Por Carlos Lazzarini.-

Mauricio Macri decidió ajustar a uno de los sectores más vulnerables y que mayor empatía y sensibilidad provoca en la opinión pública. Vidal, en cambio, fue contra los supuestos sectores privilegiados. Paradójicamente, la gobernadora será una de las principales beneficiadas con las controvertidas modificaciones efectuadas a la fórmula con la que se calcularán, de ahora en más, las correcciones en los haberes jubilatorios.

El costo fue del Presidente y, en todo caso, de los gobernadores “colaboracionistas”. La nueva “tablita” con la que se regirán los aumentos, permitirá un ahorro de 100 mil millones que le darán sustentabilidad al acuerdo con los gobernadores. Fue la llave para que todos, menos los hermanos Saá, firmaran satisfechos el pacto fiscal. Incluidas, por caso, las díscolas gobernadoras de Santa Cruz y Tierra del Fuego.

Fundamentalmente, el pacto logró nada menos que evaporar las críticas por la reposición de los recursos que la provincia de Buenos Aires fue perdiendo en los últimos largos años, y que puso punto final al Fondo de Reparación Histórica del Conurbano que, sin actualizarse, mantenía vida simbólica y legal.

Dos evidencias de las últimas medidas adoptadas por Nación y Provincia. Conclusiones o reflexiones que podían también hacerse extensivas a los dos primeros años de gestión:

a) Poco a poco, Macri se ve obligado a ser Macri. Así lo impone la necesidad de tomar medidas económicas, establecer prioridades, decidir por dónde pasar la tijera, y la forma de reaccionar frente a los conflictos sociales, entre otras cuestiones. Elegir aliados y métodos de gobierno, formas de construir mayorías y necesarios consensos. La realidad se lo impone. Y sus ya impostergables acciones, aún en el marco del gradualismo, comienzan a confirmar sospechas. En tiempos de posverdad, estarán los que reafirmen su idea de que está haciendo lo que había que hacer, y que no se animaba, y los que confirmarán que se trata de un gobierno de ricos para ricos. Cultivar el diálogo y la conversación, o recurrir al látigo y la chequera. Las dudas no se disipan: viejas recetas para los problemas de siempre o medidas obligadas por el contexto y la coyuntura pero pretensión de algo nuevo.

La toma de decisiones también desnuda a una oposición que, a su vez, lo configura como gobierno. En esto Cambiemos se ha convertido en un verdadero especialista. Se construye más a si mismo cuando muestra a sus adversarios, que cuando se exhibe. Y así como la gestión lo expone, también logra que la oposición lo haga y muestre sus diferentes rostros. El de los violentos, el de los críticos, y el de los sorpresivos aliados, por mencionar algunos. El nuevo universo mediático, claro, lo ayuda a a exponer el rostro que más lo favorece.

b) Poco a poco, Vidal es cada vez más Vidal. Consolida perfil propio. Sutil método de establecer su diferenciación. Habilidad para beneficiarse de lo bueno y repeler lo indeseable. Recorre el camino inverso al de Macri. La gestión le permite reafirmar su empatía y sensibilidad con la opinión pública. La mujer que lucha contra las mafias ahora también lo hace contra los privilegiados. Su reforma previsional fue para equiparar a los jubilados del Banco Provincia con el resto de los trabajadores. Eliminó las jubilaciones de privilegios de ex gobernadores, vices y legisladores. Aunque la medida alcance a menos de mil casos, se ganó el título. “Va contra los privilegios”. En la propia estructura del gobierno provincial Vidal dispuso una reducción de los cargos políticos que alcanzó a más de 200 funcionarios. Claro que en términos de ahorro no son cifras considerables, pero si en el universo simbólico. “El ajuste lo hace la política”, se ganó como título. Son los gestos, más que el ahorro, los que parecen demandar los bonaerenses. Sirve para ganar crédito cuando decida avanzar sobre otras estructuras. En el mismo sentido, obligó a todos los intendentes de Cambiemos a reducir la planta de cargos políticos. Tuvo manifestantes frente a la Legislatura pero evitó incidentes. Diferencias.

Claro que se le empezarán a exigir resultados en Salud, infraestructura, educación y seguridad. También es cierto que viene de un piso muy bajo. Extremadamente bajo. Con todo, la provincia de Buenos Aires es una caja de sorpresa. Los cisnes negros abundan. El verano suele ser una época de conflictos. No será sencillo, pero por ahora acumula poder, gana oxígeno y fundamentalmente suma recursos para las malas noticias que serán inevitables. Porque la complejidad de la provincia es de dimensión indescifrable.

Ya consiguió aliados. No son muchas voluntades las que necesita para que sus iniciativas transiten por las dos cámaras de la Legislatura bonaerense sin inconvenientes. Pero tiene a intendentes peronistas bien predispuestos y a un Frente Renovador tal vez menos opositor en Provincia que en relación al gobierno nacional.

Si a esa buena sintonía, empatía, que la gobernadora tiene con los bonaerenses, a su intención de dar pelea contra las mafias de toda índole, de promover un nuevo código de ética pública, y de abolir los privilegios, le suma una batalla de mediano y largo plazo como lo es la necesaria y largamente postergada transformación del conurbano bonaerense, estaremos en presencia de algo verdaderamente diferente.

En la nueva reestructuración de la ley de ministerios que le permite modificar el organigrama de su administración, Vidal introdujo dos modificaciones que no pueden pasar inadvertidas. Una de ellas ya mencionada en la entrega anterior, tiene que ver con la creación del ministerio de Asuntos Públicos. Cuando las competencias relacionadas con la comunicación son jerarquizadas suelen llover críticas de quienes huelen que se intenta dilapidar recursos en propaganda, publicidad o relato. Aunque después se quejan de no recibir pauta o de que no se comunica bien. Pero en verdad, la comunicación de gobierno, para que sea efectiva, debe estar en el más alto nivel en la estructura de poder. No es propaganda, prensa o publicidad. Es comunicación, construcción de consenso, conversación y diálogo. También relato. El que todo gobierno necesita por más desprestigiada que esté la palabra.

Y por otro lado, atenta a los recursos reconquistados para la provincia y que empezarán a ser realidad en 2018, la gobernadora dispuso la creación de áreas específicas para la urbanización de los principales asentamientos radicados en distritos calientes del Gran Buenos Aires. Se trata del nuevo Organismo Provincial de Integración Social y Urbana (OPISU). Dependerá de la jefatura de gabinete en manos de su mano derecha y cada vez más influyente Federico Salvai. No será una estructura menor. Tendrá a disposición una porción importantísima del presupuesto. Es que se trata, ni más ni menos que de la política con la que Vidal intentará dejar huella. “Será su legado”, repiten en su entorno.

Con marca propia, liderazgo femenino, relato, una cuidada afinidad con la opinión pública y un objetivo como legado, Vidal suma aliados y avanza. Claro que se trata de la provincia de Buenos Aires. Enorme, desbordante, compleja y hasta ahora indomable. Y con los cisnes negros a la vuelta de la esquina. (7 Miradas, editada por Luis Pico Estrada)

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