Por Carlos Tórtora.-

Aunque con la mayor parte de su dirigencia ya está en las playas, el peronismo bonaerense sigue siendo el laboratorio político más activo del país. En la nueva distribución del arco político del peronismo provincial, se destacan ahora claramente dos ejes: el massismo, que consiguió renegociar su alianza con María Eugenia Vidal, y la liga de intendentes, que consiguió quedarse con la conducción del PJ provincial a través de la presidencia de Gustavo Menéndez. Este último también se ocupa de mantener aceitadas las relaciones con la gobernación pero, a diferencia de Massa, trabaja con la mirada puesta en los afiliados del PJ.

Ante esta situación, dos diputados que todavía integran el massismo estarían a punto de presentarse como cabezas de una nueva corriente que, en principio, levantaría banderas de confrontación con el macrismo. Felipe Solá y Pablo Moyano serían los portavoces de la tercera línea del PJ bonaerense, contando con el paraguas de Hugo Moyano, que amaga con volver además al centro de la escena gremial.

Los Moyano cuentan con partido propio pero carecen -al igual que Solá- de una estructura territorial real, lo que es una debilidad pero también una cierta ventaja, porque están menos condicionados por las negociaciones económicas locales.

Estos preparativos también indican que la fragmentación del massismo no terminó, pese a los esfuerzos del tigrense para que el gobierno provincial sustente varios de sus intendentes que ya estaban abandonando las filas renovadoras. Nos referimos a Facundo López (Necochea), Jesús Gastón (Chascomús) y Carlos Puglelli (San Andrés de Giles).

Por otra parte, la ratificación de Massa de su alianza con Margarita Stolbizer no satisfizo a muchos de los dirigentes peronistas que le responden. Entre otras cosas, en recientes apariciones de Massa con sus diputados provinciales, se notó la ausencia del presidente del bloque, Rubén Slaiman, que todavía no fue ratificado por aquél en ese cargo.

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