Por Sebastián Dumont.-

Mientras todavía se debatía en el congreso la reforma provisional y sonaban las primeras cacerolas, llegó desde Moreno, tercer cordón del conurbano, la información que había intentos de saqueos a un supermercado. De inmediato, los recuerdos de los tristes episodios del 2001 se alojaron en la mente de muchos argentinos. Otra vez una historia para olvidar que intentaba reeditarse desde lo profundo del gran Buenos Aires. En el mismo sitio donde se iniciaron los episodios de aquellos tiempos. Por suerte, se trató de un hecho aislado que no tuvo efecto contagio en otros distritos. Si los incidentes de la plaza de los dos Congresos fueron graves, mucho más hubiera sido si esto se replicada en la provincia de Buenos Aires. Pero esta vez, fue distinto a lo sucedido hace 16 años atrás.

Aquellos que soñaban con un 2001 se equivocaron feo. Y el principal error de ello fue que esta vez, desde el conurbano, no hubo eco para agitar la situación. Sí hechos aislados que preocupan, pero sin caldo de cultivo necesario para avanzar mucho más allá de ello. ¿Hubo intentos de alterar el orden? Sí. Integrantes de movimientos sociales habrían reconocido que recibieron ofrecimientos monetarios para provocar disturbios. También es sabido que desde comunas ultra K se movilizó a la gente a la plaza de los dos congresos, que no necesariamente fueron los que estuvieron al frente del enfrentamiento con la policía. Algún caso si hubo. Pero el común denominador fueron las banderas rojas y los sectores más de izquierda que apoyan a Cristina.

De hecho, los intendentes del PJ fueron al Congreso pero se fueron cuando comenzaron los incidentes. No quisieron ser parte, más allá de estar en contra de la medida que tomó el gobierno para con los jubilados. La dificultad de sortear la grieta y convertirse en una oposición racional. Se hace muy costoso quedar en el medio.

Desde usinas del gobierno, incluido el propio presidente alentaron a observar una conspiración peronista kirchnerista massista. Raro. El hecho de abrazarse y votar igual en el recinto no es lo mismo que armar una estrategia conjunta para subvertir el orden en la calle.

Y aquí surge una pregunta: ¿Quién aporta la información? ¿Cuál es el rol de la AFI? Fuentes con experiencia en tareas de inteligencia aseguran que las fuerzas policiales y de seguridad en función de los organismos de inteligencia dejaron de funcionar. El secretario de la AFI, Gustavo Arribas es de estrecha confianza del presidente, su amigo personal e intenta establecer contactos con los jueces y fiscales del fuero federal a los que suele invitar a viajes, más allá que hay un funcionario encargado de ello, llamado Sebastián Destéfano.

En tanto, se sabe que la Secretaria de Inteligencia incorporó una serie de policías de la provincia para generar mediante “delegaciones” en algunos municipios y mantener informada a la gobernadora. Según las mismas fuentes, el resultado todavía dista de ser el ideal.

A ello habría que sumarle que la AFI se quedó sin gente antigua y de experiencia , jubilaron a la mayoría y un agente o analista lleva varios años poder formarlos. En una reciente reunión de ex agentes por un motivo social coincidían en el análisis de esta realidad. La expresión más escuchada allí fue: “La AFI se quedó sin experiencia en la operatividad de la calle”.

Por todo ello, la actitud de los que conducen los territorios es clave para sostener la paz social. Más allá de la instalación simplista sobre los intendentes del conurbano, muchas veces la realidad de lo que tienen que enfrentar para que no haya desbordes, dista mucho de lo que se crea en el imaginario colectivo de la sociedad capitalina. Antes y ahora. La historia no es tan diferente.

Es así que, quienes imaginaron los gérmenes de un 2001 omitieron un detalle muy importante. Por ahora, desde el conurbano, la agitación y efervescencia es muy diferente a la de aquellos días. Sí hay una realidad a tener en cuenta. Muchos de los sectores K y de izquierda que ayudan a agitar son los mismos que gracias al “gradualismo” de Cambiemos evitó que dejen de tener su propio financiamiento de parte del Estado Nacional y provincial.

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