Ya desde tiempo atrás, con la investigación de la campaña presidencial de CFK en el 2007, financiada en parte por laboratorios ligados a la mafia de los medicamentos, el lavado de dinero suele aparecer ligado al financiamiento de los partidos políticos. Así es que un nuevo caso estaría por agregarse a la lista: el del Partido Federal, que en las últimas PASO apenas obtuvo en Buenos Aires el 0,3 por ciento de los votos llevando como primer candidato a senador nacional al ex juez Julio Cruciani y a diputado nacional al presidente de la agrupación, Daniel Madeo. Éste sería el autor, junto con su grupo, de una multimillonaria defraudación al estado para incautarse de los fondos públicos que se le asignaron al Partido Federal para pagar boletas electorales que este nunca imprimió.

Madeo desplegó una compleja ingeniería delictiva de la cual participó todo su clan. Estaban en juego en total unos 12 millones de pesos para la impresión de boletas, de las cuales el Partido Federal sólo imprimió la cantidad correspondiente a 1 millón de pesos. El resto -11 millones- fue facturado por una sociedad anónima creada por el contador de Madeo en apenas una semana y cuyo objeto comercial es realizar impresiones. Esta S.A. sólo se formó para consumar la defraudación: carece de máquinas propias, antecedentes de todo tipo, no tiene personal, clientes ni local alguno y su domicilio legal es curiosamente la sede del Partido Federal. En cuanto a los dos integrantes de la S.A., el presidente y el director suplente, se trataría de dos testaferros contratados por Madeo sólo para esta tarea. A todo esto, a fines de julio pasado, el Partido Federal recibió en su cuenta del Banco Provincia los 6 millones de pesos correspondientes a las boletas para diputados y senadores nacionales de Buenos Aires y 700.000 pesos por el mismo concepto en el Banco Ciudad.

A todo esto, simultáneamente, el clan ponía en marcha el trámite del expediente 2200-3916 2017 12 1 ante la Contaduría General de Buenos Aires. Este expediente, que puede consultarse en https://sistemas.gba.gov.ar/consulta/expedientes/movimientos.php y del cual reproducimos algunas fotos, se inició el 25 de agosto y luego se presentaron la factura “fantasma”, certificación de cuenta bancaria, copia de CUIT del Partido y el pedido de pago de la factura por la impresión de boletas de la provincia de Buenos Aires, por los cargos de senadores y diputados provinciales y concejales equivalente a 1 boleta por elector del total del padrón de empadronados en la misma por las 8 secciones por cargos de senadores y diputados y por 50 distritos por cargos de concejales. Esto alcanzó la calorífica suma de $ 5.490.000 percibidos por el clan Madeo sólo por estos módulos de boletas.

Se facturó entonces la totalidad del padrón y sólo se imprimió un 15% de boletas con un valor 50% inferior al pago cotizado de $ 230 el módulo por la Cámara Nacional Electoral.

El que entregó la documentación antes referida y tramitó el expediente es otro integrante del clan, Flavio Madeo, hijo del presidente del Partido y apoderado del mismo en Buenos Aires. Pero lo asombroso -y que demuestra la impunidad con que se actuó- es que el 16 de octubre pasado, el que cobró en el Banco Provincia 5.490.000 pesos correspondientes al aporte para la impresión de boletas es el mismo Flavio Madeo, pero esta vez en su carácter de apoderado de la lista Federal que llevaba como candidatos -según lo explicado- a su padre y Cruciani.

La mecánica seguida

La perspectiva inmediata es que Madeo y su clan sean próximamente imputados por defraudación y otros delitos contra el fisco. Pero a este paquete se le agregaría una denuncia por lavado de dinero contra aquel y su pareja la brasileña Helena Sandra Martins. Ésta sería el eje de la cuestión, ya que estaría actuando como la encargada del lavado de los fondos a través de distintas operaciones a su nombre. Para empezar, Martins habría comprado un departamento en Curitiba, ciudad donde reside, lavando unos 200.000 dólares. Además, la mayor parte de los fondos ilícitamente cobrados del Estado, estarían en cuentas a su nombre actuando como testaferro de Madeo. La pareja, antes de transferir los fondos a Curitiba, los habría hecho pasar por una financiera chilena para ir borrando los rastros, como suele hacerse en la mayor parte de las operaciones de lavado, a través de múltiples pasos intermedios.

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