La crisis interna del massismo pasó a una nueva etapa en los últimos días luego de que el líder tigrense acordara a puertas cerradas con María Eugenia Vidal el apoyo de sus bloques legislativos al proyecto de ley de presupuesto provincial y esto en medio de la deserción de cuatro senadores provinciales. Dada la escasa cosecha de bancas en las últimas elecciones, las presiones de la dirigencia massista para que su jefe distribuyera cargos o cuando menos contratos a negociar con Vidal, fueron in crescendo.

Lo cierto es que, acostumbrado a manejarse con golpes mediáticos, Massa impactó en los últimos días dejando trascender la información de que, cuando el próximo 10 de diciembre deje su banca, daría un paso al costado de la política para dedicarse a tareas de consultoría. El menú de actividades que ocuparían su tiempo incluiría distintas opciones: un estudio jurídico-escribanía de Tigre, la representación de la consultora del ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, la escuela de gobierno del Frente Renovador a cargo de Roberto Lavagna, o brindar conferencias sobre seguridad y previsión social, cuya experiencia cosechó en su paso por ANSES.

De más esta decir que en las filas del peronismo bonaerense la opinión generalizada es que Massa está creando un escenario de distracción para esquivar en los próximos tiempos su problema más grave. Con sus bloques de legisladores raleados y la casi totalidad de los que fueran sus intendentes ya fuera de su espacio, le resulta cada vez más difícil conducir una estructura política anémica pero llena de dirigentes que demandan apoyo. Para empezar, la actual disputa para definir la futura conducción del PJ de Buenos Aires se está dando directamente entre los dueños del poder territorial, los intendentes y tanto Massa como Florencio Randazzo son poco más que espectadores.

Esta vuelta de la política a la realidad del control territorial lo habría obligado al primero a replantearse todo su esquema.

Con final abierto

Los últimos acuerdos a puertas cerradas de Vidal con Massa le valieron a éste el profundo enojo de su principal aliada, Margarita Stolbizer, que esperaba ser parte de las negociaciones. En esta línea, la negociación actual apunta a la designación de Jorge Sarghini como Defensor del Pueblo de la Nación y un lugar en el directorio del Banco Provincia para Sebastián Galmarini, que no logró renovar su banca como senador por la primera sección electoral. Galmarini es el cuñado de Massa que no pudo alcanzar la senaduría y Sarghini, diputado provincial, sería el encargado en las últimas semanas, junto con otro legislador saliente, Juan José Amondarain, de hacer la lista de cargos que el tigrense pretende retener en la legislatura.

Con este plan en marcha, algunos de los que quedaron afuera del mismo empezaron a comentar que Massa está dedicado a consolidar una “PYME familiar” dejando a la intemperie al grueso de sus seguidores.

Sea como fuere -y aun en una clara acción de retirada- la carencia de figuras nacionales que muestra el peronismo le garantiza a Massa reaparecer en cualquier momento en un primer plano, porque la crisis del peronismo recién acaba de empezar.

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