaerense se ve esta situación con mayor claridad. No se amontonaron todos en un mismo bloque. Allí, los intendentes son para Vidal lo que los gobernadores son para Macri.

Pero mientras haya varios Mario Secco -intendente de Ensenada que interrumpió en la Legislatura Bonaerense el jueves- que representen a la oposición, el macrismo puede sentirse cómodo. Seguir agitando las banderas de la desestabilización que tanto le sirvieron. Como suele contar un experimentado funcionario de la provincia de Buenos Aires hoy en Cambiemos. “En los timbreos notamos mucho enojo a Macri que nos hizo pensar en la dificultad de poder ganar las elecciones, sin embargo al mismo tiempo, la molestia era mayor contra Cristina, por eso se explica el resultado”. La grieta en su máxima expresión.

El PJ bonaerense tiene el desafío de ser, ahora, una oposición moderna y responsable. Es su responsabilidad. Pero también la es para el gobierno.

Share