Por Carlos Tórtora.-

Después de las dos jornadas de violencia frente al Congreso de la Nación, el Gobierno dio por descontado que estaban dadas las condiciones para que hubiera intentos de saqueo antes de fin de año. Anteayer y ayer sonaron las alarmas en distintos puntos del conurbano y del interior (por ejemplo, La Plata y Trelew) pero las cosas sólo pasaron a mayores en Lujá , donde unas 100 personas se concentraron en el estacionamiento del hipermercado Walmart de la localidad bonaerense e intentaron ingresar al establecimiento. Los violentos pudieron vulnerar el cerco perimetral alambrado, pero los agentes de la Policía Bonaerense impidieron el acceso al hipermercado utilizando cartuchos de estruendo y anti tumulto.

Siguiendo la línea argumental que utilizó sobre todo Elisa Carrió, el oficialismo estaría preparado para sostener que los saqueos serían parte del supuesto y fantasmal golpe que acecha la presidencia de Mauricio Macri desde las sombras. O sea que sería señalada CFK como eventual inspiradora de los hechos.

La crisis de la izquierda

La realidad, según informes de inteligencia que trascendieron parcialmente, sería bastante más compleja. En las últimas semanas, la Ministro de Desarrollo Social Carolina Stanley realizó una entrega masiva de bolsas de comida a los intendentes del conurbano bonaerense y también en algunas de las principales ciudades del interior. El reparto se hizo pero muchos de los jefes de los grupos movilizados habrían exigido además plata, algo que los municipios no tenían previsto entregar. Los grupos más activos son en general desprendimientos de las grandes organizaciones piqueteras como el Movimiento Evita y hasta el Movimiento Independiente de Justicia y Dignidad que dirige Raúl Castells. En los últimos meses, las fluidas negociaciones para la entrega de planes, comida y elementos varios a los grupos piqueteros que funcionaban entre Stanley y éstos se fueron diluyendo. La funcionaria, esposa de Federico Salvai, jefe de gabinete de ministros de María Eugenia Vidal, tenía un mecanismo armado con personajes como Fernando “Chino” Navarro del Movimiento Evita. Pero este sector apostó a Florencio Randazzo en las últimas PASO y obtuvo apenas 4 puntos en la elección general. El caso es que Navarro no pudo renovar su banca de diputado provincial y lo mismo les pasó a varios concejales que respondían a Emilio Pérsico en diversos municipios. La pérdida de poder político de estos dirigentes los habría debilitado ante el Gobierno y, por supuesto, también frente a sus militantes. En medio de esta crisis afloraron nuevas figuras críticas de la moderación de Pérsico y Navarro con el macrismo. El principal es el diputado nacional Leonardo Grosso, uno de los más encendidos críticos de la reforma previsional en el debate del lunes pasado. Grosso estaría cerca de algunos de los grupos, ya prácticamente fuera de control, que se escindieron del Movimiento Evita y que agitan las aguas en distintos partidos del conurbano.

Otro dirigente que ahora estaría echando leña al fuego sería el ex intendente de Quilmes Francisco “Barba” Gutiérrez. Éste hace tres días pateó el tablero. Como dirigente de la seccional Quilmes de la UOM, renunció a la secretaría de Interior de la Central Obrera, «por no compartir estrategia», tras una tensa reunión en la mañana del martes en la sede central de la CGT. Gutiérrez estaría captando a unos cuantos de los grupos que se fueron escindiendo de las grandes organizaciones piqueteras en los últimos tiempos y se lo consideraría entre los principales motorizadores de que haya saqueos.

Otro dirigente emergente que está levantando las banderas de la oposición social en el Gran Buenos Aires es Juan Grabois, hijo de un histórico dirigente peronista, Roberto Grabois. “El Polaquito”, de apenas 34 años, es dirigente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y ahijado de otro famoso, Julio Bárbaro.

Su vínculo con el Papa Francisco bien puede describirse de amistoso. De hecho, en el entorno de este último aseguran que el joven abogado es uno de los hombres de mayor confianza del Papa en el país. El vínculo nació en 2005 y se fue afianzando cada vez más, al punto de que Grabois fue en varias ocasiones a encontrarse con el Sumo Pontífice en el Vaticano, quien a su vez apadrina al MTE.

Igual que Grosso y otros, Grabois estaría capitalizando la crisis interna del kirchnerismo y de los movimientos piqueteros para construir su propio espacio sin depender claramente de ninguna figura nacional. Entre sus seguidores habría gente experimentada por su participación en varios saqueos.

De este modo, bastante lejos del simplismo, la fragmentación de la izquierda y del kirchnerismo estaría llegando a una etapa de cierto descontrol y el gobierno ya no podría contar como válidos a los mismos interlocutores que tenía hace dos años. Las nuevas caras se abren paso ahora capitalizando el hervidero social que se agudiza con el ajuste económico y la crisis de representación política. Los saqueos podrían ser un síntoma más de estas nuevas fracturas políticas.

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