Por Carlos Tórtora.-

Macri lanzó en el Centro Cultural Kirchner su propuesta de “país ordenado” en el momento político ideal para no encontrar serias críticas, por la sencilla razón de que justamente el peronismo está viviendo un estado de desorden pocas veces visto. Así es que, ante un gobierno que hoy está jugando solo, el espectro justicialista fue una exhibición del sálvese quien pueda. Dolido por su reciente derrota del 22 de octubre en Salta, Juan Manuel Urtubey se limitó a elogiar con sobriedad el discurso presidencial. Mientras tanto, dos colegas suyos que sí salieron triunfantes de las legislativas, el sanjuanino Sergio Uñac y el tucumano Juan Manzur, fueron arrimando en los últimos días a una especie de eje para conducir la liga de gobernadores y dejar a los salteños un paso atrás.

Uñac no oculta sus pretensiones de trascender su provincia y pasar a ser una figura nacional y Manzur, aunque golpeado por causas judiciales, hace valer su experiencia en la política nacional y su alianza con su antecesor -hoy senador nacional- José Alperovich.

Manzur y Uñac, como casi todos sus colegas gobernadores, se preocupan de ajustar su funcionamiento con Miguel Ángel Pichetto, el puente natural entre el justicialismo y la Casa Rosada. La centralidad de Pichetto en el peronismo de hoy lo dice todo. No sólo carece de proyección nacional por la falta de respaldo de su propio distrito (Río Negro) sino que se asume como un claro administrador de la derrota. La dirigencia con poder del PJ pivotea alrededor de los talentos de Pichetto para negociar con una visión resignada de que en el 2019 empezará el segundo turno de Macri.

Rompecabezas bonaerense

Pero una señal todavía más alarmante es la creciente desconexión de la liga de gobernadores con el estado de asamblea en el que se encuentra el PJ bonaerense. Sergio Massa intentó ponerle al mal tiempo buena cara y empezar a terciar entre la Casa Rosada, los gobernadores y los intendentes del conurbano. Pero le está faltando el oxígeno que sólo dan los votos. El último episodio de los cuatro senadores que abandonaron el massismo y que el tigrense simuló expulsar para tratar de dar otra imagen, fue un signo del desgaste que sufre. Para colmo, las relaciones entre Massa y Pichetto están deterioradas desde que aquél recibiera hace poco en público a la hija del asesinado gobernador rionegrino Carlos Soria, una de las principales opositoras a Pichetto.

Con Massa muy limitado en su rol de interfase entre el interior y Buenos Aires, el conurbano peronista está orbitando desconectado del peronismo nacional y, como una confirmación del vacío que va en aumento, CFK sigue siendo la única figura que se parece a una conducción, aunque timonea un barco que amenaza con hundirse. Después de dos cónclaves en los que ya se van enfrentando los alcaldes K de la Tercera Sección con los poscristinistas de la Primera, una de las preguntas que empiezan a correr es dónde está la oficialización de la convocatoria a elecciones internas de autoridades partidarias para el próximo 17 de diciembre que hizo Fernando Espinoza ante las cámaras. Pero faltando 45 días no hay decisiones formales de la conducción del PJ y mucho menos un cronograma sin el cual lisa y llanamente no habrá tiempo de que se cumpla esa fecha electoral. Entonces resurgiría la postura del actual presidente partidario, Espinoza, que quiere patear la pelota hasta marzo prorrogando los actuales mandatos. Desde su oficina y habiendo ya presentado impugnaciones de distinto tipo ante la justicia, Eduardo Duhalde repite ante sus allegados: “todo esto de la interna es una trampa”.

El olor a judicialización de una interna que no termina ni de convocarse es muy fuerte, así como también la impresión de que el cristinismo, herido pero no muerto, está dispuesto a romper el PJ con tal de quedarse con un pedazo del mismo, algo que jamás le interesó cuando estaba en el poder. Las escaramuzas entre intendentes, obviamente, no dejan espacio para que el peronismo bonaerense se anoticie de que Macri lanzó un plan de reformas que compromete la posición del peronismo en muchos temas. Lejos todavía de la disgregación por una especie de instinto de conservación, los que conservan poder propio en el peronismo se olvidaron de la palabra estrategia. Sólo trabajan para sobrevivir en un medio que se les volvió hostil y con un presidente que antes pensaba en captarlos y ahora, subido al caballo, está dispuesto a derrotarlos.

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