Por Guillermo Cherashny.-

La fumata blanca que permitió la nueva conducción del PJ bonaerense es una señal del partido más popular a todo el país. En efecto, el presidente los peronistas de Buenos Aires es Gustavo Menéndez, actual intendente de Merlo, que ya en 2011 había enfrentado al caudillo Othacehé militando en la lista que llevaba como candidato a presidente a Eduardo Duhalde contra Cristina, que obtuvo el 54%. Por ese entonces, Menéndez actuaba en tándem con Jesús Cariglino, el único intendente del conurbano que enfrentó al poder.

En el 2013, Menéndez fue con Massa y le ganó a Othacehé, pero luego mutó hacia Scioli y logró vencer al viejo caudillo, que tenía serias acusaciones de violencia.

Este año se alió con Martín Insaurralde y su Grupo Esmeralda, para apoyara a Randazzo, aunque Menéndez sabía que en su distrito Cristina era la más votada, por lo cual decidió su apoyo a Unidad Ciudadana. Pero poco después no apoyó la reelección de Fernando Espinoza y lanzó su candidatura desde la poderosa primera sección electoral, con el apoyo de los massistas y randazzistas, y en un acuerdo con Insaurralde obligaron a capitular a Espinoza-Magario.

Menéndez no sólo es una renovación política sino estética. Se peina con gel, usa remeras donde muestra sus músculos, varios tatuajes y, a sus 50 años, mantiene excelente relación con María Eugenia Vidal. Esto significa que el PJ bonaerense está liderado con un político con perfil moderno y lejos de los impresentables que lo precedieron, lo que preanuncia un candidato único del peronismo a la gobernación, donde Menéndez se autoexcluyó, y que pone en guardia al Gobierno bonaerense y es la única buena noticia para el peronismo con rumbo al 2019.

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