Por Sebastián Dumont.-

“Cuanto mayor unidad del peronismo podamos construir, menos margen para que Cristina Kirchner decida presentarse en una próxima elección. No tiene sentido criticarla ni provocarla”. La frase pertenece a una de las teorías que más se escuchan en la provincia de Buenos Aires a partir de los últimos movimientos tras el acuerdo de unidad para la conducción del PJ bonaerense que renueva sus autoridades el 17 de diciembre. Si se pasa en limpio, la idea es no pelearse con la ex presidente y, poco a poco, acorralarla con músculo político de los distintos sectores del peronismo. La tarea no será sencilla. Al menos es lo que empieza a observarse en el comportamiento de los bloques tanto en el orden nacional como provincial.

Sin ponerse a pensar en el beneficio que este momento de divisorias le otorga al oficialismo, la idea de regresar al poder de parte del peronismo está atada a la mayor unidad posible. Al unísono saben que la sólo presencia de la ex presidenta en una boleta parte el voto opositor y es funcional a Cambiemos. Por eso, es necesario que ella tome la decisión de no jugar. ¿Podrá? Por alguna razón decidido conservar Unidad Ciudadana y no pensar en regresar al PJ. La verdad es que siempre detestó al peronismo y se siente más cercana a los sectores de izquierda rebautizado nacionales y populares, como si esa consigna no le corresponda al peronismo desde los tiempos de su creación.

Vayamos por partes.

Loable la intención del nuevo presidente del PJ bonaerense, Gustavo Menéndez de tratar de unir las partes lo más posible. Por eso no extrañó sus reuniones la semana pasada. Primero con Florencio Randazzo, después trascendió otra con Sergio Massa -no hubo foto- y más tarde un encuentro en el senado con Carlos Caserio, titular del PJ de Córdoba donde también estuvo Miguel Pichetto. Allí se habría coincidido en el diagnóstico de construir si n “chuzar” a Cristina. Esto es algo que el senador por Rio Negro ya no hizo desde el arranque cuando la mandó a la ex presidente a que arme su propio bloque. Casi a pedir del deseo de Macri.

La unidad y la renovación que buscan desde la provincia de Buenos Aires un grupo de intendentes para llevarla al orden nacional es un trabajo de orfebre. Unir las partes no es sencillo. Hay muchas cosas detrás de ello. Por estas horas, Menéndez emprende viaje al Vaticano. Su relación con Francisco es especial. Y mucho más en estos tiempos donde la mano del Sumo Pontífice se observa con mucha claridad sobre la política argentina.

Los gestos que llegan desde Roma son elocuentes. La nueva conducción de la Conferencia Episcopal no es cercana a Macri. Al contrario. En la puja sindical, Francisco le brindó una foto a Pablo Moyano y plantó a los gremios de la CGT que acordaron la reforma laboral con el gobierno. Esos vaivenes hicieron que se cayera, por ahora, el tratamiento de la misma en el senado. En su peregrinar, Menéndez logró juntar a varios. Es dialoguista, pero también puede subir a sus actos a los Moyano, como sucedió en un homenaje a Rucci. ¿Había mejor símbolo que el ex titular de la CGT para separarse del cristinismo sin decirlo abiertamente? De todos modos, las cosas se mezclan de manera perramente. La ex presidente terminó dándole apoyo a los camioneros.

La provincia de Buenos Aires no es la excepción en su conformación legislativa. Por ahora, el peronismo en todas sus vertientes estará dividido en diputados y quizá en senadores. En la Cámara Baja, como se anticipó hace unas semanas, los intendentes tendrán su bloque que presidirá uno de ellos, Julio Pereyra. Esta lógica podría trasladarse al senado. Habría bloque de los jefes comunales.

En tanto, el Kirchnerismo con posturas más duras tendrá el suyo, el randazzismo el propio meintras que José Ottavis, negociador el soledad, anunció un monobloque. El Frente Renovador mantiene independencia, tras la reaparición de Massa el viernes en Morón, en un plenario de la primera sección. La conducción del bloque es todo un tema. Música para los odios de Manuel Mosca. Ya afianzado en su rol de conducir a los legisladores. Y de aplicar el recorte al “gasto político”. La promesa para que la vicepresidencia primera fuera para los intendentes está firme. Resta saber quien gana la pulseada. Martín Insaurralde presiona por Otermín.

Mientras tanto, Vidal visita China en misión oficial y se prepara para recibir una millonada de pesos para obras. AL mismo tiempo el laboratorio de Cambiemos empieza a diagrama los despliegues territoriales para llegar a finales del 2018 en condiciones de ir por mayor cosecha de municipios. Para eso, necesita que el peronismo no termine de encontrar su unidad.

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