Por Carlos Tórtora.-

Los barones peronistas del conurbano no están tan asustados por el avance de Cambiemos en la elección del domingo como con el rápido aprendizaje que el oficialismo hizo de las técnicas del populismo K, incorporando a las mismas nuevas formas de gastar recursos públicos en la compra de votos. El show de créditos para el consumo y la compra de autos es por todos conocido. Menos se sabe que en muchos partidos de la Primera y la Tercera Sección Electoral operadores peronistas de Cambiemos se ocuparon de convencer a muchos fiscales cristinistas para que abandonaran sus puestos de control en las mesas de votación. Para los que así lo hicieran había un combo de 300 pesos en efectivo, un vale por mercadería y 500 pesos de carga para la SUBE. En Moreno, por ejemplo, donde el macrismo prácticamente le empató la elección al alcalde K Walter Festa, llegaron días antes del comicio verdaderas columnas con camiones repletos de mercadería para repartir. Según trascendió, en algunos distritos donde la diferencia a favor de CFK era muy grande, muchos fiscales de Cambiemos estaban provistos de certificados de escrutinio propios con la firma del presidente de mesa que, si la elección se ponía complicada, iban a presentar para que se anularan las mesas ante la existencia de distintos certificados divergentes.

Semejante despliegue de recursos y artimañas impresionó a los intendentes peronistas no precisamente por un rechazo moral sino porque creían que los seguidores de la nueva política eran incapaces de mancharse con los vicios de la vieja política.

Pero en otras esferas también trascendieron datos alarmantes para los barones justicialistas. El Ministro de Justicia de Buenos Aires, el ex denarvaísta Gustavo Ferrari se presentó ante los jueces del tribunal oral que en Mar del Plata debe juzgar al intendente de Merlo Gustavo Menéndez por supuesta malversación de fondos para reclamarles que le pusieran urgente fecha al inicio del juicio oral. Al mismo tiempo, el Subsecretario de Coordinación de la Jefatura de Gabinete de Buenos Aires Alex Campbell (sobrino del Ministro de Gobierno Joaquín de la Torre) sigue negociando con el intendente de Tigre Julio Zamora su salto a Cambiemos, lo que dejaría a Sergio Massa sin su propio territorio. Al mismo tiempo -y por la misma vía-, otro massista, el intendente de San Fernando Luis Andreotti, que pertenece a un partido vecinalista, les dice a los quieran escucharlo que él no integra más el massismo sino que es independiente.

¿Una nueva ola amarilla?

Ahora y con este panorama, la duda de muchos alcaldes peronistas es acerca de cuál será la decisión del PRO sobre ellos. Y se abren entonces tres caminos: absorberlos, respetando sus feudos, apostar a desplazarlos en las elecciones del 2019 y, la más grave, buscar la forma de defenestrarlos rápidamente.

El caso es que, aunque a partir de diciembre conserven la mayoría en sus consejos deliberantes, muchos intendentes creen que el macrismo está en capacidad de captar a concejales del oficialismo local para volverlos contra ellos. Es que muchos concejales, en el juego del sálvese quien pueda, empezarían a negociar con los enviados de María Eugenia Vidal cómo seguir en sus bancas en el caso de que los actuales intendentes pierdan dentro de dos años.

Si el PRO aprovechara la actual ola amarilla para desestabilizar a unos cuantos intendentes aprovechando la ausencia de un armado peronista sólido en Buenos Aires, podría desatar la ingobernabilidad en no pocos municipios. Claro está que esto suena hasta poco conveniente para los propios intereses de Vidal. Sin embargo, por la época del año se acerca la rendición de cuentas del ejecutivo que debe aprobar o no cada consejo y ninguna ocasión sería mejor para que aparezcan las denuncias y las disidencias. CFK hizo más famosa la frase de “vamos por todo”. A Macri nadie se la escuchó decir, pero algunos sospechan que está entre sus pensamientos.

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