Entre los muchos intendentes que se aprestan al recambio de sus consejos deliberantes luego de las elecciones de octubre pasado, el de Hurlimgham, Juanchi Zabaleta, es uno de los más debilitados. Es que viene de una carrera electoral notable por sus volteretas. Primero intentó terciar en la interna de Cambiemos patrocinando a un ex peronista, Ramón Fernández, pero el ganador fue Lucas Delfino, actual subsecretario de interior que asumirá como concejal en días más. Poco tiempo antes de las PASO, Zabaleta dio un salto con garrocha y apareció en el randazzismo, que terminó en cuarto lugar en el municipio.

Sin darse tregua, el movedizo intendente se olvidó en el acto de Randazzo y apostó en las elecciones generales a Unidad Ciudadana, que salió segunda.

La sombra de Boudou

En síntesis, tantos desaciertos selectivos habrían dejado extenuado a Zabaleta que ahora negocia como puede con el presidente del Consejo Deliberante, el cristinista Martín Rodríguez, con quien habría acordado la subas de tasas y el contrato de la recolección de basura. Sin mayoría en el Consejo Deliberante y bastante descalificado por sus piruetas, Zabaleta tendría ahora comprometida la gobernabilidad.

A todo esto, sus múltiples enemigos empiezan a subrayar tal vez la peor mancha que muestra el intendente: haber sido la mano derecha de Amado Boudou durantes los varios años de su gestión como ministro de economía. En más de una de las causas que se le siguen al detenido ex vicepresidente, Zabaleta aparece como coimputado.

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