Por Luis Américo Illuminati.-
Según Zygmunt Bauman, el hombre moderno es un peregrino que recorre el mundo como si se tratara de un desierto, dando forma a lo informe, prestando continuidad a lo episódico y haciendo un todo de lo fragmentario. El peregrino moderno practica una «vida hacia». Su mundo está «determinado». La idea del «peregrino» de Bauman no se corresponde con el hombre moderno, pues el peregrinus se siente extranjero en esta tierra. No se siente en casa aquí. Por eso siempre está en camino hacia algún lugar» […] El hombre moderno se erige en sujeto de la historia, y se enfrenta al mundo como si éste fuera un objeto que pudiera construirse. La producción ocupa el lugar de la repetición. La libertad ya no está definida por la facticidad. Antes de la modernidad, en cambio, el hombre seguía una trayectoria dada que se repetía eternamente, como las orbitas de los cuerpos celestes. El hombre premoderno está arrojado a las cosas dadas, que acepta y sufre, era un hombre de facticidad y repetición. La modernidad se libera del estar arrojado y de aquel que la arroja y la proyecta, es decir, Dios. La modernidad es una época de desfactización» (El aroma del tiempo; Byung-Chul Han, Herder, pág. 49 y 50).
En la Argentina, la problemática existencial del hombre moderno ha tomado un sino trágico que difiere del resto de las naciones del planeta en orden a la subsistencia del orden natural de las cosas, de un modo que se ha adelantado como ningún otro país a su autoliquidación y su sociedad como pionera para la deconstrucción y destrucción de su identidad y en la adopción de recetas y contra-fórmulas destinadas a descarrilar la razón histórica, sostén y fundamento del nacimiento, desarrollo y continuidad de la patria, la dirección del tren que transita sobre rieles hacia un destino perdurable o efímero, según sean los medios malos o buenos para alcanzar el fin al que se aspira.
El 2 de abril de 1936 y en al auditorio del Instituto de Cultura ítalo-alemán de Roma, Martin Heidegger pronunció una conferencia titulada: “Hölderlin y la esencia de la poesía”. En dicha conferencia, Heidegger explica por qué, a su juicio, la obra de Hölderlin representa la esencia de la esencia de la poesía, un arte sobre el que afirma lo siguiente: “La poesía es la instauración del ser con la palabra”, su unión. La otra idea fundamental de este autor es que la poesía está en la historia, pues pertenece a un tiempo determinado, pero también se halla fuera de ella, es anterior al tiempo, ya que, como explica Hölderlin: “Lo que dicen los poetas es instauración, no sólo en sentido de donación libre, sino a la vez en sentido de firme fundamentación de la existencia humana en su razón de ser. La poesía señala Heidegger, más que una manifestación de la cultura y una mera expresión de un alma cultural, ella es el lenguaje por antonomasia, pues ella es un nombrar que funda el ser, en un decir ontológico.
La síntesis entre el logos poético y el logos filosófico, en un principio inconciliables, se resuelve en la palabra, ahondando en sus raíces, en su germen oscuro porque aún filosofía y poesía son una misma cosa, porque “toda contradicción se resuelve ahondando, penetrando en el subsuelo, donde las raíces se entrecruzan y confunden” (María Zambrano; «Filosofía y poesía», pág.48).
Intentaré en base a mi modesto espíritu poético, heredado de mi padre y de mi abuelo, que sí eran unos consumados poetas, transmitir lo que lo que no capta el «uno impersonal» o «se» heideggeriano, al cual se contrapone «la voz que clama en el desierto» (Juan 1:23), «aquel que dice la verdad un día antes» -al decir del Padre Leonardo Castellani- «durante 24 horas es tildado de loco». Pues la filosofía y la poesía buscan la luz de la verdad cada una a su modo.
He tenido ayer una experiencia o vivencia, luego durante el sueño el espíritu hizo su trabajo para que la conciencia lo elabore al despertar. En mi caso, es algo que fluye, una inquietud, una llamada o solicitud interna como la satisfacción de una necesidad infusa… que reclama le dé forma, una epifanía repentina del ser que a uno lo deja azorado, con la extraña sensación que otro es quien escribe… sólo hay que atender el pensamiento, una idea que buscó como un pájaro su nido. He aquí la poesía. Sepan disculparme los lectores por semejante audacia de mi parte y si no consigo alcanzar la meta, lo mismo me daré por satisfecho por la cortesía dispensada.
El tren que pasa. El eterno retorno de lo mismo.
Cruce de vías del camino a San Antonio hoy Valparaíso / Se dibuja en el cielo una estela blanca…/ De un avión que pasa y se pierde en las alturas / El paisaje se revela como una epifanía del día / Un revoloteo de pájaros eufóricos aletean en el aire / de un pentagrama invisible parecen escapados / mientras el rastro de la estela se expande y se disuelve en el azul del cielo / Igual que un sueño que al despertar el que duerme / desaparece de la conciencia como una nube solitaria / De pronto un sonido repetido se oye a lo lejos / la voz de un fantasma muy querido llamando a un viejo amigo / es la hora vespertina -la hora del rezo del Angelus- / la tarde va muriendo dulcemente / A lo lejos se divisa la luz de un tren que se aproxima lentamente / el sonido de su bocina despierta la memoria / el tiempo se detiene y retrocede / detrás de un alambrado un niño mira pasar el tren y ansía conducirlo / cansada la locomotora arrastra los vagones / que detrás la siguen encadenados… / las vías clavadas al suelo soportan el peso del tren apresurado / no puede la locomotora apartarse de las vías que son el camino prefijado / ella lleva la dirección del destino -pobre máquina, pobre bestia ineluctable- / no tiene libertad de ir adonde quiera / Va y viene de extremo a extremo, estación por estación / Si se detiene en una de ellas, es muy breve la pausa / le guste o no le guste debe proseguir / la marcha inexorable del camino / la vida se parece a un viaje en tren / los pasajeros de ayer no son los de hoy / se bajaron en la estación final y no volvieron a subir…/ con el paso del último vagón de carga / ha cesado el quejido de las vías y el dolor de los durmientes / mientras el sonido melancólico de la locomotora es cada vez más lejano / esto se parece al tren de la historia / el eterno retorno de lo mismo / el flujo del tiempo y la vida peregrina del hombre / suspendido entre el cielo y la tierra.
17/06/2023 a las 11:07 AM
Gracias Luis. Excelente.
18/06/2023 a las 3:01 PM
Si este muchacho no estuvo becado en el Conicet. Bien debería haber estado…
19/06/2023 a las 6:48 PM
Sr.Luis
No necesariamente ser Bécquer, Neruda, Machado, Darío para dejar fluir el intelecto hacia las cosas que nos hacen bien. No hay porqué disculparlo; todo lo contrario. Ha sido lo suyo como una caricia al alma, que no es poca cosa.
Le cuento.Un día se me ocurrió escribir frases y aforismos en un cuaderno, desde la última hoja hacia atrás.Hice una , dos, tres y me dije: porqué no 1000?. Un día surgió la mil. Ya terminé lo que pretende ser mi libro: «Culto al Silencio» su título (ya listo para imprimir). De modo que comprendo y apoyo lo suyo. Cada cual con su «audacia»; siempre que la honestidad sea la guía que marque cada instante de la vida. Adelante!.
20/06/2023 a las 3:56 PM
Culto al Silencio es un título que dice mucho, espero sinceramente que tenga éxito en todo sentido.
Yo no soy escritor pero me gusta escribir, dejar pensamientos reflexiones anécdotas historias propias y de familiares y amigos.
A veces me pregunto por qué lo hago y arribo a la conclusión que es porque no tengo otra cosa más interesante que hacer.
Hace casi 50 años empecé a escribir un libro que todavía no terminé. Dentro de ese material hay capítulos manuscritos y otros escritos a máquina con una vieja máquina de escribir Underwood portátil.
Escribí y escribí hasta que en un determinado momento caí en la cuenta que el libro, que es una mezcla rara de ensayo novela poesía comentarios anécdotas grotescos pensamientos reflexiones chistes etc., aún no tenía título.
No tengo una biblioteca muy surtida pero sí interesante -al menos para mí- y un buen día trabajando con el plumero y un aerosol matapolillas me detengo en un libro cuyo título es «La Razón de mi Vida», escrito para Eva Perón por un tercero.
Inmediatamente traté de recordar cómo había llegado ese libro ahí si yo no lo había comprado. Como tampoco lo había leído me dispuse a hacerlo y debo confesar que el contenido no me dejó nada pero el título sí.
Fue así que poco a poco comencé a imaginar que mi libro inconcluso podría llegar a tener un título parecido. Ensayé varias opciones pero ninguna me parecía aceptable, lo único que que podía rescatar eran dos palabras: «La Razón», pero faltaba algo.
Finalmente el título resultó ser «La Razón de Nuestro Fracaso» .
Como no voy a publicarlo ya hablé con un amigo para que él disponga del material, que se lo voy a entregar antes de viajar por las dudas.
Voy a dejarte algo que espero que lo leas. La página es esta:
https://lecturaspeligrosas.blogspot.com/
Con gran afecto, Hasta Entonces Argento.
20/06/2023 a las 12:25 AM
Lo que voy a contar a continuación es para Luis y Argento y cada uno, seguramente, sabrá interpretar el mensaje.
Vayamos a la poesía.
Ayer, ya entrada la madrugada, me desperté pensando que no sabía dónde había dejado mis anteojos de lectura, busqué y busque y no los encontré pero como sé que tengo un par de repuesto fui al escritorio y el par auxiliar estaba ahí , en el cajón donde guardo cosas importantes.
Me los puse y ya resignado a no poder volver a conciliar el sueño me preparé un café y comencé a escarbar.
Mientras hurgaba me encontré con una hoja en blanco abrochada a a una poesía del Maestro Don Carlos Mende Brun.
Mende Brun fue un maestro rural del que poco o nada se sabe, menos aún en los tiempos actuales.
La poesía de su autoría cuyo título es «Hasta entonces….» dice así:
Mordiendo tiempos y distancias,
y riendo a veces de la propia herida,
aún avanzo con mi vejez erguida,
sin atisbos de estúpida arrogancia.
El secreto que vigoriza esta prestancia
en el corazón de una mujer anida,
la que se hizo compañera de mi vida,
y el vaso que sacía toda sed me alcanza.
Está en la sangre de mis hijas diluida,
y en cada jornada que por la que mi vejez avanza,
sin medir si será corta o larga la distancia.
El ayer es ayer, no me anestesia la distancia,
y sigo con esposa e hijos cuesta arriba
hasta que Dios ordene a secas ¡Basta!
Eso fue escrito cuando Don Carlos y su mujer cumplían 72 años de casados.
Después de leer el poema traté de recordar por qué estaba esa hoja en blanco ahí, abrochada, hasta que finalmente recordé que una vez un compañero de estudios -que con el paso de los años se transformó en un gran compañero de la vida- me dijo: estoy enamorado de Laura pero no sé cómo decírselo,
Laura era otra compañera de estudios, hermosa enigmática y de pocas pulgas como se decía entonces cuando sentíamos que una persona era inaccesible y que podíamos caer en el ridículo si pretendíamos acercanos.
Ante semejante entuerto, unos días después le entregué un sobre abierto y le dije: Esto es lo único que se me ocurre.
El sobre contenía una hoja en blanco.
Cuando vio el contenido me miró y me dijo: «dejate de joder, no me vengas con cosas raras».
Sólo atiné a decirle que si ella tenía la capacidad suficiente para leer lo que no estaba escrito podría entender el mensaje.
Años después me pidieron que fuese su testigo de casamiento y les dije que no simplemente porque ese asunto era cosa de ellos.
Después de recordar eso abrí otro cajón del escritorio y encontré mi pasaporte ya vencido y casi sin desearlo me acordé que mis hijos y mis nietos viven en España y en Italia y me dije ¿ por qué no ir a hacerles una visita, si ahora comienza el verano allá?
El verano es la vida, así que no volveré hasta el próximo verano, o sea cuando brote nuestro diciembre aún lejano pero real y cercano.
Primero vendrá la primavera que es ni más ni menos que «el primer verano» para darle paso al verano.
Como dijo Don Carlos el ayer es ayer y no me anestesia la distancia.
Seguir remando cuesta arriba -sin medir si será corta o larga la distancia- es lo que se impone si queremos dejar de ser lo que somos, es algo así como lo que sintió Jacques Prévert al escribir su poema ESTE AMOR:
«En la selva de la memoria
Surgiendo de repente
Tiéndenos la mano
Y sálvanos.»
24/06/2023 a las 9:07 AM
Don Pepe Butifarra:
DIjo un filósofo español: Dichosos los hombres que ofrendan su vida a una idea grande, porque ellos perdurarán en ella y por ella». Muy buen consejo le dio a su amigo. No cualquiera sabe darlos. Todo lo que nos ha relatado realmente dan cuenta del oro de su alma. Muchas gracias por revelarnos sucesos de su vida. Que Dios lo bendiga.